Milenka Duarte/El Comercio GDA
La infancia es un periodo crítico en la vida de cualquier persona, pues es en esta etapa donde se forman las primeras experiencias emocionales y sociales que influyen en el comportamiento futuro.
Los vínculos que establecemos con nuestro entorno, especialmente con nuestros padres, nos brindan seguridad y afecto en la niñez y dejan una marca indeleble en cómo nos relacionamos con los demás a lo largo de nuestras vidas.
Los estilos de apego, definidos en los primeros años de vida, actúan como un mapa emocional que guía las interacciones y elecciones en la adultez, incluyendo la elección de pareja y la dinámica en las relaciones amorosas. Es decir, las decisiones sobre con quién compartimos nuestra vida no son completamente aleatorias; tienen su origen en los vínculos emocionales que hemos formado en la infancia con nuestros padres.
Por esta razón, dos expertas explican cómo las primeras experiencias pueden seguir desempeñando un papel crucial en la vida amorosa.
1)¿Cómo pueden las experiencias en la infancia influir en la elección de pareja en la adultez?
Las experiencias de la infancia son fundamentales en la formación de patrones de apego, especialmente en las relaciones con los padres o cuidadores, influyendo en las expectativas y comportamientos en las relaciones adultas.
Madeli Santos, psicóloga clínica y experta en relaciones conscientes y gestión emocional, explicó que estos estilos de apego se desarrollan a partir de cómo fueron atendidas las necesidades emocionales y de seguridad, siendo así un modelo de cómo esperamos ser tratados en las relaciones de pareja.
“El tipo de experiencia en esta etapa temprana puede llegar a moldear nuestras expectativas y comportamientos en las relaciones de pareja. Por ejemplo, aquellas que fueron positivas, como el amor incondicional y el apoyo emocional, definitivamente nos brindan una base segura para confiar y formar apegos saludables con los demás, lo que facilita relaciones amorosas más saludables”, expresó Santos.
“En cambio, las vivencias negativas, activan ciertos esquemas, como la privación emocional, el abandono, la desconfianza y el abuso, los cuales pueden traer consigo inseguridades y comportamientos defensivos, afectando así la capacidad de establecer y mantener interacciones positivas y saludables”, añadió.
Por su parte, Fanny Abanto Casavalente, psicoterapeuta especializada en terapia de esquemas, señaló que las experiencias traumáticas y las dinámicas familiares mal gestionadas, como el divorcio de los padres o la ausencia de uno de ellos, pueden tener diversos efectos en el desarrollo psicológico y emocional de una persona, e influir en la calidad de las relaciones en la adultez, incluyendo:
Dificultades para la regulación emocional: afecta la capacidad de una persona para gestionar sus emociones de manera saludable, lo que puede llevar a comportamientos volátiles, ansiedad o depresión, repercutiendo en la estabilidad y la satisfacción en las relaciones íntimas.
Patrones de comunicación ineficaces: pueden dificultar la capacidad para comunicarse de manera efectiva y asertiva, convirtiendo los malentendidos, los conflictos y la falta de intimidad en algo cotidiano y desgastante.
Problemas de salud mental: personas que han sufrido abuso, negligencia o trauma en la infancia tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud mental, como depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático (TEPT), trastornos del estado de ánimo, conductas autodestructivas y ataques de ira, lo que influye significativamente en la estabilidad emocional de las relaciones de pareja.
Problemas de relaciones íntimas: podría afectar la capacidad para establecer relaciones íntimas y saludables, generando dificultades en la elección de pareja, la comunicación y la intimidad.
Baja autoestima: puede influir en la percepción que una persona tiene de sí misma y su capacidad para establecer relaciones sanas y satisfactorias, llevando a buscar parejas que las traten mal o las degraden, perpetuando un ciclo de abuso o de relaciones disfuncionales.
Problemas de confianza: las dinámicas disfuncionales pueden generar inseguridad y dificultades para confiar en los demás, afectando la forma en la que un individuo se relaciona con su pareja.
Modelos de relaciones distorsionados: los modelos de relaciones observados en el entorno familiar pueden influir en la percepción y experiencia de las relaciones íntimas. Si estos modelos son disfuncionales o negativos, pueden repetirse en las relaciones posteriores.
Sin embargo, las experiencias infantiles influyen en las relaciones, pero no condenan a repetir patrones negativos. Factores como la vida adulta, personalidad, valores y creencias también afectan cómo uno se relaciona, por lo que la niñez no determina completamente el futuro de los vínculos amorosos.
2)¿Qué papel juegan los estilos de apego formados durante la infancia en la elección de una pareja?
