Redacción El País
El duelo en niños y adolescentes es un proceso emocional profundo y delicado que requiere acompañamiento. Jorge Bafico, Irene Arias, Sabina Alcarraz, Fanny Berger y Alejandro de Barbieri comparten sus enfoques y recomendaciones para que los adultos puedan ayudar a los más jóvenes a enfrentar una pérdida.
Todos coinciden en la importancia de acompañar a niños y adolescentes en su proceso de duelo requiere una combinación de honestidad, empatía y un apoyo continuo que respete su individualidad.
Aunque el duelo es un proceso difícil, es posible facilitarlo mediante una comunicación clara, la validación de las emociones y el mantenimiento de rutinas estables. Estar presentes y ofrecer un entorno seguro y comprensivo es clave para poder procesar la pérdida y que continúen su desarrollo emocional de manera saludable.
Jorge Bafico: la importancia de la verdad
El psicoanalista Jorge Bafico señala la complejidad de hablar con los niños sobre la muerte y enfatiza que la forma en la que se comunica esta realidad es crucial para su comprensión y adaptación.
“Cuando un niño pregunta sobre la muerte, suele ser porque ya intuye la respuesta y necesita confirmación. Ocultar la verdad o transformarla en algo distinto puede generar mitos y angustias innecesarias", advierte. Bafico destaca que los niños son perceptivos y, si no reciben una explicación clara, pueden llegar a creer que son responsables de lo que está sucediendo.
Además, el profesional señala los peligros de utilizar explicaciones esotéricas o religiosas que no se ajustan a la realidad cotidiana del niño. Decirles que alguien "se fue al cielo" o "se convirtió en un ángel" puede llevar a desarrollar fantasías que no contribuyen a su comprensión real del hecho. En su lugar, recomienda una comunicación directa y pragmática, adaptada a la capacidad de comprensión del pequeño, para evitar confusiones y mitos que puedan complicar el duelo.
Irene Arias: acompañamiento amoroso y asertivo en el duelo
La psicóloga Irene Arias destaca la importancia de un acompañamiento amoroso y asertivo durante el proceso de duelo, especialmente en niños y adolescentes. Arias subraya que, aunque es imposible evitar la tristeza o el dolor ante una pérdida, es posible crear un entorno adecuado para que el duelo se elabore de la mejor manera posible.
Arias propone cuatro claves fundamentales para acompañar el duelo con una impronta amorosa:
1. Lenguaje claro y sencillo: comunicar la información de manera franca, sencilla y clara, utilizando un lenguaje que sea familiar y fácil de entender para el niño o adolescente. Es importante que la persona que transmita la noticia sea alguien de confianza para el niño.
2. Habilitar la expresión: establecer una escucha atenta y respetuosa es vital para que el niño pueda expresar sus emociones y dudas. Arias destaca la importancia de responder de manera clara y honesta a las preguntas que puedan surgir, incluso si lo hacen tiempo después de la noticia. Además, sugiere incluir a los niños en las decisiones sobre cómo quieren participar en los rituales de despedida.
3. Honrar el proceso individual: cada duelo es único, y es esencial respetar el tiempo y las formas en que cada niño o adolescente procesa la pérdida. Permitir que expresen su dolor a través de diferentes medios, como dibujos, música o juegos, y evitar invalidar sus emociones, es crucial para su elaboración emocional.
4. Atención a los cuidados y rutinas: mantener una rutina regular en cuanto a alimentación, sueño, juego y actividades educativas es fundamental para ofrecer estabilidad. Arias también recomienda considerar un espacio psicoterapéutico tanto para los niños como para los adultos que los acompañan, para apoyar el proceso de duelo.
Arias concluye que, en situaciones de crisis, a veces lo más importante no es hacer, sino estar presentes. Este acompañamiento puede realizarse a través de palabras, pero también mediante actividades compartidas como dibujar, leer un cuento, o simplemente pasar tiempo juntos. Este enfoque ayuda a validar y descubrir las infinitas posibilidades de construir el presente y el futuro de cada niño y adolescente.
Sabina Alcarraz: el duelo como un proceso único
La psicóloga Sabina Alcarraz enfatiza que el duelo es una experiencia profundamente individual y singular, especialmente en niños y adolescentes. Remarca la necesidad de abordar el duelo con verdad y empatía, adaptando la información a la etapa de desarrollo del niño.
