El miedo es una de las emociones básicas y, si no fuera por ella, seguro que la raza humana ya no existiría. Nos ayuda a huir de los peligros, a tomar precauciones, a cuidarnos. Sin embargo, el miedo también puede perjudicarnos, dejarnos paralizados e impedirnos cumplir sueños o metas, salir de nuestra zona de confort e incluso relacionarnos con las personas que nos rodean. Y, si se hace crónico, además, puede terminar en una enfermedad física o mental.
La psiquiatra española Marian Rojas Estapé identificó cinco tipos de miedos que describen buena parte de los que afectan a la mayoría de las personas y apuntó: “El miedo es una emoción que nos perturba y nos quita la paz”. Es algo que no puede tratarse “únicamente desde la medicación y la farmacología; sino que es fundamental comprender el componente emocional”.
Estos son los cinco:
- Miedo a causar decepción. Quien lo sufre es excesivamente complaciente y es capaz de aceptar situaciones injustas para ganarse la confianza o el cariño de los demás o por no llevar la contraria.
- Miedo a perder el control: son personas que tienden a ser posesivas y perfeccionistas, siempre llevan el freno de mano puesto. No quieren verse en una situación de vulnerabilidad y se vuelven desconfiadas.
- Miedo a no ser perfecto. El perfeccionista es el eterno insatisfecho, y esta característica se potencia desde las redes sociales, ya que nos recuerdan que no somos suficientes, nos hacen compararnos y nos producen un carácter inseguro y, a la larga, un estado de vacío
- Miedo a sufrir. Existen algunas personas que son incapaces de tolerar el dolor o sentir cualquier tipo de molestia. Cuando alguien no quiere pasarlo mal, busca vías de escape. Ejemplo: si uno quiere evitar sentirse solo, se evade en redes sociales.
- Miedo a que no me quieran. Esto proviene de una niñez en la que existió abandono, rechazo o humillación. Una persona que sufre dolor social, puede sentirse excluida y eso tiene un impacto importante en su identidad.
Seguramente, haya tantos miedos como lectores tenga esta nota, pero a la hora de enfrentarlos hay dos caminos que aplican a todos. Uno es el inmediato, el que nos permite salir del momento de estrés, de ansiedad, cuando estamos “atorados” frente a algo o alguien que nos paraliza y nos sentimos mal física y emocionalmente. Y el segundo: la búsqueda de la raíz de esa emoción, por qué y para qué nos pasa; de dónde viene y cómo podemos modificarlo.
Caminos para enfrentar los miedos
Para andar el primero de esos caminos, Florencia Gubba, health coach y acompañante en bioneuroemoción, comparte en sus redes sociales distintas maneras de enfrentar el miedo y la ansiedad.
La serie de vivos gratuitos comenzó con la charla “Calmar tu ansiedad y dormir mejor para comenzar tu día con confianza y energía”; continuó con “Elegir paz en lugar de conflicto en tus relaciones”, y seguirá jueves y sábado con: “Conectar con tu propósito y tener mayor claridad en tu trabajo” y “Al encuentro de tu paz”.
La autora del libro y el curso “Elijo Paz” contó a El País que “la clave es tener recursos para poder autorregularse en el momento en que sentís el miedo, pero después también incorporar el hábito de frenar y preguntarte qué estás percibiendo”.
“Porque tu percepción es la manera en la que interpretás lo que vivís y ahí están tus filtros, tus creencias inconscientes, lo que te lleva a reaccionar de una forma u otra”, agregó. “Pero eso ya es más profundo, para eso hay que ir muy dentro de uno, es lo que abordaremos en el curso”, explicó.
Gubba recomienda tres simples pasos para aplicar cuando aparezca el miedo:
- Concentrarse en la respiración: frente a cualquier situación de miedo o ansiedad, cerrar los ojos, inspirar y expirar profundo por la nariz, concentrando la atención en el aire que entra y el que sale. Enfocar los pensamientos allí y desconectar del entorno.
- Hacer un “escaneo” corporal: cerrar los ojos y comenzar por la cabeza, enfocando la atención en cada parte del cuerpo, deteniéndose varios segundos en cada una y liberando tensiones.
- Darse un “baño de luz”: esta acción implica más compromiso, ya que requiere de imaginación, pero también es la preferida de Gubba, por el bienestar que genera. Consiste en cerrar los ojos e imaginar que uno está bajo una cascada que emana una intensa luz e ilumina todo a nuestro alrededor. De ese modo, podrán eliminarse los pensamientos negativos y salir del miedo.
La coach recalcó lo fácil que es apelar a estas herramientas, ya que no es necesario estar en ningún lugar especial o alejarse de las demás. “Solo cerrar los ojos y conectar con uno mismo”, dijo.
Profundizar en las causas del miedo
“Para realmente aliviar la ansiedad y los miedos hay que ir a la causa. Estos tres recursos te van a ayudar en el día a día, pero lo que cambiará tu realidad es embarcarte en el viaje de autoconocimiento y de transformación”, enfatizó.
“Cada vez que vos percibís tu historia de una forma, se activa el miedo y la ansiedad. Lo bueno es aprender a percibirla desde otro lugar y darte cuenta de que no está pasando nada, que es solo un pensamiento en tu mente, que es una historia que te contás una y otra vez. Si descubrimos qué es eso, luego ya no vamos a reaccionar con miedo, porque lo comprendimos. Y comprender es liberarse”, resumió la creadora del curso en el que guía ese camino a las personas que quieran profundizar.
De todos modos, Gubba remarcó que ese proceso de “ir hacia adentro” es de mucha elaboración y puede requerir, para algunas personas, de un acompañamiento terapéutico, ya sea de psicólogo o psiquiatra. “Yo lo recomiendo e incluso hay profesionales que mandan a sus pacientes a trabajar conmigo en sus miedos”, afirmó.
Abrirse a las emociones
“No hay emociones buenas o malas. El miedo y la ansiedad no son malos en sí mismos, son un aviso, están procurando tu supervivencia y toda tu biología se activa para cuidarte. Pero generalmente lo que nos pasa con las emociones es que pensamos que está mal sentirlas y mostrarlas, que son perjudiciales y no es así”, dijo Florencia Gubba.
Mientras, el médico y conferencista español Mario Alonso Puig, que en mayo visitará Uruguay, apuntó: “Las emociones positivas protegen nuestro sistema inmune, actuando como un escudo invisible que nos resguarda de múltiples afecciones e incluso del desarrollo de tumores malignos. Pero, ¿qué sucede cuando nos dejamos atrapar por emociones negativas de manera constante? Al liberarnos del temor, no solo fortalecemos nuestra mente y nuestro cuerpo, sino que también abrimos una puerta a nuevas posibilidades y a extraordinarios descubrimientos y aprendizajes”.
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