Jancee Dunn - The New York Times
Buscar complacer a la gente, la tendencia a dar prioridad a los deseos y necesidades de los demás a expensas de los tuyos —que en inglés se conoce como "people-pleasing"—, ocurre por varias razones. Cuando yo tenía poco más de 20 años, en la cúspide de mis años de buscar complacer a la gente, salí con un aspirante a poeta. Decía que no quería trabajar porque interfería en su proceso creativo. Vivía felizmente en casa de sus padres; yo pagaba todo lo demás.
A medida que aumentaban mis deudas, seguí siendo su cajero automático humano porque temía que, si dejaba de serlo, rompería conmigo. Cuando por fin le informé que se había acabado la fiesta, desapareció, dejándome con el ego herido y mal historial crediticio.
Algunos de nosotros formamos este hábito de niños y lo llevamos hasta la edad adulta, mientras que otros lo utilizan para hacer frente a la incompetencia social, la ansiedad o el miedo al conflicto.
Pero complacer a la gente también puede sentirse bien, por lo menos al principio, explicó la terapeuta Ilene Cohen. “Cuando satisfacés las necesidades de los demás, “eres el que es responsable, eres a quien acude la gente”, señaló.
Con el tiempo, sin embargo, el hábito “engendra resentimiento o levanta tus muros”, afirmó Nedra Glover Tawwab, terapeuta y autora de Consider This: Reflections for Finding Peace (“Considera esto: reflexiones para hallar paz”)
Si estás acostumbrado a dar prioridad a los demás, puede resultar angustiante defenderte a ti mismo. Y una vez que empezás a hacerlo, los demás pueden tener objeciones, argumentó Cohen. Así que exploré con expertos los miedos que impulsan el comportamiento de buscar complacer a la gente, y cómo superarlos.
El nuevo tú asertivo puede tomar a la gente por sorpresa, y si llevan mucho tiempo oyendo “sí”, puede que sigan presionándote cuando oigan “no”, remarcó Jefferson Fisher, autor del libro de próxima publicación The Next Conversation: Argue Less, Talk More (“La próxima conversación: discute menos y habla más”).
Aunque haya un poco de resistencia, mantente firme. A la gente puede no gustarles tus límites al principio, pero también puede aprender a respetarlos, sentenció Tawwab. Fisher sugirió algunas estrategias para evitar la resistencia: empezá por decir a los demás que vas a decepcionarlos. Podés intentar decir: “Esto te va a decepcionar: esta noche no puedo”.
“Decir esto en voz alta, te ayudará a asumir el control de tu miedo a decepcionar a la persona”, agregó el experto. También podés enmarcar los límites como promesas que te hacés a ti mismo. Cuando decís algo como: “Me prometí a mí mismo que esta semana no me comprometeré demasiado”, ejemplificó Fisher, puede que la gente no entienda tus razones, pero tenderá a respetar tu decisión.
También podés practicar decir “no” con alguien en quien confíes utilizando juego de roles, añadió Benjamin Bernstein, psicólogo clínico.
Bernstein dijo que, cuando sientas la tentación de recurrir a tu afán de complacer, intentá anticipar las cosas concretas que conseguirás si te mantienes firme, en lugar de imaginar la desaprobación de la otra persona. Digamos que querés pedir un aumento de sueldo, pero tenés miedo de disgustar a tu jefe, dijo. “Muy pocos jefes dirían: ‘¡Dios mío, estaba esperando que me lo pidieras!’”, bromeó Bernstein.
Así que, en lugar de pensar en la reacción de tu jefe, aconsejó, concentrate en la recompensa que buscás: dinero extra, un puesto diferente, más días de vacaciones. Enfocarte en los beneficios puede reforzar tu motivación para ir tras lo que querés, sostuvo Bernstein.
El miedo al abandono a menudo impulsa a las personas complacientes, comentó Bernstein. Pero a veces, eso hace que la persona se sienta aún más sola cuando abandone sus necesidades para complacer a otro.
“Así que si la gente desaparece cuando dejás de esforzarte por complacerla, como hizo mi novio amante de la poesía y reacio al trabajo, lo único que significa es que no estaban ahí para ti”, enfatizó Fisher. “Estaban ahí por ellos”.
A veces, los hábitos de buscar complacer a la gente están arraigados debido a una historia familiar de abusos. “Si este es tu caso, o si complacer a la gente está afectando a tus relaciones y a tu bienestar, pero te sentís incapaz de dejar de hacerlo, considerá la posibilidad de trabajar con un terapeuta”, explicó Cohen.
Los profesionales pueden ayudarte a identificar pautas, reconocer desencadenantes, sanar de abusos o traumas pasados y ayudarte a establecer límites.
Todas las relaciones requieren dar y tomar un poco, añadió Fisher, pero si el buscar gustarle más a alguien genera que te gustes menos, no vale la pena. “No hay nada malo en complacer a las personas. Solo hay que asegurarse de que tú seas una de ellas”, concluyó el experto.
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