"Es crucial que se explique claramente al pequeño que la persona fallecida no volverá, evitando disfrazar la verdad con explicaciones que solo generen más confusión", explica.
Alcarraz también aborda la manera en que los niños pequeños, especialmente aquellos menores de seis años, porque ellos no comprenden plenamente el concepto de muerte y reversibilidad, lo que puede llevarlos a preguntar varias veces sobre el fallecimiento. En cambio, los niños mayores de siete años entienden mejor estos conceptos, aunque sigue siendo vital explicarles lo ocurrido de forma que se ajuste a su nivel de desarrollo y personalidad.
Para los adolescentes, el duelo puede ser similar al de un adulto, aunque con una intensidad emocional particular debido a su etapa vital. "Es fundamental escuchar, contener y facilitar la expresión emocional de los adolescentes, incluso cuando su duelo puede verse amplificado por otras frustraciones personales, académicas o sociales", agrega Alcarraz.
La profesional subraya la importancia de que tanto niños como adolescentes retomen rápidamente sus rutinas diarias, lo que les ayuda a mantener un sentido de normalidad y continuidad.
“En aquellos casos que se considere exista un duelo crónico, que se ha prolongado extremadamente en el tiempo y que la familia note que el niño o el adolescente no ha podido retomar sus rutinas, sus hábitos diarios, su agenda académica y social, la indicación y la sugerencia es consultar a un psicoterapeuta” señala Alcarraz y remarca que hoy en día existen aborrajes psicoterapéuticos de última generación, como lo es el EMDR, que permite rápidamente sacar la sintomatología y el malestar referido al duelo.
Fanny Berger: explicar la muerte con claridad y honestidad
La psicóloga Fanny Berger ofrece una guía sobre cómo hablar con los niños acerca de la muerte, subrayando la importancia de la claridad y la honestidad. Aunque los niños pequeños pueden no comprender completamente el concepto de la muerte, es esencial que se les hable de manera directa y sencilla, ajustando la información a su nivel de desarrollo. "Hay que decirle al niño que fulano se fue y no va a volver", enfatiza Berger, quien añade que incluso a edades tempranas, los niños comienzan a preguntar sobre la muerte.
Berger también subraya la importancia de asegurarse de que los niños no se culpen por la muerte de un ser querido. "Los niños pueden pensar que la muerte ocurrió porque se portaron mal o no hicieron caso, por lo que es vital aclarar que la muerte no tiene relación con algo que el niño haya hecho o dejado de hacer", explica.
Además de brindar una explicación clara sobre la muerte, Berger recomienda mantener la seguridad emocional de los niños, especialmente en lo que respecta a las figuras de apego, y asegurarse de que su entorno diario permanezca estable.
En cuanto a la información sobre enfermedades, Berger aconseja precaución. Explicar que alguien está muy enfermo puede asustar a los niños si no se maneja adecuadamente. "Es importante hablar sobre la salud física y mental sin generar miedo innecesario", recomienda, sugiriendo que esta puede ser una oportunidad para enseñar a los niños sobre el cuidado personal y la prevención.
Alejandro De Barbieri: el miedo como protección
Hablar de la muerte, puede traer aparejado algunos miedos. En este sentido, el psicólogo Alejandro De Barbieri explora el papel del miedo no como algo malo, sino como una emoción primaria y protectora, fundamental para la supervivencia humana.
Según De Barbieri, el miedo es un mecanismo adaptativo esencial que nos impulsa a tomar precauciones ante situaciones de riesgo, como en la salud o en la vida cotidiana. "El miedo nos protege; es una función social que permite al ser humano adaptarse a situaciones de peligro", explica.
De Barbieri señala que el miedo puede ser beneficioso cuando actúa como un impulso para tomar medidas preventivas, como someterse a controles médicos antes de practicar deportes.
Sin embargo, también advierte sobre el miedo patológico, que ocurre cuando la emoción se convierte en un obstáculo que bloquea a la persona, impidiéndole enfrentar sus temores. "El miedo patológico puede manifestarse en casos de angustia extrema, como cuando alguien que ha tenido un accidente automovilístico no puede volver a conducir", señala. En estos casos, es importante buscar ayuda profesional para abordar el miedo y evitar que afecte negativamente la vida de la persona.