The Conversation*
La motivación es una de las fuerzas más poderosas que impulsan nuestras acciones y decisiones diarias. Nos inspira a alcanzar metas y superar obstáculos.
Sin embargo, en torno a ella han surgido numerosos mitos que pueden entorpecer nuestro bienestar y desarrollo personal.
Uno de los mitos más extendidos es la creencia de que la motivación es un estado que debe mantenerse en todo momento. Se asume que las personas exitosas siempre están motivadas y que cualquier descenso en el nivel de motivación es un signo de debilidad o falta de disciplina. Sin embargo, la realidad es que la motivación fluctúa debido a múltiples factores internos y externos.
Las investigaciones han demostrado que sus niveles varían de forma natural. Un estudio destaca que la búsqueda constante de la felicidad puede ser contraproducente, ya que genera un estado de insatisfacción crónica y disminuye nuestra capacidad de autocontrol. La “teoría de la autodeterminación” también respalda la idea de que la motivación depende del contexto y de la satisfacción de necesidades psicológicas como la autonomía, la competencia y la conexión social.
Aceptar estas fluctuaciones nos permite ser más compasivos con nosotros mismos y desarrollar estrategias efectivas para gestionar nuestros estados motivacionales sin caer en la autocrítica excesiva.
¿Externa o interna?
Muchos piensan que la motivación surge solo de incentivos externos como el dinero o el reconocimiento. Si bien estos pueden influir, su efecto suele ser temporal e incluso contraproducente.
El fenómeno del “efecto de sobrejustificación”, ampliamente estudiado en psicología, demuestra que las recompensas externas pueden reducir la motivación intrínseca. Un estudio clásico de 1973 encontró que los niños a quienes se les ofrecían premios por dibujar mostraban menos interés en la actividad cuando la recompensa desaparecía. Esto sugiere que, cuando una tarea se asocia demasiado con una gratificación externa, la satisfacción personal y el disfrute pueden disminuir.
Para desarrollar una motivación duradera, es importante fomentar la motivación intrínseca, que surge del interés genuino y la satisfacción de realizar una actividad en sí misma.
Esperar a estar motivados
Existe la creencia de que la motivación aparece espontáneamente y que debemos esperar el momento correcto antes de emprender una tarea. Sin embargo, la psicología del comportamiento ha demostrado que la motivación se genera mediante la acción. La técnica de los “dos minutos”, promovida por el escritor estadounidense James Clear en Hábitos atómicos, sugiere que iniciar una tarea de forma mínima, es decir dando un pequeño paso, ayuda a superar la procrastinación y crea el impulso necesario para continuar. Se pondría en marcha el “efecto Zeigarnik”, por el que nuestro cerebro tiende a recordar y querer completar tareas inacabadas.
En lugar de esperar a sentirnos motivados, es más efectivo comenzar con pequeños pasos y marcarse objetivos alcanzables.
Motivaciones muy personales
Cada persona responde de manera diferente a los estímulos motivacionales. Lo que funciona con una persona puede ser irrelevante para otra, debido a diferencias en experiencias, valores y personalidad.
Los estudios han identificado que la motivación está influenciada por factores individuales. Por ejemplo, el modelo de los cinco grandes rasgos de personalidad sugiere que personas con alta apertura a la experiencia pueden sentirse más estimuladas por la creatividad y el aprendizaje, mientras que aquellas con alta consciencia pueden responder mejor a objetivos estructurados y recompensas tangibles.
¿Puede haber exceso de motivación?
Si bien la motivación es clave para el éxito, un exceso de ella puede llevar al agotamiento. La “sobremotivación” genera un estado de hiperactividad en el que la persona siente que siempre debe estar haciendo algo, lo que puede ser perjudicial para la salud mental y física.
El síndrome de estar quemado o burnout, estudiado ampliamente en el ámbito laboral, es un claro ejemplo de cómo una motivación mal gestionada puede llevar al agotamiento extremo. Un metanálisis reciente encontró que las personas que se exigen demasiado a sí mismas pueden experimentar agotamiento emocional, despersonalización y una disminución en la satisfacción. En lugar de buscar una motivación constante e intensa, es más saludable encontrar un equilibrio entre el esfuerzo y el descanso.
Variedad de motivaciones
Existe la idea errónea de que cada persona tiene un único tipo de motivación dominante, ya sea intrínseca o extrínseca. Sin embargo, la realidad es que los seres humanos somos multimotivacionales y nuestras acciones pueden estar impulsadas simultáneamente por diversos factores.
La motivación humana se estructura a través de dimensiones interdependientes que interactúan dinámicamente. Las personas suelen combinar diferentes tipos de motivación dependiendo del contexto y la actividad en cuestión. Reconocer nuestra naturaleza multimotivacional en cada situación nos permite diseñar estrategias más efectivas para mantener el compromiso y la satisfacción en lo que hacemos.
La disciplina es un tipo de motivación
La frase “cuando te falte motivación, sé más disciplinado” simplifica en exceso la relación entre estos conceptos y no refleja la amplitud y complejidad de la motivación humana según la teoría de la autodeterminación.
Lo que llamamos coloquialmente “disciplina” se alinea con la regulación “introyectada”, una forma de motivación extrínseca que induce a que las personas actúen por presión interna, porque se sienten culpables si no realizan la conducta o para complacer o encontrar la aprobación de otras personas. Es lo que se denomina autoestima contingente, sin verdadera autodeterminación.
Esto implica que la disciplina no es un sustituto de la motivación, sino una manifestación específica de la misma.
Una nueva perspectiva sobre la motivación
La motivación es una fuente de estimulación poderosa, pero no debemos depender exclusivamente de ella ni caer en los mitos que la rodean. Es normal que fluctúe, que tenga raíces tanto internas como externas y que, en ocasiones, no aparezca hasta después de haber comenzado una tarea. Más que obsesionarnos con sentirnos motivados todo el tiempo, deberíamos enfocarnos en desarrollar hábitos, establecer sistemas efectivos y aprender a gestionar nuestra energía de manera inteligente.
En última instancia, la clave no está en perseguir la motivación como si fuera un recurso limitado, sino en comprender su dinámica y usarla de manera estratégica para alcanzar nuestras metas sin sacrificar nuestro bienestar. La próxima vez que sienta que le falta motivación, en lugar de juzgarse, pregúntese: ¿qué pequeño paso puedo dar hoy para avanzar? A veces, lo más importante no es cuán motivados nos sentimos, sino qué hacemos con la motivación que tenemos en el momento.
*Juan-Antonio A Moreno-Murcia
Catedrático de Universidad, Universidad Miguel Hernández
Julio Barrachina Peris
Profesor de Didáctica General y Didácticas Específicas, Área de Didáctica de la Expresión Corporal, Universidad de Alicante
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