Los estilos de apego formados durante la infancia desempeñan un papel fundamental en la elección de pareja, ya que influyen en la forma en que se interactúa con los demás y en las expectativas que se tienen sobre las relaciones. Según la psicoterapeuta, para entender mejor el impacto, es necesario comprender cada uno de estos estilos.
Apego seguro: se desarrolla cuando los cuidadores atienden adecuadamente las necesidades de los niños. Esto les enseña a confiar en los demás y a sentirse dignos de amor y cuidado. En la adultez, las personas con apego seguro buscan relaciones estables y satisfactorias. Estas se caracterizan por la confianza mutua, la comunicación abierta y la capacidad de manejar los conflictos de manera constructiva. Este estilo favorece vínculos duraderos y equilibrados entre dependencia y autonomía.
Apego ansioso/preocupado: Se forma cuando la disponibilidad emocional de los padres es inconsistente. Esto hace que los niños se sientan inseguros sobre el amor y la atención que recibirán. En la adultez, estas personas buscan parejas que les brinden mucha atención y afecto. Muestran una dependencia emocional excesiva y dificultades para confiar en sus compañeros, temiendo la separación o el abandono.
Apego evitativo/desestimado: Surge cuando los progenitores son emocionalmente distantes o no responden adecuadamente a las necesidades de los niños. Estos infantes aprenden a depender de sí mismos y a suprimir sus necesidades emocionales. Como adultos, se sienten incómodos con la intimidad y la dependencia emocional. Optan por relaciones independientes y sin compromisos, con dificultades para confiar en sus compañeros.
Apego desorganizado/inseguro: Resulta de un ambiente donde los padres son una fuente de temor o confusión, debido a comportamientos erráticos o abusivos. Estos infantes no desarrollan una estrategia coherente para enfrentar el estrés relacional. En la adultez, esto se traduce en relaciones caóticas, con patrones de comportamiento impredecibles y dificultades para regular las emociones. A menudo se relacionan con personas con el mismo estilo de apego.
3)¿Qué señales pueden indicar que las experiencias de la infancia están influyendo negativamente en la elección y dinámica de pareja?
Madeli Santos identifica algunas señales de alarma o “red flags” que pueden indicar la influencia negativa de las experiencias de la infancia en las relaciones de pareja:
- Patrones repetitivos de relaciones disfuncionales.
- Dificultades para confiar o intimar.
- Comportamientos de dependencia extrema.
- Preocupación excesiva por el miedo al abandono.
- Conflictos recurrentes.
- Dificultades para establecer límites saludables.
- Problemas de comunicación.
4)¿Es posible cambiar los patrones de relación que se formaron durante la infancia?
Es común que las personas busquen inconscientemente parejas que refuercen los patrones de apego desarrollados en la infancia, pues estos les resultan familiares, aunque no necesariamente saludables. No obstante, Fanny Abanto Casavalente afirma que es posible cambiar estos patrones y desarrollar formas más saludables de interacción, aunque estén profundamente arraigados. Para ello, es esencial:
Identificar el estilo de apego: a través de la introspección y la observación de los patrones de comportamiento, a menudo con la ayuda de un profesional de la salud mental.
Reflexionar sobre las relaciones pasadas: recordar cómo te sentías y actuabas en ellas puede revelar patrones de apego.
Analizar las relaciones actuales: reflexionar sobre la elección de pareja, las dificultades frecuentes y la comunicación para identificar patrones de apego.
Investigar la infancia y adolescencia: entender los orígenes de estos patrones mediante la indagación de estas etapas de vida.
Desarrollar la autoconciencia: reconocer las necesidades emocionales y buscar formas más saludables de satisfacerlas, estableciendo límites para protegerse de influencias negativas.
Buscar ayuda profesional: un psicólogo o psicoterapeuta puede ayudar a identificar el estilo de apego y visualizar cómo afecta las relaciones actuales, utilizando herramientas como la terapia de apego y la terapia de esquemas.
5)¿Qué ejercicios pueden emplearse para sanar las heridas de la infancia?
Sanar las heridas de la infancia es un proceso delicado y personal. Sin embargo, Madeli Santos recomienda algunas actividades beneficiosas para mejorar la calidad de las relaciones románticas y el bienestar personal:
- Practicar la atención plena (mindfulness).
- Llevar un diario para explorar y procesar emociones.
- Realizar actividades de autocuidado y autorreflexión.
- Participar en talleres, programas o grupos de apoyo.
- Practicar la meditación en pareja.
- Acudir a terapia de pareja.
- Practicar ejercicios de comunicación consciente, como la escucha activa.
- Apostar por la psicoterapia individual.