Por Fabián Muro
Luego de dos éxitos editoriales —"Inquebrantables" y "Las trampas del miedo"— Daniel Habif acaba de editar Ruge o espera ser devorado, un libro de desarrollo personal o autoayuda en el cual deposita grandes expectativas, aunque en una charla dice que no tanto por él, sino por el equipo del cual es la cara. Con casi nueve millones de seguidores en Instagram y más de tres millones de suscriptores a su canal de YouTube, su rostro es famoso. En realidad, Habif era relativamente conocido en su país, México, antes de convertirse en el influencer, coach y escritor que es actualmente.
Previo a su status como referente de su metier, Habif (39 años, oriundo de la ciudad de Mazatlán en el estado de Sinaloa), era actor. Trabajó tanto en obras de teatro como telenovelas, además de grabar un disco como parte de la agrupación musical Kids. O sea, era un hombre con múltiples actividades dentro del showbusiness.
Aunque no se supiera de su pasado, uno probablemente intuiría cierta formación actoral o performática cuando mira sus videos. Las palabras le brotan con facilidad y él las entrega con un aire que transmite convicción. Al verlo predicar sus ideas y exhortos a la acción, cuesta imaginar que era tartamudo, como dice en una charla vía zoom con El País. El hecho que lo llevó de la actuación al coaching fue un posteo de su esposa publicó en redes sociales. Titulado "El fracaso no existe", ese video se viralizó y lo puso en el camino hacia el lugar en el cual está hoy.
En menos de cinco minutos, el mensaje de Habif en ese video no es, en esencia, distinto al de "Ruge o espera..": Hay que tomar el toro por las astas y, como gritaba el actor Shia LeBeouf en aquel video —también viral— que tenía el mismo título que el slogan de Nike (Just do it, o “Solo hazlo”), empezar a hacer.
Pero Habif sabe que antes de empezar a “rugir”, hay que juntar valor y, en particular, conocerse a sí mismo. El nuevo libro está dividido en tres capítulos: “Inspira”, “Inflama” y, finalmente, “Ruge”. “Inspirar es ese primer proceso de autoevaluación. No puedes pretender ir a un mejor lugar si no sabés dónde estás parado. El capítulo es una invitación a una exploración interna, y a través de la ácida honestidad, revisás con qué cuentas. Chequeás tus talentos, catalogás y jerarquizás tus inteligencias. Ese primer capítulo enseña al lector cómo encontrar naturalmente dónde está su inteligencia, sea esta musical, sinestésica-corporal o lógica-matemática, lingüística u otra”, explica Habif.
Esos son algunos de los primeros pasos que propone para el proceso de conocerse a sí mismo, y subraya la importancia de algunos factores. Uno de ellos es que ese proceso no se lleva adelante fácilmente. Como dice, hay una parte “ácida”, corrosiva, en ese camino. Una instancia que implica mirarse en un espejo que no parecería devolver un reflejo halagador. Habif es muy afecto a los aforismos y tiene uno en el libro que de alguna forma sintetiza lo que quiere transmitir cuando habla de una ácida autocrítica: “La verdad duele, pero no deja cicatrices como la mentira”.
En el libro también ofrece algunos métodos prácticos para iniciarse en ese proceso. Uno de ellos consta de los eneagramas que conforman una suerte de mapa de personalidades. Respondiendo una serie de preguntas —que Habif ofrece en una parte de su web oficial— uno llega a un perfil de nueve posibles. Los eneagramas tienen una larga historia (la entrada de Wikipedia de estos habla de un origen que se remonta miles de años antes de Cristo) y desarrollo por parte del místico ruso Georges Gurdjieff y el psiquiatra chileno Claudio Naranjo. De acuerdo a Habif, el test que arroja uno de nueve tipos posibles de personalidad, no está “escrito en piedra”. Pero es lo que él ha encontrado de utilidad como un posible camino hacia un mayor autoconocimiento. “No son verdades absolutas”, escribe en Ruge... “Debes usarlos como una guía para reconocer y apreciar características que son comunes en ciertos perfiles. Saber cuál es tu tipología no te va a sanar si no actúas para compensar las tendencias que podrían empujarte a tomar cierto tipo de decisiones (...) No somos robots. Aunque correspondas con un grupo de conducta, nadie es la copia exacta de los perfiles descritos”.
