Cómo ponerle límites a las preguntas impertinentes de los parientes en las reuniones por las fiestas

Varias generaciones suelen darse cita en las celebraciones de Navidad y fin de año, lo cual a veces puede dar lugar a situaciones incómodas o tensas.

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Cada familia tiene su dinámica.
Foto: Canva.

Cada Navidad, Gabriel teme las inevitables preguntas de parientes bienintencionados sobre cuándo se casará o tendrá hijos. “No quiero hacer enojar a mis padres rezongando a una tía”, dice. Así que intenta aguantar educadamente las preguntas o evitar por completo la conversación para no provocar una discusión. A veces funciona, y a veces “se me sigue saliendo un poco el adolescente provocador”, comenta.

Los terapeutas dicen que en esta época del año suelen oír a sus clientes hablar de la ansiedad que les produce esa dinámica familiar. Pueden surgir temas incómodos como el matrimonio, los hijos, las opciones profesionales o la apariencia personal, explica Aparna Sagaram, terapeuta matrimonial y familiar.

Aunque a algunas personas les resulte bastante fácil acallar preguntas o comentarios no deseados, “esa franqueza puede no ser bien recibida” en determinadas culturas o estructuras familiares, sostiene Jenny Wang, psicóloga clínica. “A menudo tenemos que pensar de forma más estratégica y fuera de lo común”.

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Muchos experimentan las dinámicas familiares como estresantes en las fiestas por Navidad.
Foto: Pexels.

Ella y otros expertos ofrecieron estos consejos para navegar por la temporada de festividades.

Planificación

Decidí de antemano cuánto tiempo querés pasar con tu familia, y elaborá un plan para llegar y marcharte. Eso te dará una sensación de control sobre tus planes y minimizará tu estrés. “La raíz de la ansiedad es sentirse fuera de control”, afirma Paul Hokemeyer, terapeuta matrimonial y familiar.

Si sabés que te vas a impacientar o irritar al cabo de dos horas, dijo Wang, podrías decir a tu familia que vas a ir a cenar, pero que te encontrarás con un amigo después para el postre.

Comunicar estos planes ayuda a los demás a gestionar sus expectativas y reduce la posibilidad de que te presionen para que te quedes.

Del mismo modo, según Hokemeyer, si sabés que un determinado tema será radiactivo, puedes enviar un correo electrónico a tu familia con antelación -o al menos a algunos parientes afines- pidiéndoles ayuda para evitar ese tema.

Hacer pausas (sutiles)

Hacer pausas con regularidad -ya sea salir a pasear con tu pareja o retirarte a un dormitorio a escuchar música- puede evitar la “sobrecarga de emociones” y ayudarte a reajustarte.

Se recomienda alejarse cuando menos se note, como el tiempo de inactividad antes de cenar. Enviar un mensaje de texto a un amigo también puede ofrecerte un descanso sin que tengas que salir de la habitación.

Amanda alterna las visitas con sus padres divorciados durante las vacaciones. Cuando se queda con ellos, va al gimnasio o da pequeños paseos en coche para salir de casa. Y se lleva a su perro, quien ayuda a disipar la tensión familiar y le da una excusa para salir a pasear.

En algunas culturas, poner límites puede considerarse una grosería o una falta de respeto a los mayores. En esos contextos mejor intentar formas de comunicación menos directas.

Si alguien te pregunta cuándo vas a tener hijos, por ejemplo, podés decir “No lo sé, no estamos seguros de cuándo”. Si alguien insiste, podés levantarte para ir al baño o para rellenar el vaso.

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Navidad en familia.
Foto: Pexels.

Puede parecer una forma pasiva de desentenderse, pero puede ayudarte a encontrar un equilibrio entre discutir con un pariente mayor y mantener la paz familiar.

Por supuesto, este tipo de comentarios pueden seguir molestándote. Para restablecer tus emociones, Wang sugiere contar hasta 10 repetidamente hasta que sentís que te calmás. A veces, Sagaram dice a sus clientes que se pongan una goma para el pelo en la muñeca y tiren de ella en los momentos de malestar, para centrarse en esa sensación.

Sagaram menciona que a menudo trabaja con mujeres que se sienten empoderadas en su vida cotidiana, pero que vuelven a adoptar papeles más pasivos durante las visitas familiares.

No obstante, animó a la gente a “encontrar su voz, aunque sea en pequeñas dosis”. Eso podría ser tan sencillo como decir “no, gracias” a un plato que no querpes comer, o decirle a alguien: “Sé que tenías buena intención, pero me gustaría que no hubieras dicho eso”.

Señaló que en ciertas culturas, “la palabra ‘no’ puede parecer un rechazo, puede parecer hiriente”. Ella y Wang recomiendan encontrar formas de decir “no” sin decirlo realmente, como responder con un “quizá más tarde” o un “sí, pero” que establezca límites. Si, por ejemplo, un miembro de la familia sugiere una excursión al zoológico, podrías ir, pero conduciendo por separado para poder irte cuando quieras.

Wang entiende que es natural sentirse culpable por tomar estas medidas, pero advierte que ignorar lo que quieres puede generar un resentimiento que, a la larga, puede estropear el tiempo en familia.

“Podrías estallar o quizás explotar un poco, porque no has tenido la oportunidad de satisfacer tus propios deseos o necesidades”.

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