Todos construimos, a lo largo de la vida, un conjunto de elementos intangibles que perdura en el tiempo y en la memoria de quienes nos rodean.
Es un legado personal inmaterial que transmitimos a los demás a través de acciones, palabras, valores y experiencias.
¿Cómo se compone nuestro legado?
Los valores son los principios fundamentales que guían las acciones y decisiones, y son los que moldean la huella que dejamos. Son a la vez la brújula y el cimiento del carácter; pueden inspirar a quienes nos rodean y perduran más allá de que las circunstancias cambien. Si valoramos la honestidad, por ejemplo, el legado será uno de integridad y transparencia, mientras que si se da preponderancia a la compasión, perdurará el compromiso con el servicio y la ayuda a los demás.
En el caso de un maestro, los conocimientos pedagógicos y las habilidades para comunicarse e inspirar a otros le permiten formar a las futuras generaciones. Un emprendedor utiliza su capacitación y sus habilidades para innovar y liderar, creando empresas exitosas que generan empleo y prosperidad. Estos son ejemplos de que todo lo que se aprende y se puede enseñar a otros, desde recetas de cocina hasta conocimientos técnicos, está intrínsecamente ligado a la herencia que se está construyendo, porque son los instrumentos utilizados para interactuar con el mundo y resolver problemas. Desde nociones básicas hasta el saber más especializado, todo permite desarrollar competencias y destrezas técnicas, sociales y creativas, entre otras.
Las experiencias, desde la más banal hasta las más significativas, también moldean la perspectiva y las acciones, contribuyen a la persona que se es y a la imagen que se proyecta en el presente y hacia el futuro. Estas experiencias ayudan a definir quiénes somos e influyen en las decisiones que tomamos, porque es por medio de esas vivencias —y por lo que se comparte con otras personas— que se aprenden lecciones valiosas que nos ayudan a crecer y desarrollarnos.
Cada vez que se supera un desafío o dificultad, se encuentra la fuerza y resiliencia que tal vez resulten un gran ejemplo para otros.
¿Cómo se construye nuestro legado personal?
El sentido de conexión y pertenencia que se teje con la familia, amigos y comunidad, se nutre mientras se comparten opiniones, anécdotas y emociones. Los vínculos se fortalecen, se crean conexiones más profundas con los seres queridos, las tradiciones y la cultura familiar se preservan como rasgo de identidad, y otras personas pueden sentirse motivadas e impulsadas a alcanzar sus propios objetivos.
Si se desea imprimir una huella significativa:
• Vivir según los valores, siendo auténticos y coherentes con las convicciones.
• Compartir los conocimientos, enseñando a otros lo que se sabe.
• Relatar las historias, preservando recuerdos y compartiéndolos con los afectos.
• Conectar con los demás, fortaleciendo vínculos y creando un sentido de comunidad.
• Dejar la huella en el mundo, contribuyendo con las causas que apasionan.
El legado personal inmaterial es un tesoro invaluable que se puede construir a lo largo de la vida. Al compartir los conocimientos, valores y experiencias, se deja una huella duradera en el mundo y en las vidas de quienes nos rodean.
El rol de nuestra reserva cognitiva
La reserva cognitiva es la capacidad del cerebro para retrasar el deterioro cognitivo y adaptarse a cambios tales como lesiones o enfermedades neurodegenerativas. Se construye a lo largo de la vida a través de diversas actividades que estimulan el cerebro y crean nuevas conexiones neuronales o refuerzan las existentes, lo que hace que el cerebro sea más resistente y flexible.
La educación recibida, la complejidad de las tareas profesionales, las actividades de ocio, las relaciones sociales cultivadas y el cuidado de la salud integral contribuyen a enriquecer la reserva cognitiva.
Siempre estamos a tiempo de mejorar este aspecto de la salud cerebral, aprendiendo algo nuevo a diario, practicando la lectura y los juegos de mesa y de estrategia, socializando y disfrutando del descanso adecuado.
Una mente activa y bien ejercitada desarrolla las aptitudes necesarias para la transmisión de conocimientos, habilidades y sabiduría a las generaciones futuras.
Al fortalecer la reserva cognitiva, estamos mejor equipados para enseñar, convertirnos en mentores y compartir experiencias. La creatividad y la innovación también se ven favorecidas cuando la reserva cognitiva es sólida.
Al pensar de manera más flexible y hacer conexiones entre ideas aparentemente dispares, se pueden generar nuevas ideas y soluciones que contribuyen a mejorar la calidad de vida y al progreso de la comunidad.
Cuando el cerebro presenta una mayor reserva cognitiva es más flexible frente a los cambios y más resiliente al atravesar retos y circunstancias difíciles. Estas dos habilidades emocionales permiten adaptarse a la realidad en constante cambio y superar obstáculos.
El resultado será un legado duradero y significativo. Cuando la mente está ágil, lúcida y motivada, se puede involucrar activamente en la comunidad y utilizar las habilidades para el bien común, dejando una huella positiva que puede inspirar a otros.
La reserva cognitiva es un recurso invalorable para alcanzar nuestros propósitos. Al invertir tiempo y energía en mantener la mente en su mejor nivel, se está invirtiendo en el futuro propio y en el de quienes vienen detrás. La construcción de un legado es un proceso continuo que involucra tanto nuestras ideas como emociones.
Al fortalecer la reserva cognitiva, se da un paso importante hacia la creación de un futuro más brillante para uno mismo y para las personas alrededor.
Desafíos
1. ¿Qué trastorno supone el síndrome de Diógenes?
• Hipocondría exagerada.
• Un trastorno por tics.
• Acumular basura en casa.
• Comprar compulsivamente.
2. ¿Cómo se llaman las crías de las mulas?
3. ¿Cuántos caramelos puedes comer con el estómago vacío?
Respuestas:
1. Acumular basura en casa.
2. Las mulas son estériles.
3. Uno.