Por Fabián Muro

Alexis Viera está atareado. El exarquero de fútbol es ahora un emprendedor que está dedicando buena parte de sus esfuerzos a consolidar un proyecto que le es querido, y que además lo convertiría en una suerte de pionero: un centro de alto rendimiento deportivo que fundó y que se llama Club Internacional Deportivo Alexis Viera. Ese proyecto se encuentra actualmente en plena mudanza hacia una nueva locación.

Una de las metas es que aproximadamente 180 alumnos (actualmente, son 45) puedan vivir ahí, formarse como deportistas y que también tengan una formación curricular que no sea exclusivamente deportiva. Es una apuesta muy ambiciosa: “Estamos pensando en cosas grandes, pero tenemos que organizarnos desde lo pequeño”, comenta.

Viera, quien vive en la ciudad de Jamundí, al sur de Cali y en el Valle del Cauca, habla rápido. Como si no le alcanzara el tiempo para decir todo lo que quiere. Además, tiene un acento que delata ligeramente que hace años que vive en Colombia. “Para los colombianos, sigo sonando a uruguayo, y para los uruguayos sueno a colombiano”, dirá en un momento de la charla y rematará, entre risas: “Eso sí, cuando me enojo todo lo que me sale es 100% uruguayo”.

El centro deportivo que está tratando de hacer crecer le insume, qué duda cabe, mucho tiempo y esfuerzo, pero Viera parece ser de ese tipo de personas que tiene una reserva de energía -o fuerza de voluntad- un poco más grande que la mayoría.

Luego del asalto que sufrió en 2015, donde fue baleado y cuyas lesiones lo llevaron a quedar inmovilizado de la nuca a los pies, Viera inició un largo y laborioso camino hacia el lugar en el cual está hoy: “Convivo con el dolor todos los días. Hace ocho años que no sé lo que es un día sin dolor, pero no dependo de nadie para moverme”, dice. “Al principio, dependía completamente de otros para poder salir de la cama, ir al baño, ducharme. No podía hacer nada sin la ayuda de otros”.

Cuando Viera se presente en la Sala Teatro Movie el próximo 24 a partir de las 19.30 horas, lo hará parado y apoyado en sus muletas. Eso, que era impensado hace apenas unos años, es uno de sus máximos logros personales.

Foto: Difusión.

Y lo más probable es que sea, en parte, resultado de una actitud que él empezó a cultivar desde muy joven. “Más o menos a los 13 años, cambié el chip. Hasta esa edad, yo andaba con los ‘vivos’, y no me tomaba el fútbol demasiado en serio. Pero en un momento me di cuenta de que así no tendría el futuro que quería tener”.

Cuando cambió el chip, empezó a entrenar con otra mentalidad. “No entrenaba para ser uno más, sino para ser el mejor. No fui el mejor, pero sí rendí lo mejor que pude, con mi mejor potencial. Estuve 21 años jugando a nivel de elite, y en clubes grandes. No eran los clubes más grandes del mundo, pero de los 21 años que jugué, diez de ellos fue en equipos grandes. Eso es una virtud”.

Aprendió mucho durante sus años como futbolista. Entre otras cosas, aprendió a estar atento a detalles que a la postre eran importantes para cómo se desarrollaba el partido de fútbol. “Yo miraba a los jugadores del equipo contrario y me daba cuenta quién estaba en un buen momento y quién no, quién había entrenado correctamente... Todas esas cosas”, cuenta.

También aprendió ser disciplinado, lo cual ahora le sirve para gestionar el centro deportivo que dirige. “Nosotros ponemos normas, y hay que cumplirlas. Si los alumnos no lo hacen, les hacemos un llamado de atención por escrito, y si aún después de eso vuelven a no cumplir con las normas, se tienen que ir”. Suena duro y lo es, pero Viera está en el asunto de formar deportistas de elite.

¿De que va hablar cuando se haga presente en Sala Teatro Movie el 24? “Será una charla enfocada en la inspiración. Intentar inspirar a quien quiera escuchar a tomar conciencia de en qué lugar se halla en el presente, y hacia dónde quiere ir en el futuro”, relata.

“Dar algo para que la persona reflexione y pueda aprovechar al máximo su potencial. No es solo que voy a contar mi historia, sino que además apunta a, como dicen acá en Colombia, ‘ponerte a volar la cabeza’, para que pienses si estás en el camino correcto o no”.

También se trata, agrega, de aprender a apreciar la vida, más allá de los sinsabores, las tristezas y tragedias. “Las cosas que te pasan no son, en sí mismas, buenas o malas”, comienza diciendo, pero enseguida cambia: “Mejor dicho: en la vida te pasarán cosas buenas y cosas malas, habrá momentos en los que la vida te dará cosas, y otros en los que te las quitará. Eso es parte de la vida. La diferencia es cómo te tomás las cosas que te pasan, tanto las buenas como las malas”.