La alimentación saludable es indispensable y ocupa un lugar central a la hora de mejorar la calidad de vida y el bienestar. No obstante, es normal cada tanto darse algunos “permitidos” y tentarse con snacks dulces o salados como papas fritas y helados no artesanales, chocolates, caramelos o galletitas.
“Dentro de nuestros hábitos diarios la nutrición ocupa un lugar importantísimo. Hoy se sabe que el consumo de alimentos ultra procesados está asociado a un mayor desgaste vascular, a sufrir de síndrome metabólico y a padecer obesidad”, explica el médico neurólogo Alejandro Andersson. Lo que no es tan sabido es la relación de este tipo de alimentos con la cognición. Una investigación publicada en la revista JAMA Neurology realizada por científicos brasileños descubrió una fuerte relación entre la ingesta de los ultra procesados y el deterioro cognitivo.
El estudio analizó a un grupo de 10.775 adultos y observó que las personas que comían mayor cantidad de alimentos ultra procesados presentaban deterioros acelerados de la función ejecutiva y capacidades cognitivas, 25% y 28% superiores, respectivamente, que los que ingerían menores cantidades de ese tipo de comida.
En cuanto al rango etario, los participantes tenían entre 35 y 74 años, con una edad media de 51,6 años y el 54,6% eran mujeres. El grupo fue observado durante ocho años para ver los resultados del consumo de ultra procesados.
Respecto a cómo se evaluaron los cambios en el rendimiento cognitivo a lo largo del tiempo, se hicieron pruebas de recuerdo inmediato y diferido de palabras, reconocimiento de palabras y fluidez verbal fonémica y semántica.
Según los autores del informe, una función cognitiva intacta es clave para envejecer con éxito. Precisamente por eso destacan que “limitar el consumo de ultra procesados, especialmente en adultos de mediana edad, puede ser una forma eficaz de prevenir el deterioro cognitivo”. En línea con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) estos hallazgos apoyan la limitación del consumo de este tipo de alimentos debido a su potencial daño para la salud en general.
“Se estima que la ingesta insuficiente de frutas y verduras es la causa de alrededor del 14% de las muertes por cáncer gastrointestinal en todo el mundo, del 11% de las muertes por cardiopatías isquémicas y del 9 % de las muertes por accidentes cerebrovasculares”, señala en su sitio web oficial la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
“Estos alimentos activan regiones en el cerebro que se vinculan con el sistema de recompensa y generan un mayor impulso adictivo en el cerebro. Esto hace que la persona quiera repetir la comida a futuro y que según investigaciones, se empiecen a afectar las regiones cerebrales que se vinculan con la memoria”, enfatiza Andersson.
También afirma que el consumo frecuente de alimentos con niveles altos de glucosa disminuye la capacidad mental ya que se los asocia con un mayor grado de atrofia cerebral. “Incluso se llegó a comprobar en un estudio que en diabéticos un alto consumo de azúcar resultaba en puntuaciones bajas en pruebas de estimulación cognitiva”, añade.
Según Andersson, hoy se sabe que hacer ejercicio físico, poner a prueba el intelecto y socializar son actividades que sirven para lograr un mejor mantenimiento y funcionamiento cognitivo que a su vez, hace que las neuronas vivan más tiempo y no se degeneren ya que “el organismo tiene una economía muy bien organizada en la que solo conserva lo que se usa”, destaca.
Estos hallazgos son fundamentales para comprender la progresión de las enfermedades neurodegenerativas y por qué algunas personas son más susceptibles que otras al deterioro cognitivo. Pese a este descubrimiento, los profesionales aseguran que deben seguir haciendo pruebas en este campo científico para mejorar la calidad de vida de los adultos mayores.
Por Victoria Vera Ziccardi / La Nación GDA