Por El Comercio GDA
Frente a un mundo tan cambiante y repleto de incertidumbres, establecer rutinas puede ayudarnos a mantener la mente enfocada y ordenar nuestros pensamientos. Además, planificar nuestros días nos permite transitar la jornada con una mayor capacidad para gestionar el estrés.
Los beneficios de tener una rutina.
Seguir una agenda mejora nuestra productividad, puesto que al administrar mejor nuestro tiempo y priorizar nuestras tareas tenemos una visión más clara de qué cosas debemos hacer y cuándo debemos realizarlas. En efecto, nos impulsa a planificar y organizar nuestras actividades previamente, lo que nos ayuda a evitar la procrastinación y a emplear nuestro tiempo de una manera más eficiente.
De igual manera, establecer un itinerario nos brinda una sensación de control, es decir, nos permite ser dueños de nuestras vidas. También nos da mayor libertad para incluir actividades vinculadas a hábitos más saludables, como realizar ejercicio de forma regular, preocuparnos por una buena alimentación y lograr una calidad de sueño.
¿Qué podemos hacer para que nuestra agenda funcione?
En primer lugar, el horario tiene que ser personal, pues cada uno de nosotros somos un mundo completamente diferente. Debemos orientar nuestros horarios según nuestras necesidades y capacidades.
El autoconocimiento es uno de los componentes de nuestro desarrollo personal, puesto que si no somos capaces de conocernos, no vamos a poder identificar qué es lo que funciona para cada uno de nosotros. Nos permite establecer metas claras, reconocer nuestro propio ritmo y saber cuáles son nuestros momentos más significativos de energía y concentración.
Como dice el famoso dicho: “quien mucho abarca, poco aprieta”. Ciertamente, si nos dedicamos a realizar varias tareas de forma simultánea, esto impactará negativamente en la calidad del resultado final. Por ello, debemos aprender a gestionar bien nuestro tiempo, lo cual requiere que dividamos el horario en bloques y que cada período sea destinado a una sola tarea.
No se trata solo de enfocarnos en las responsabilidades que hemos asumido, sino también en actividades o momentos para nuestro crecimiento personal. Es crucial reservar un espacio para todas aquellas cosas que nos aportan bienestar y salud, lo que nos permitirá ser más productivos y tener un mejor desempeño.
Por último, no debemos conformarnos con lo que hemos establecido: siempre hay que realizar mejoras y medir si efectivamente estamos logrando nuestras metas. A su vez, es importante que tengamos apertura al cambio, puesto que pueden presentarse imprevistos y si no somos capaces de sobrellevarlo, nos resultará más difícil alcanzar esa seguridad, equilibrio y bienestar integral que tanto anhelamos.