En la charla, Habif advierte contra engañarse a sí mismo cuando se hace este test. “Los eneagramas no representan la totalidad del individuo y a veces este trata de ‘caer’ en un eneagrama que le parece interesante: ‘Este es el que se ve más cool y en este quiero encajar’. Pero tenemos que partir de lo autenticidad, no de querer parecerte a alguien. Ser quien eres es bastante difícil así que imagínate tratar de ser alguien que no eres; es algo bastante complejo. Aunque estamos en una sociedad que quiere aceptarte tal y como no eres, vamos a comenzar por comprender lo que soy”.
—¿Ese proceso de autoconocimiento siempre lleva a una mayor aceptación de uno mismo?
—Totalmente. Porque entre más te conoces, menos miedo te tienes. Tienes una mejor plataforma para saber tus cualidades y qué precio estás dispuesto a pagar por ciertas incertidumbres o por tu impulsividad. Esto por lo menos te da una mejor fotografía de quién eres. No te permite encontrarte al 100% (...) Cuando te conoces a mayor profundidad, puedes encontrar muchas heridas que estaban debajo de la alfombra. Cada una de estas heridas suele tener una máscara, que promueve ciertas conductas, con sus matices. Hay conductas que te estancan, otras que te congelan, otras que te promueven... Si partes de la autenticidad y consistencia, vas a entender qué te da vergüenza, qué te da culpa y eso te ayuda quitar ciertas piedras, y ciertas durezas del corazón.
Otro comportamiento en el que Habif hace hincapié es ser disciplinado. Sin disciplina no se alcanzará el autoconocimiento, ni tampoco habrá recompensa alguna, afirma. Sobre todo porque porque vivimos en una sociedad con constantes tentaciones de gratificaciones inmediatas.
Él pone el ejemplo de la aplicación Tiktok (ver más abajo), y sostiene que si uno —por ejemplo— interrumpe una labor para mirar videos de Tiktok durante unos segundos nomás, volver a la concentración para concluir la tarea es sumamente difícil. En unos pocos segundos, dice, uno ve un video que le despierta la lujuria, otro que apela a la vanidad, otro que conecta con las aspiraciones que uno pueda tener... En ese torbellino de distracciones, reflexiona, es muy fácil perder el foco y postergar aquello que cuesta mucho trabajo conseguir. Como escribe en otro fragmento de su reciente trabajo: "La felicidad es una estado sofisticado de profundos sacrificios".
Cómo enfocarse cuando se trabaja
“Otro asunto que nos impide enfocarnos tiene que ver con ese empeño en convertirnos en una maquinaria multitarea. Este es un atributo por el cual tenemos enorme estima y que ponemos, orgullosos, en nuestros perfiles personales sin saber que va contra la naturaleza de nuestro cerebro. Todos hacemos múltiples tareas a la vez, algunas con mayor destreza que otras, claro está. Yo puedo escuchar las noticias mientras reviso los comentarios en mis redes sociales y escribo algunas líneas para mis publicaciones, y esto mientras desayuno. (...) Cuantas más tareas hagas al mismo tiempo, más tiempo perderás. La brevedad de las interrupciones no mejora el desempeño. Como resultado, estar media hora seguida en Tiktok es más eficiente que entrar 30 veces a la aplicación, porque esas repetidas interrupciones afectan la posibilidad de hallar el enfoque (...) los minutos de trabajo deben ser exclusivamente para una tarea específica;si tienes dos objetivos debes establecer dos periodos determinados para cada uno de ellos (...)Ya sabemos qu estar enfocados es indispensable para inflamar el rugido que llevamos dentro”.