La experta española Nuria Sánchez Povedano desembarca virtualmente en Uruguay para explicar y profundizar sobre el enfoque pedagógico de la neuroestimulación. La doctora en Psicología brindará mañana una charla virtual para profesionales, padres de alumnos del colegio Moorlands School y cualquiera que quiera acceder a las palabras de la especialista y se anote. Sánchez Povedano tiene una larga trayectoria como psicóloga y experta en temas educativos en su país, y ahora va a asesorar a docentes y personal del colegio, además de ofrecerles a los padres un vistazo a este método.
De acuerdo a lo que cuenta la especialista, este método fue ideado por Glenn Doman (1919-2013), un fisioterapeuta que empezó a reflexionar sobre temas educativos cuando trabajó con niños con lesiones cerebrales.
Un concepto clave en este enfoque es el de las múltiples inteligencias, y la estimulación de los sentidos desde la más temprana edad.
—¿Cómo le explicarías a un lego lo medular de este enfoque?
—Creo que es bastante simple de entender en el fondo, porque el cerebro funciona como un músculo. Es la ley que dice que la función determina la estructura. Si yo, por ejemplo, ando en bicicleta todos los días, acabaré teniendo unas piernas mucho más resistentes y preparadas justo para ir en bicicleta. El cerebro necesita lo mismo. El cerebro necesita uso para desarrollarse.
—¿Y eso cómo se lleva a cabo?
—Tenemos dos caminos para llegar al cerebro. Uno de esos caminos lo representan los sentidos. El cerebro necesita conectar con el entorno y para ello tenemos la vista, el oído, son grandes ventanas del cerebro, pero también el tacto, el gusto y el olfato. La segunda gran vía para desarrollar y entrar en nuestro cerebro son las vías eferentes. ¿Qué son las vías eferentes? Todo lo que abarca la movilidad, la respuesta del cerebro. Movilidad propiamente, el caminar, el correr, el andar, esos son vías diferentes. Una vía diferente es el lenguaje; otra la capacidad manual. Todo lo que mi cerebro también puede ejecutar.
—Cuándo es conveniente empezar con este método?
—Cuanto antes mejor. En los seis primeros años, se deciden los metros cuadrados que nos van a acompañar en nuestro cerebro a lo largo de la vida. Y eso en definitiva es lo que pretende la estimulación temprana. Dar muchos estímulos. Y eso es algo que también puede aplicarse en casa, no solo en una institución educativa. Que los niños gateen, que se arrastren, que estén en el suelo, es fundamental para su buen desarrollo neurológico.
—Mencionaste los primeros seis años de vida. ¿Qué ocurre luego de esos primeros seis años?
—Se continúa. Este no es un enfoque que se aplica de 0 a 6, sino que continúa hasta los 12 años más o menos, y puede seguir aún más allá.
Más de una inteligencia
—Algo que se menciona en este contexto es el de las múltiples inteligencias. ¿Qué significa?
—Cuando trabajamos la estimulación temprana me gusta hablar de las tres grandes excelencias que queremos conseguir. Una excelencia intelectual, es decir, que nuestros hijos razonen, piensen, tengan una capacidad cognitiva adecuada para tomar buenas decisiones en la vida, ¿no? Pero hay otras dos grandes excelencias. La excelencia física, que abarca toda esta parte de la habilidad que también tenemos que seguir utilizando a lo largo de la vida, y también la excelencia social.
—¿Podrías dar un ejemplo concreto de las cosas que se le dice o se le exhorta a un alumno o una alumna según este enfoque?
—Hemos hecho proyectos con los alumnos del departamento de robótica y matemática, y fuimos a un hospital que necesitaba ese tipo de apoyo para sus pacientes. Eso es para los alumnos muy motivador porque están viendo que realmente lo que hacen tiene un sentido.
—Entonces, parecerían tan importantes los procesos de aprendizaje como los resultados curriculares.
—Sí, cada vez le damos más importancia al proceso. A veces estamos demasiado condicionados por la nota.
—A algunos padres esto tal vez les resulte algo poco convencional. ¿Qué les aconseja tener en cuenta?
—Una de las frases más famosas de Doman es “solo lo afectivo es efectivo”. El afecto es fundamental para que ese niño crezca. Pero también hay un elemento muy importante que a veces perdemos de vista y es que ese afecto tiene que ayudarle también a prepararse para que le podamos exigir. Ahora, desde mi punto de vista, no puede haber exigencias sin entrenamiento. Yo no puedo exigirle a mi hijo que sepa comportarse en un restaurante cuando vamos a comer fuera, si cuando estoy en casa le dejo hacer lo que quiera en la mesa.