El Tiempo - GDA
Las personas que han incorporado a su vida diaria el hábito de agradecer, de expresar gratitud, están más satisfechas con la vida, se consideran más felices, gozan de una mayor autoestima y se encuentran más protegidas frente a los problemas de salud física y mental.
Estos impactos positivos en la persona que da y en la persona que recibe se han demostrado a nivel científico con experimentos reales, sobre todo en Estados Unidos, y en el ámbito de la psicología positiva, afirma la psicóloga y profesora Laura Amado.
El hábito de la gratitud, un enfoque optimista y de “esperanza realista”, fortalece el sistema inmune, todo lo contrario que estar centrado “hacia el déficit, a lo que carecemos y a la dificultad. Darle la vuelta y practicar y entrenar todo esto parece fácil, pero no lo es”, señala Amado.
Entrenar la gratitud

“El acto del agradecimiento no es algo que se hace de manera mecánica, sino que hay que hacerlo de modo consciente. No sirve simplemente dar los buenos días y las gracias, aunque una vez lo incorporas ya sí te sale automáticamente”, dice la especialista.
Para ello, Amado, quien es vicerrectora de Estudiantes de la Universidad Abat Oliba CEU (Barcelona, España), aconseja llevar un diario o libreta de gratitud donde anotar todos los días las cosas por las que uno se siente agradecido, “no necesariamente cosas extraordinarias sino cotidianas que muchas veces pasan desapercibidas”.
Adquirir esta costumbre diaria de escribir convierte a las personas en seres “más humildes y vinculados al entorno, sintiéndose mejor. No se trata de tener más sino ser capaz de apreciar lo que eres y tienes, y lo que ofreces”.
Otra idea que ayuda a “entrenarse” es tener un recordatorio diario, puede ser tener una piedra que pueda ver, pegar una nota adhesiva en un lugar visible o escuchar una canción favorita. “Cualquier cosa que te oriente hacia el gran regalo que no somos conscientes de poseerlo hasta que se sufre una pérdida”, dice Amado.
Así mismo, la gratitud ayuda a establecer vínculos y conexiones a nivel emocional más duraderas con los demás, explica Amado.
La profesora también recomienda escribir cartas de agradecimiento, algo que ella misma practica cuando llega la Navidad. “En esas fechas, todo el mundo está estresado con los regalos cuando no hay nada más profundo que puedas regalar que unas palabras de amor, de reconocimiento y poner en valor a tu padres, suegros o amigos, aunque solo les dediques tres o cuatro frases”.
“Cada vez nos da más vergüenza dar las gracias con detalles concretos; las personas se toman mucho tiempo en las compras, pero luego se abre el regalo y no queda nada en el corazón, mientras que las palabras de agradecimiento tienen un efecto brutal”, comenta.
Beneficios físicos y mentales

Son varios los estudios que han evaluado los impactos de practicar la gratitud en la salud física y emocional de las personas, por ejemplo, una revisión de 70 estudios publicada en 2021 en International Journal of Depression and Anxiety encontró una asociación entre niveles más altos de gratitud y niveles más bajos de depresión.
Esta revisión incluyó las respuestas de más de 26.000 personas de distintos grupos de edad y la publicación añadió que “podría haber relaciones recíprocas y continuas entre la gratitud y la depresión, de modo que el aumento de la experiencia de gratitud conduzca al alivio de los síntomas de depresión, y el alivio de la depresión, a su vez, permita a las personas experimentar más plenamente los elementos positivos de la vida y estar más agradecidas por ellos”.
Otros estudios han hablado de beneficios como una mejor calidad del sueño, menores riesgos de depresión y marcadores favorables de la salud cardiovascular, y una publicación científica de 2024 encontró que practicar la gratitud incluso podría ayudar a que las personas vivan más tiempo.
Al revisar los datos, tres años después, los investigadores descubrieron que las mujeres que tenían los niveles más altos de gratitud experimentaron un riesgo un 9 por ciento menor de muerte por cualquier causa, incluidas las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y las enfermedades neurodegenerativas.