Amnesia para lo automático: cómo la desconexión mental afecta nuestra vida y bienestar emocional

La "amnesia automática" surge cuando actuamos sin plena conciencia. Esta desconexión entre mente y cuerpo afecta nuestra memoria y bienestar, especialmente en tiempos de trabajo flexible.

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Madre e hijo
Madre e hijo
Foto: Freepik

Por Federica Cash, de Mamás reales*
Un investigador acuñó hace un tiempo, a partir de diversos estudios, el concepto de la «amnesia para la automático». Y se refiere al nulo recuerdo que queda en nuestro cerebro, cuando cuerpo y mente están disociados. Cuando hacemos las cosas de manera automática sin voluntad ni presencia. En síntesis, cuando estamos pero no estamos.

Parece obvio decir que la vida se construye a partir de la suma de los momentos vividos, y esos momentos se almacenan según cómo los estemos viviendo.

Habitar las experiencias de cuerpo y mente presentes, provoca un mayor registro del recuerdo. Hay cientos de experimentos que demuestran que cuando no estamos con la mente donde está nuestro cuerpo, eso que estamos viviendo, no se guarda en el «hipocampo», la zona del cerebro más involucrada en la memoria.

Además, habitar los momentos es clave para nuestra historia personal. Para la narrativa que nos contamos sobre nuestro caminar en la vida, y para la huella que queremos dejar.

Y el ser humano es hábil para detectar cuando el otro no está. «¡Mirame con los ojos, mamá!», me decía mi hija Carmela al ver que le respondía pero no la miraba. Algo en su intuición le decía que si mi cuerpo físico (en este caso los ojos) no acompañaba mi intención de escucharla, la disposición no era total.

Así de importante es vivenciar los momentos presentes. Así de brutal impacta en nuestra trayectoria de vida y en la de los demás.

Pero hay más. Nuestra mente está hecha para ir y venir, poco para quedarse; crea todo tipo de procesos complejos que permiten proyectar, imaginar, soñar y volar. Tiene mucha capacidad de divagar y separarse de lo real.

Esta capacidad abstracta de desviarse, tiene una realidad en el universo cerebral: se desarrolla en la «red neuronal por defecto», una red que si bien tiene sus funciones (como la creatividad, la reorganización de las emociones y creencias, la capacidad de pensarse e imaginar) caemos en ella en cada pestañeo de ojos (literal). Y esta visita excesiva tiene consecuencias para nuestro bienestar.

madre e hija
Madre e hija jugando
Foto: Pixabay

Uno de los estudios científicos más renombrados de este siglo señala que más del 47% de nuestro tiempo estamos en esta red. Y los fines de semana el porcentaje escala mucho más.

El mundo actual tiende cada vez más al trabajo flexible, al híbrido y al home office. La pregunta que nos deberíamos hacer es si como humanidad estamos preparados para esta nueva realidad, a esta rutina abierta con más tiempo de ocio. Porque como se comprobó que sucedía los fines de semana, cuando hay tiempo libre caemos en esta red mucho más.

Nuestro estado emocional influye en esta tendencia mental; cuanto más «nos vamos», más angustia sentimos. «Una mente divagante es una mente infeliz», se titulaba ese estudio, uno de los más trascendentes en la historia de la mente.

¿Podemos prescindir del orden que nos regala la vida laboral tal como la hemos concebido hasta acá? ¿Nos podemos dar el lujo de escapar de las rutinas y estructuras que nos sostienen también en la vida mental?

Hay que practicar. Hay que entrenarnos para estar donde estamos de verdad. Una manera posible es, cuando identificamos que nos hemos ido, podemos regresar llevando la atención a cosas concretas, como alguna zona del cuerpo o a la respiración. Que, increíblemente, solo por llevar nuestro foco a la respiración, la respuesta cerebral aumenta mucho más y se une a lo que de verdad hay.

* Mamás reales es el blog sobre maternidad que impulsan Carolina Anastasiadis y Federica Cash.

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