La enfermedad de Parkinson es la neurodegenerativa más común en Uruguay, luego del Alzheimer. Desde el año 1997 la Organización Mundial de la Salud instauró el 11 de abril como su Día Mundial.
“No hay cifras oficiales sobre su incidencia y prevalencia en Uruguay, pero se estima que nuestro país tiene una situación similar a la de los países más o menos desarrollados", explica la neuróloga Beatriz Arciere, vicepresidenta de la Sociedad de Neurología del Uruguay y agrega: "Si bien en Uruguay no hay cifras epidemiológicas actualizadas, en 1996 se realizó un trabajo de prevalencia en Villa del Cerro liderado por el neurólogo y epidemiólogo Carlos Ketzoian, que mostró en ese entonces que en Uruguay habría entre 7.000 y 8.000 personas con Parkinson, con una prevalencia de 1,36/1.000 y una edad promedio de 72 años".
Otro dato relevante: Uruguay tiene una atención médica respecto a la enfermedad que puede equipararse a la de países con mayor poder y bienestar económico (ver recuadro).
Arciere, agrega, que no se conocen a ciencia cierta la o las causas de esta enfermedad, y que por ahora tampoco existe una cura definitiva, sino terapias como la levodopa y, en algunos casos muy avanzados, intervención quirúrgica.

Investigación en torno a nuevos tratamientos

Sin embargo, esta situación puede empezar a cambiar. El neurólogo Nicolás Labaure está actualmente en la Universidad de California, filial San Diego, para dos tareas. Por un lado, continuará con su especialización bajo la supervisión de la también uruguaya Irene Litvan, una de las principales referencias a nivel internacional en Parkinson y enfermedades similares. Por otra parte, el médico también participa de una serie de ensayos clínicos que tienen como objetivo desarrollar nuevas terapias —y, más allá, una cura— contra el Parkinson.
Aunque Labaure reitera que no está científicamente establecida la causa del Parkinson, sí existe una teoría de amplia aceptación en la comunidad médica. De acuerdo a lo que comenta, esta teoría explica el desarrollo de la enfermedad por la modificación de una proteína que existe naturalmente en el cerebro: la alfasinucleina. “Esta proteína empieza a cambiar su forma, y a agregarse a otras, lo cual —según esta hipótesis— es el primer paso hacia el desarrollo del Parkinson”.
Es sobre este proceso de modificación de la alfasinucleína que se están investigando terapias, y de acuerdo a lo que cuenta Labaure, los resultados de los ensayos clínicos en los que participa estarán listos para 2027.
Tratamientos e intervenciones
El acceso a medicación y tratamiento de Parkinson en Uruguay es universal, bajo la supervisión del Fondo Nacional de Recursos. Como explican los tres profesionales consultados en la nota principal, hay terapias farmacológicas -la principal, la levodopa, que suplementa al cerebro de dopamina- y, para algunos casos, intervenciones quirúrgicas.
Nicolás Laubere señala además, la existencia de Jutram (Grupo de Jóvenes Uruguayos de Trastornos del Movimiento), que él preside y que “reúne a profesionales del área de la neurología y -dentro de esta disciplina- los trastornos del movimiento” para facilitar el “crecimiento científico”. Laubere también integra el Grupo de Cirugía de Parkinson, que lleva a cabo las operaciones de casos complejos en el Hospital de Clínicas: “Luego de muchos años, se logró que esta cirugía sea accesible para todos, lo cual es muy importante. Acá en Estados Unidos, ese tratamiento es muy caro, y además es muy difícil que las aseguradoras médicas aprueben este tipo de intervenciones”.

Amorim, por su parte, dice algo similar en referencia a la cobertura médica en comparación con Estados Unidos, y agrega que “hasta ahora se han llevado a cabo algo más de medio centenar de operaciones, y se han obtenidos buenos resultados. También es importante la existencia del programa Prenpar, que es para la rehabilitación de Parkinson, que es un programa que abarca tanto a los pacientes como a los cuidadores, y que funciona en el Hospital de Clínicas”, cuenta quien hasta ahora fue el director del primer programa de Salud Cerebral del Ministerio de Salud Pública, uno que él no sabe si las nuevas autoridades continuarán.
Carga de enfermedad

Ignacio Amorín, en tanto, está a cargo de la parte de la Facultad de Medicina que se encarga de todo lo relacionado a esta enfermedad, y aporta que el Parkinson es un “problema” para Uruguay, por su perfil demográfico (grosso modo, envejecido).
De ahí que afirme que la fecha de mañana es importante, no solo como una jornada de concientización. “El Parkinson tiene en Uruguay una ‘Carga de enfermedad’ importante, cercana al 2% global del país. Esa ‘carga de enfermedad’ se calcula según el parámetro ‘Años de vida saludable perdidos’, o Avisa. Son los años que la persona vive con discapacidad —porque se trata generalmente de enfermedades crónicas— y también los años perdidos por muerte precoz”, explica.
Esos cálculos, continúa, constituyen algunos de los criterios en los que se basan las autoridades de salud pública para determinar dónde se invierte el dinero disponible. Pero no solo es una cuestión de inversión, añade, sino que hay un costado más cotidiano a tener en cuenta: la estigmatización que muchos pacientes con Parkinson experimentan, particularmente por el temblor (“muchos pacientes desearían evitar que se los vea en público temblando”), y también por el esfuerzo que supone para quienes están al cuidado de estas personas durante años.

El Parkinson en la historia
Hay varios hitos en la historia de la enfermedad de Parkinson. El primero ocurrió en 1817, cuando el médico británico James Parkinson presentó su trabajo An Essay on the Shaking Palsy (“Un ensayo sobre la parálisis agitante”), investigación fundacional en este campo. Otro en 1860 cuando el neurólogo francés Jean-Martin Charcot amplió lo que Parkinson había aportado y, de paso, empezó a referirse a la enfermedad con el apellido de su colega británico en conferencias públicas (a Charcot se le atribuye además la divulgación de las primeras fotos de pacientes con Parkinson, en 1878).
En la década de 1950, en tanto, el investigador sueco Arvid Carlsson, descubrió que el déficit el neurotransmisor dopamina causaba síntomas de Parkinson, lo cual llevó a que posteriormente se desarrollara el fármaco levodopa, que comenzó a aplicarse en 1969 (gracias a la investigación del estadounidense George Cotzias) y que aún hoy es el “patrón oro” en el tratamiento del Parkinson.
Finalmente, en 1997 la Organización Mundial de la Salud instauró el 11 de abril como Día Mundial de la enfermedad de Parkinson, ya que en dicha fecha de 1755 nació James Parkinson.