Publicidad

¿Cuestión de fe? Descubrí qué le ocurre a tu cerebro cuando rezás o te concentrás para "hablar" con Dios

Según expertos, el lóbulo frontal es el que tiende a activarse cuando nos concentramos profundamente en una actividad; los factores de la fe y la creatividad.

Compartir esta noticia
Rezar.jfif
Foto: Rawpixel.

En base a La Nación
El neurocientífico Andrew Newberg dedicó su carrera a estudiar los efectos de la oración y otras prácticas religiosas en el bienestar mental de sus pacientes. Utilizando resonancias magnéticas, su equipo ha podido observar las áreas del cerebro que se activan en una persona mientras reza.

Una práctica común en la oración es la repetición de mantras o frases específicas. Al realizar esta acción, se activa el lóbulo frontal, la región cerebral que se asocia con la concentración profunda. Esta activación es de esperarse, ya que la oración requiere un enfoque intenso en la tarea en cuestión.

Lo que realmente sorprende a Newberg es lo que sucede cuando las personas experimentan lo que ellos mismos describen como "oración profunda". Ahi la actividad en el lóbulo frontal disminuye. Esto coincide con la sensación de que la oración se apodera de la persona, como si la experiencia proviniera de una fuente externa.

Islam.jpg
Foto: Flickr.

La oración profunda también genera una reducción en la actividad del lóbulo parietal, ubicado en la parte posterior del cerebro. Esta área es responsable de procesar información sensorial y crear nuestra representación visual del cuerpo.

La disminución de su actividad podría explicar la sensación de trascendencia que reportan quienes oran profundamente, ya que se pierde el sentido del yo individual y surge una sensación de unidad y conexión con algo más grande.

La explicación de Newberg resuena en lo que muchas personas han dicho sobre sus propias experiencias durante la oración. En varios de esos relatos se describe la sensación de perder el sentido del yo. Como si existiera una conexión profunda con Dios durante la oración contemplativa que va más allá del cuerpo y la conciencia.

Meditación y atención plena

Meditación.jpeg
Foto: Pexels.

Sin embargo, la oración es una experiencia profundamente personal. Lo que funciona para uno muy probablemente sea diferente para otros.
Tessa Watt, experta en meditación y atención plena (mindfulness), ha trabajado con cientos de personas y afirma que es posible alcanzar un estado similar a la oración profunda enfocando la atención en el presente y en las sensaciones corporales.

"Tanto la oración como el mindfulness ayudan a calmar la mente, brindan un espacio para la introspección y activan el sistema nervioso parasimpático", explica Watt.

El sistema nervioso está compuesto por dos subsistemas autónomos: el simpático y el parasimpático. El sistema simpático se encarga de las respuestas de "lucha o huida" ante las amenazas, mientras que el parasimpático regula las funciones de "descanso y digestión".

"Al practicar mindfulness, aprendemos a calmar la respuesta de lucha o huida, lo que nos permite manejar mejor nuestras emociones", dice Watt.

La relación con Dios

Para el sociólogo estadounidense Blake Victor Kent, la relación con Dios puede reflejar los patrones de apego que desarrollamos en la infancia con nuestros cuidadores.

La teoría del apego en psicología sugiere que la forma en que interactuamos con nuestros cuidadores tempranos moldea nuestras relaciones futuras. Si tuviste un cuidador presente y confiable en la infancia, es más probable que formes vínculos "seguros" en la adultez.

Por el contrario, si tuviste un cuidador inconsistente, como fue el caso de Blake, desarrollar confianza en la adultez puede ser un desafío, lo cual puede afectar la capacidad de establecer una relación íntima con Dios.

Para Blake, quien se define como alguien con apego ansioso, orar durante su carrera como pastor fue una experiencia llena de dudas y frustraciones.

"Creo que muchas personas en congregaciones religiosas pasan por lo mismo y se sienten culpables por no lograr los mismos resultados que otros", dice Blake.

Si bien tener una relación de apego inseguro con Dios puede ser perjudicial, comprender el origen de esa inseguridad puede ser el primer paso hacia la sanación. La psicoterapia puede ser una herramienta valiosa para modificar patrones de apego y mejorar la salud mental en general.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

cerebro

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad