Como seres humanos, somos, por defecto, seres sociales. Desde que somos pequeños necesitamos el afecto y la compañía de otros, y vincularnos de forma positiva con los demás parte de tener una relación saludable con uno mismo.

Juan Pablo Velásquez, lifecoach y autor del libro El tipo del espejo, sostiene que “para tener una relación sana con nosotros mismos, primero que todo, debemos de construir los cimientos, que son las creencias y los pensamientos que tenemos". Para ello, tenemos que cuestionarnos cómo nos autopercibimos y cómo es la conversación que tenemos con esa vocecita interna dentro nuestro, explica.

Asimismo, asegura que si no construimos una relación sólida con nosotros mismos, va a ser muy complicado llevar a cabo relaciones sanas con otras personas, debido a que esta relación personal se proyecta en la manera en la que nos comportamos.

“Vivimos negando nuestras inseguridades, nuestros miedos, nuestros temores, nuestras heridas, por miedo a trabajarlas, porque el ego siempre nos mantiene en una protección constante y en una falsa identificación de que no tenemos nada que trabajar, que es el mundo externo que tiene que cambiar para nosotros sentirnos bien, pero no es así”, afirma Velásquez.

1. Aceptar. Cavar en lo más profundo de nosotros. Ese proceso no es para nada fácil, porque al ego le cuesta mucho aceptar aquello que no quiere ver. Vivimos negando lo que tenemos que trabajar, pero cuando tomamos responsabilidad de nosotros mismos empezamos a ver nuestras carencias. Es el punto de partida para convertirnos en mejores personas.
2. Buscar ayuda profesional. Aquellos que por sí mismos no pueden reconocer lo que les sucede, pueden confiar en aquellos que sí. Si no quieren buscar a un psicólogo o lifecoach, hay muchísima información en las redes sociales, libros y podcasts que brindan herramientas muy útiles para empezar a formar una relación sana con nosotros mismos.
3. Cuidar la forma en la que nos hablamos. Debemos tener una buena conversación y hablarnos de manera asertiva, pues lo que hacemos con nosotros mismos lo reflejamos en los demás.
4. Ser tolerantes. Debemos aceptar que no podemos cambiar a las personas, porque ellos también están en un camino distinto, con distintos tiempos y con distintas aspectos a trabajar.

“Cuando tenemos una relación sana con nosotros mismos, nuestro entorno se vuelve más fácil de tratar porque aprendemos a observar, a aceptar y por ende, a entender. Además, en este proceso aprendemos de que el otro es un regalo. ¿Por qué? Porque a través de ellos podemos ver cosas que no hemos visto en nosotros”, finaliza Velásquez.

(Por El Comercio GDA)