Descubrí cuáles son los químicos de la felicidad y cómo se desatan tus reacciones

El cerebro humano funciona en base de recompensas que descargan neurotransmisores y estos, a su vez, impactan en las emociones y comportamientos de las personas.

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Poder regular nuestras emociones es fundamental.
Foto: Canva.

Podría decirse que los humanos tenemos dos cerebros. Uno es el sistema límbico, que es casi igual en todos los mamíferos y controla los productos químicos que nos hacen sentir bien o mal. El otro —exclusivamente de los humanos— es la corteza frontal o córtex, la encargada de controlar las funciones ejecutivas, el lenguaje y el pensamiento abstracto. Ambos —sistema límbico y corteza frontal— se necesitan entre sí.

El cerebro funciona en base a tareas y recompensas; a cada tarea se le descarga un neurotrasmisor determinado. Nuestros neurotransmisores de la felicidad están controlados por rutas neuronales construidas por experiencias pasadas y el cerebro mamífero libera los neurotransmisores de la felicidad en pequeñas proporciones. Siempre hay que hacer más para lograr más: trabajamos duro para conseguir la dopamina, serotonina, u oxitocina -los químicos de la felicidad-, mientras que los químicos de la amenaza invaden el cerebro con tres veces más potencia y duración.

Nuestro cerebro confunde el pasado con el presente, vemos el mundo a través de unos lentes que hemos construido a partir de nuestras propias experiencias pasadas. Estos lentes no dificultan captar objetivamente la realidad, pero con facilidad filtran información o la mal interpretan. Así funcionan algunos neurotransmisores.

La alegría de la dopamina

Se enciende cuando la persona consigue algo que la beneficia o está a punto de recibirlo, es como si dijera “esto se va a poner bueno”. Funciona como un circuito de recompensa. Cuando la dopamina surge, las neuronas se conectan, y esto a su vez condiciona para un futuro encendido rápido, en lo que que se llama la “anticipación de la recompensa”: recordamos muy bien aquello que nos dio placer y el solo anticipar que lo volvamos a vivir ya genera dopamina. Es un circuito de energía positiva por la anticipación esperanzada de un disfrute.

La clave es adecuar nuestras predicciones para poder sobrevivir. Aristóteles decía que “la felicidad es el descanso del alma en el bien alcanzado”, pero la dopamina se acaba rapidamente y luego nuestro cerebro quiere más placer.

La risa tiene efectos positivos en el cuerpo.

Una vez oí a un operador en adicciones decir que las drogas que generan mucha dopamina funcionan en base a la búsqueda de “volver al paraíso perdido”, hay una necesidad de lograr sentir niveles de disfrute que no se logran.

La adicción se basa en grandes recompensas tempranas que construyen grandes expectativas de más recompensas futuras.

Cabe preguntarse cuáles son las recompensas personales, pues un pequeño paso hacia ellas es suficiente para desencadenar la alegría que provoca la dopamina. Y por recompensa puede entenderse cualquier cosa que satisfaga una necesidad: tú defines las recompensas según aprendizajes previos, pero puedes construir nuevos caminos para disfrutar de nuevas gratificaciones.

La oxitocina

Surge cuando sentimos que es seguro bajar la guardia, cuando esperamos y recibimos protección de otros, cuando encontramos el apoyo social o confianza en los demás. Se relaciona con la aceptación y de hecho los momentos de aprobación vividos en la adolescencia construyeron un camino que hoy indica seguridad.

Otro aspecto interesante de la oxitocina es la vivencia de rescate: una gran oleada se desencadena si alguien literalmente te rescata del peligro y eso te conecta para sentirte profundamente unido a esa persona; todos tenemos en la memoria a aquellas personas que han sabido “estar” en nuestras vidas en los momentos en los que más vulnerables nos hemos encontrado.

Abrazo
Mujeres abrazándose.
Foto: Freepik.

Lo contrario también es cierto: si alguien no nos protege cuando lo esperábamos, la decepción desencadena el cortisol, un neurotransmisor que queremos evitar. Por eso, sin querer, muchas veces evitamos tender la mano y decepcionarnos.

Serotonina

Este neurotransmisor es el que nos hace sentir especiales. Los seres humanos tendemos a hacer la danza de la comparación social todo el tiempo. Necesitamos ganar, ser superiores o tener poder. Cuando no tenemos el reconocimiento que anhelamos, tendemos a sentirnos inferiores.

Los reconocimientos de la infancia y juventud provocaron serotonina y esto condiciona esperar lo mismo cuando en la vida adulta empleamos comportamientos similares.

serotonina
La serotonina y la dopamina influyen decisivamente en nosotros.
Foto: Flickr.

Es importante revisar nuestro pasado, concientizar cómo fuimos reforzados para poder entender cuándo se activa nuestro “allá y entonces” en un “aquí y ahora” y trabajar en las raíces de las causas de nuestros comportamientos, en nuestros sentimientos, necesidades y creencias.

El temido cortisol

Este neurotransmisor surge frente a todo aquello vivido como una potencial amenaza. Somos vulnerables a sentirnos alertas y amenazados, y así es como nuestro cerebro promueve la supervivencia.

El cortisol es solo un químico que se elimina en una hora; no es una evidencia de una amenaza real. Pero como nuestro cerebro no distingue entre fantasía o temor real, disparará cortisol frente a amenazas reales o imaginarias.

Lo que alivia el cortisol se siente como un salvavidas, así que la persona estará ansiosa por repetir ese comportamiento. Buscamos cualquier cosa que haya cambiado un mal sentimiento por una buena sensación. El problema es que hay alivios a corto plazo pero dañinos a largo plazo, como puede ser recurrir a evitar enfrentar ciertas situaciones o anestesiarnos con sustancias o comportamientos inadecuados.

Estrategias para fomentar el bienestar

El objetivo es encontrar una actividad que alivie sanamente, algo que realmente se disfrute sin que tenga consecuencias dañinas.

Las actividades que usan la mente y el cuerpo juntos, son buenas para distraer de pensamientos negativos mientras el cuerpo elimina el cortisol.

Es clave ir conociendo qué actividades descansan y recuperan nuestro bienestar.

Afortunadamente nuestra corteza frontal y el córtex frontal, zonas cerebrales exclusivas de los seres humanos, pueden también usar las experiencias pasadas para hacer predicciones acerca del futuro y reaprender nuevos caminos de satisfacción y felicidad. Pero ese será tema de otro artículo.

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