Redacción El País
Una nueva investigación sobre los efectos de la actividad física en el tratamiento del Alzheimer mostró que tonificar los músculos puede ayudar a retrasar la aparición de los síntomas de la enfermedad.
El estudio, publicado en la revista Frontiers in Neuroscience, fue realizado en ratones de laboratorio, pero los expertos señalan que los resultados probablemente apliquen también en humanos.
“Esto confirma que la actividad física puede revertir las alteraciones neuropatológicas que causan los síntomas clínicos de la enfermedad”, sostuvo el neurocientífico Henrique Correia Campos, de la Universidad Federal de São Paulo (UNIFESP) y líder del equipo de investigación.
Investigación sobre Alzheimer.
Para el estudio, se utilizaron ratones que tenían una mutación genética que asimilaba su cerebro al de las personas con Alzheimer, en tanto provocaba la acumulación de placas debeta-amiloide. Luego, sometieron a estos animales a un programa de entrenamiento de cuatro semanas con ejercicios de resistencia, como escaleras y pesas.
No solo se redujo la acumulación de placas después del ejercicio, sino que los niveles de la hormona corticosterona en el plasma de los ratones fueron similares a los niveles plasmáticos en los ratones del grupo de control, que no tenían la mutación genética.
La corticosterona equivale al cortisol en los seres humanos, que se produce cuando el cuerpo está bajo estrés y se ha relacionado previamente con la enfermedad de Alzheimer.
Si bien existen diferencias entre la fisiología de ratones y humanos y todavía se debate el papel que tienen las placas de proteínas en el Alzheimer, lo cierto es que el entrenamiento de fuerza es igualmente recomendable por sus múltiples ventajas: aumenta la masa muscular y la fuerza, aumenta la densidad ósea, ayuda con el equilibrio y facilita la realización de las tareas diarias.
Estudios previos ya habían demostrado que este tipo de ejercicio puede fortalecer las conexiones cerebrales, por lo que podría proteger contra la demencia y aliviar los síntomas.
“La posible razón principal de esta efectividad es la acción antiinflamatoria del ejercicio de fuerza”, concluyó la neurofisióloga de la UNIFESP Beatriz Monteiro Longo.