Daniel Tangona, La Nación – GDA
No importa tanto el tiempo como la conexión. En esta época en la que vivimos a las corridas, lo importante es tomar la decisión de empezar a conectarse con el cuerpo. Porque a partir de esa intención pueden llegar pequeñas acciones que de a poco empiezan a formar el hábito.
Nadie tiene ganas de moverse. Siempre es mucho más fácil tirarse en el sillón a ver Netflix o ponerse a scrollear en las redes. Pero lo fácil no paga. De hecho, cobra, y la moneda con la que se paga es la salud. Mis alumnos suelen decirme que el tiempo no les alcanza, pero pienso que si hicieran la cuenta de cuánto pasan con el teléfono o mirando series, encontrarían el momento que tanto les falta para ponerse en movimiento… Si todos tenemos las mismas 24 horas, ¿por qué algunos pueden y otros no? Cuestión de prioridades. O de organización.
Para todos aquellos a los que les cuesta organizarse y me dicen que ni siquiera tienen 30 minutos diarios, les hago una propuesta: ¿pueden separar diez a la mañana, diez a la tarde y diez a la noche? Estoy seguro de que sí. Y aunque no lo crean, eso también sirve. Diez minutos alcanzan para activar el sistema cardiovascular y oxigenar nuestro cuerpo.
En esos minutos no siempre hay que hacer una miniclase de gimnasia. También pueden insumirse en tareas cotidianas. Por ejemplo, limpiar la casa con energía y buena música, bailando (también involucra las emociones, otro punto a favor). O dejar el auto un poco más lejos y caminar a paso firme. O no llevar el carrito al supermercado y cargar las bolsas. O evitar el ascensor y subir y bajar por las escaleras. O hacerle un paseo un poco más largo al perro, y permitir que ambos disfruten del ejercicio y el aire libre. Y muchas opciones más.
Si se va a dedicar alguno de esos diez minutos a entrenar con una pequeña rutina, me permito recomendar que se sumen pesas. Con buena técnica y cuidado, hacer trabajo de peso brinda masa muscular y resistencia, al tiempo que mejora la densidad ósea. ¿No hay pesas en casa? Agarre dos botellitas de agua, una mochila con algunos libros o hasta unas latas de atún. ¡Todo vale!
Diez minutos alcanzan para alejarse del ruido mental y los pensamientos negativos, liberar serotonina, dopamina y endorfina, tres neurotransmisores que aportan calma, sensación de placer y estado de euforia respectivamente, y que tienen un efecto inmediato.