Edwin Caicedo, El Tiempo/GDA
En los últimos diez años el mundo ha visto avances acelerados en la lucha contra el Alzheimer. Tan solo en 2023 se han anunciado tres fármacos que permiten tratar esta enfermedad neurodegenerativa, que hasta ahora no tiene cura. También se ha avanzado en su detección temprana, un tema clave para mejorar la calidad de vida del paciente.
En esa línea ha estado trabajando Gorka Orive, licenciado y doctorado en Farmacia por la Universidad del País Vasco (Vitoria España). Además, es fundador de la biotecnológica Geroa Diagnostics, compañía que encontró una proteína en la saliva que determina el riesgo de padecer Alzheimer de manera temprana, es decir cuando los síntomas clínicos no son tan notables.
Orive asegura que en los próximos diez años podríamos estar hablando de un tratamiento altamente eficaz para el Alzheimer (los que existen hoy día tienen importantes efectos secundarios en la salud).
— ¿Qué impacto puede tener este biomarcador que permite detectar el Alzheimer de manera temprana?
— Ya se había visto y se buscaba la hipótesis de que determinados patógenos orales podían entrar en el sistema nervioso central y llegar al cerebro, en pacientes con demencia. Entonces, empezamos a analizar determinadas sustancias relacionadas con el sistema inmunitario. Y para contarlo breve: encontramos una en particular que parecía modularse, cambiar su concentración relativa en función del estado de la enfermedad. Esto es estar enfermo o no estar enfermo.
Estamos hablando de uno de los fluidos no invasivos más fáciles de medir, más incluso que la sangre, porque coger saliva con un tubito es muy sencillo. Su concentración tiene una relación bastante robusta con el estado de la enfermedad, de forma que si el biomarcador baja, hay un riesgo importante de tener la enfermedad de Alzheimer y si el biomarcador está elevado, el riesgo es bajo. Entonces, más que un diagnóstico es una especie de tamiz, de filtro que nos puede ayudar a identificar más rápidamente a estos pacientes que pueden tener la enfermedad.
Además de la ausencia de un tratamiento eficaz, que esto es obvio, hay un grave problema con el diagnóstico de la enfermedad. Hay un infradiagnóstico. Apenas uno de cada cuatro que tiene Alzheimer lo conoce. Y el tiempo que se necesita entre los primeros síntomas al diagnóstico en un paciente puede llegar a ser de 24 meses. Por eso, un biomarcador como éste, tan robusto, tan fácil de medir y sobre todo tan económico, puede llevarse a toda la población para ser el primer biomarcador de screening universal de la enfermedad.
— ¿Desde cuándo puede medirse la presencia del Alzheimer?
— La enfermedad de Alzheimer lleva 15 a 20 años desarrollándose de forma silenciosa, asintomática, y luego tiene una fase de 10 a 12 años sintomática, que es cuando conocemos que tenemos síntomas y el paciente va degenerándose. Nuestra investigación se ha centrado en el Alzheimer, ya cuando uno tiene la enfermedad, pero también hemos hecho muchísimo esfuerzo en un estadio previo, si me permite, de pre-Alzheimer, que se conoce como MCI en inglés, o deterioro cognitivo leve. Es un estadio donde todavía la sintomatología no es tan intensa.
Sin duda, nos encantaría saber qué ocurre 10, 20 o 30 años antes. Pero claro, es muy difícil hacer esa fotografía porque no podemos hacer estudios longitudinales. Estamos empezando a entender cuándo se produce esa caída del biomarcador, que todavía no sabemos exactamente, pero sí conocemos la fotografía de que en la enfermedad Alzheimer y en el deterioro cognitivo leve el biomarcador ya está abajo.
— ¿Y esa detección temprana, en qué beneficios se traduce para el paciente?
— Con el cáncer ha ocurrido una cosa similar. Al principio solo se diagnosticaba el cáncer en un estadio 3-4, donde ya había una metástasis y donde cualquier tratamiento era ineficaz. Según se ha ido diagnosticando más tempranamente, hoy en día, afortunadamente, hay muchos tumores que pueden reducirse y eliminarse. En el Alzheimer se pretende hacer una cosa parecida.
Todavía no tenemos un tratamiento eficaz, aunque hay 150 moléculas en ensayos clínicos en la actualidad. Muchas ya están en fase tres. Soy especialmente optimista de que en cinco o diez años ya vamos a tener tratamientos que van a ser muchísimo más eficaces que los que la FDA acaba de aprobar recientemente. Entonces, indudablemente ese va a ser un punto clave cuando ya haya un tratamiento.
Por ahora, el biomarcador ayuda a un problema clave, que es el infradiagnóstico. Si la persona conoce su estado, podrá aplicar cuanto antes un conjunto de medidas que intenten aliviar los síntomas.
— Usted trabaja bastante en el tema de envejecimiento saludable. ¿Qué significa?
— Hay que cambiar el paradigma y entender que la vejez no es una edad de retiro, sino que puede seguir siendo una edad proactiva. Envejecimiento saludable significa abordar esos años de vida y las décadas anteriores también de una manera activa desde el punto de vista de conocimiento, nutrición y ejercicio; evitar el sedentarismo y tener una actividad intelectual y física, de forma que uno se sienta valioso.
Esta combinación, esta ecuación de muchas variables, tiene que incluir la soledad. Cómo poder hacer frente a un problema que sin duda alguna lo que hace es acelerar el envejecimiento mental y somático de una persona, y que es un problema en la actualidad.
Etamos en un escenario donde el porcentaje de personas mayores aumentará en todo el mundo. Ese cambio demográfico tiene no solamente implicaciones en salud, sino socioeconómicas, y es importante que la sociedad actúe para dar valor a esas personas, y para eso tienen que tener calidad de vida. Además de ganar años de vida, hay que ganar calidad de vida en los años ganados.