Redacción El País
En la actualidad, las relaciones de pareja han experimentado grandes transformaciones, dando paso a nuevos patrones de comportamiento que afectan su estabilidad emocional. Uno de estos fenómenos emergentes es el denominado "síndrome de Tarzán", un concepto que ha ganado popularidad por reflejar un comportamiento cada vez más común: saltar de una relación a otra sin tomarse el tiempo necesario para sanar tras una ruptura.
¿En qué consiste el síndrome de Tarzán? Su nombre se inspira en el famoso personaje que nunca suelta una liana sin tener otra asegurada, describe a las personas que, incapaces de lidiar con el vacío emocional que deja una ruptura, se precipitan hacia una nueva relación. Este patrón de comportamiento, que responde al miedo a la soledad, se manifiesta en la incapacidad de enfrentar el duelo, lo que deriva en la acumulación de heridas no resueltas y la perpetuación de dinámicas tóxicas.
Relaciones "liana": un salto constante
Las relaciones "liana", como las describen los expertos, son aquellas en las que no se permite tiempo para la reflexión ni el autoconocimiento. En lugar de afrontar el dolor de la separación, se busca llenar el vacío con una nueva pareja. Como explica la psicóloga Lara Ferreiro, este comportamiento se asemeja al popular dicho "un clavo saca a otro clavo", pero en lugar de sanar, la persona termina repitiendo los mismos errores en cada relación.
El principal motor de este síndrome es el miedo a la soledad y la necesidad de validación externa. Las personas que lo padecen suelen desarrollar su identidad en torno a sus relaciones, lo que les impide estar bien consigo mismas sin una pareja. Como resultado, al evitar el duelo, se genera una acumulación de emociones negativas que impactan no solo en su bienestar emocional, sino también en la calidad de sus futuras relaciones.
Impacto en la salud mental y emocional
Este ciclo de relaciones superficiales afecta profundamente la salud mental. Las personas que saltan de una relación a otra suelen experimentar ansiedad, depresión y baja autoestima, ya que buscan en sus parejas la seguridad que no encuentran en sí mismas. Además, al no realizar una introspección profunda, es común que repitan los mismos patrones disfuncionales, perpetuando relaciones insatisfactorias.
El duelo tras una ruptura es un proceso necesario para el crecimiento personal. Tomarse el tiempo para reflexionar sobre lo sucedido, aprender de los errores y fortalecer la propia identidad es clave para construir relaciones futuras más saludables. Evitar este proceso solo alimenta un ciclo destructivo que afecta la autoestima y la capacidad de formar vínculos profundos.
El síndrome de Tarzán pone de manifiesto la dificultad que muchas personas tienen para enfrentar la soledad y el dolor. Superar este patrón implica aprender a estar bien con uno mismo, sin depender de una relación para sentirse completo. El autoconocimiento y la independencia emocional son fundamentales para romper con este ciclo de relaciones superficiales y destructivas, permitiendo a las personas establecer vínculos más auténticos y significativos. Dejar de aferrarse a la “liana” y aprender a caminar en solitario es el primer paso hacia relaciones más plenas y satisfactorias.
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