María Delgado, El Tiempo/GDA
Cuando se presentan miedos irracionales a situaciones u objetos determinados, se determina que la persona tiene una fobia. Algunas son extrañas y afectan a pocos, sin embargo, existen las que son más comunes y afectan a una mayor cantidad de población, como la amaxofobia, una condición en la que se teme a conducir.

El término viene del griego amaxos (carruaje) y phobos (miedo terrible), y el miedo no lo provoca el vehículo en sí, sino el hecho de ponerse al volante. Esta fobia puede experimentarse en circunstancias determinadas que implican riesgos, como circular por una autopista llena de camiones o por una angosta carretera de montaña sin barreras protectoras.

Los síntomas de la amaxofobia son palpitaciones y taquicardia, sensación de inseguridad e incluso falta de aire, dolores musculares, insomnio relacionado con la conducción, mareos, sudoración en las manos y pensamientos negativo, entre otros.

La causa más evidente de la condición es ser víctima de un accidente de tráfico, lo que supone un trastorno de estrés postraumático. También si se ha dejado de conducir durante largo tiempo. Para superar el miedo, se aconseja acudir a terapias grupales o individuales.