Gran parte de los problemas que tenemos para gestionar nuestras finanzas tienen que ver con sesgos cognitivos (también llamados sesgos de comportamiento), es decir, creencias o juicios irracionales e inconscientes que determinan nuestras decisiones. Conocer cuáles son estos sesgos es fundamental para mejorar nuestra salud financiera.
Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), uno de los sesgos más comunes es la aversión a las pérdidas y a desperdiciar oportunidades. Esto se traduce en que las personas prefieren no perder antes que ganar. Así lo explicó la licenciada en Economía Carolina Sur: “Uno tiende a evitar las pérdidas más que a buscar ganancias, lo que puede llevar a decisiones de gasto impulsivas para evitar perder una oferta, incluso si no es la mejor oportunidad financiera”.
Esto explica por qué, como consumidores, queremos aprovechar todos los descuentos y las ofertas. “Somos más propensos a gastar cuando nos dicen ‘no te pierdas esta oportunidad’”, remarcó Sur.
Los sesgos cognitivos forman parte del campo de estudio de la economía conductual o economía del comportamiento, que investiga cómo impacta el raciocinio y la emocionalidad de las personas en la toma de decisiones financieras, los precios del mercado y otros aspectos de la economía. Esto nos ayuda a entender “por qué los individuos a menudo toman decisiones que van en contra de su propio interés económico”, tal como dijo el economista estadounidense y experto en el área, Richard H. Thaler.
En su experiencia, Sur —que realiza mentorías vinculadas al ahorro, la inversión y el consumo consciente— también ha notado que “la gente tiende a gastar más cuando está abrumada y con muchas cosas en la cabeza”. Comprar es cada vez más fácil —en Internet solo se precisan dos o tres clics— y en momentos donde el estrés y las preocupaciones abundan, es más factible que uno opte por la primera opción que se le cruce o la que le lleve menos tiempo, en lugar de dedicarse a comparar y buscar otras alternativas. Para evitarlo, es importante aprender a gestionar las emociones y el estrés.
Por otra parte, en ocasiones el agobio tiene que ver con estirar el horario de trabajo o sumar otras actividades laborales con el fin de ganar más dinero, y eso termina siendo contraproducente. “A veces es mejor quedarse durmiendo y no hacer ese trabajo extra, porque uno se abruma, termina yendo en taxi en vez de ómnibus, se pelea con la familia y después tiene que compensar y comprarles algo… Y al final gasta el doble de lo que gana en ese esfuerzo extra”, detalló la experta.
Y agregó: “Es como cuando vas al gimnasio y a la vuelta comés tres donas con un café. Mejor quedate durmiendo, porque lo que compensaste fue peor de lo que hiciste”.
Todo lo anterior demuestra que, sin dudas, el manejo del dinero está estrechamente ligado a las emociones y la cognición humana. Por eso, Sur señaló que el consejo más importante es “parar un segundo el trajín de hacer, hacer y hacer”. Y concluyó: “Si estamos estresados por un tema, lo mejor es parar un segundo y pensar. Hay que reflexionar antes de hacer las cosas, porque sino tenderemos a gastar más de lo que hubiéramos querido”.
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