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Ansiedad, el “exceso de futuro” que daña nuestra salud porque la mente no distingue lo imaginario de lo real

El cuerpo se prepara y se pone en alerta para enfrentar el peligro, si no es real el organismo se innunda de cortisol negativo. Qué hacer para "hackear" nuestro cerebro.

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Joven preocupada
Joven con ansiedad.
Shutterstock

Por Karen Szwarcfiter*
En los últimos años los problemas o enfermedades de índole psicológico o mental aumentaron notoriamente. Y la ansiedades una de las emociones negativas que más se ha disparado en los últimos años. Conocer cómo y por qué se genera este trastorno permitirá prevenirlo y combatirlo.

La ansiedad cumple una función buena para el ser humano: alerta y prepara al organismo para enfrentar el peligro. Ante un estímulo que se perciba amenazante, nuestro cerebro activa reacciones internas que actúan como un sistema de defensa natural para enfrentar la amenaza. Este sistema arcaico permitió al hombre en todas las épocas luchar o huir de los peligros.

El problema aparece cuando la persona reacciona con ansiedad ante un estímulo que no es una amenaza, preparándose para salir corriendo de la situación o del problema que simplemente no sabe gestionar. Esto es conocido como “trastorno de ansiedad”.

Es clave comprender que la mente no distingue una amenaza real de una imaginaria. Al estar preocupados, el cuerpo experimenta las mismas reacciones físicas que al enfrentar un peligro real. Se prepara para “luchar o huir” activando hormonas como la ACTH, el cortisol y la adrenalina que llegarán a distintos órganos preparándolos mejor para enfrentar la amenaza o correr del peligro.

¿Cómo hace esto? Una de las reacciones más notorias son los latidos más rápidos del corazón que bombea más sangre aportando oxígeno al cuerpo para enfrentar mejor grandes esfuerzos. Se dilatan las pupilas, la visión se agudiza para enfocar mejor eso que resulta amenazante.
Otro de los síntomas más comunes es la hiperventilación que permite tomar más oxígeno para alimentar los músculos. La digestión se detiene, permitiendo que la energía proveniente del torrente sanguíneo se desvíe hacia los músculos provocando esa sensación de mariposas en el estómago, boca seca, e incluso náuseas.
Los vasos sanguíneos de las manos se contraen para dirigir a la sangre hacia los grupos musculares principales y pueden sentirse las manos frías, aparece sudor en las extremidades. El cuerpo busca refrescarse para funcionar mejor y aumentar así las chances de supervivencia. Si la amenaza no resulta tal, y no se corre o pelea, puede experimentarse náuseas o vértigo por el exceso de oxígeno en sangre que, al final, no ha sido utilizado.

En síntesis, ¡más del 90% de lo que nos preocupa nunca sucede! Pero mente y cuerpo lo viven como si de verdad estuviera sucediendo.

Cuando se está mucho tiempo con un exceso de preocupación el organismo se acostumbra y entra en un estado de alerta permanente. Marian Rojas, entre otros expertos, le llaman “intoxicación de cortisol”,y genera cambios a nivel físico, endócrino e inmunológico.

Este exceso de cortisol en sangre puede acarrear muchos otros problemas de salud ya que se altera el sistema inmunológico y el organismo se empieza a inflamar. Es ahí cuando aparecen las “itis”: gastritis, gastroenteritis, amigdalitis, dermatitis, así como colon irritable y otras inflamaciones peligrosas para el organismo.

¿Cuál es la diferencia entre estrés y ansiedad? Pueden confundirse porque comparten algunos síntomas como: dificultad para dormir o malestar estomacal, hay un síntoma que tiene la ansiedad y el estrés no y es la preocupación innecesaria continua.
El estrés es puntual y aparece frente a una preocupación real del momento. Mientras que la ansiedad puede permanecer independientemente de que el problema exista o ya haya pasado. La ansiedad obedece a un “exceso de futuro”, un estado de fijación en la posibilidad de que algo malo pueda suceder.

¿Qué hacer para controlar y combatir la ansiedad?

Lo primero es entender que el pensar en forma constante sobre problemas hipotéticos no es inocuo y eso deja una huella en el cerebro y en el organismo provocando reacciones que dañan la salud.

Debemos “hackear nuestro cerebro” con otro tipo de pensamientos y acciones que nos muevan de ese lugar de “ronroneo”.

¿Cómo hacerlo? Por suerte hay más de una forma:

1) Respiración, meditación y mindfulness. Los ejercicios de respiración con o sin prácticas de meditación son una gran ayuda en el momento de controlar y reducir la ansiedad y también el estrés. La respiración lenta disminuye el ritmo cardíaco y alivia así uno de los síntomas más incómodo de los procesos de ansiedad. La práctica regular de meditación y mindfulness resultan de gran ayuda también.

2) “Hackear el cerebro”. Seleccionamos una visualización clara y concreta de algo de nuestro agrado como por ejemplo una playa tranquila en verano. Cuando nos damos cuenta de que entramos en ese pensamiento que nos provoca ansiedad, rápidamente pensar y visualizar ese lugar previamente seleccionado que nos da gusto ver y sentir. Así, conscientemente al concentrarnos en otra cosa desviamos el pensamiento.

3) Actividad física. Hacer ejercicio nos distrae y eso mueve nuestra mente y la enfoca en algo distinto a aquello que nos preocupa. Todo tipo de ejercicio es bienvenido! El ejercicios es además la forma más rápida de eliminar el cortisol en sangre provocado por las sensaciones de amenaza.

4) ¡Distraernos! Ya sea con el ejercico o pintando, tocando un instrumento o cocinando, cualquier tipo de activdad que nos requiera actividades cognitivas y que nos enfoquen en algo diferente a lo que estamos pensando va a ayudar de sobremanera.

Afortunadamente, hoy en día existen diversos recursos online que ayuden a lidear con la ansiedad. Apps para meditación, relajación, yoga, mindfullness entre otras. Lo importante es conocer lo que nos pasa, para reconocerlo y actuar con el objetivo de estar sanos y sentirnos plenos.

CONOCÉ A NUESTRA COLUMNISTA

Karen Szwarcfiter

Karen Szwarcfiter
Karen Szwarcfiter

Licenciada en Gerencia y Administración de Empresas (Universidad ORT). Docente universitaria, Pos grado en Dirección de Marketing del IEEM y en Neuromarketing por el IBF (Argentina) / Universidad de Salamanca (España). Directora de Kas Marketing.

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