The Conversation*
En nuestra sociedad, muchos servicios no se detienen por la noche ni durante los días festivos. Hospitales, medios de transporte y fábricas, entre otros, requieren contar con personal disponible en todo momento, lo que da lugar a los trabajos a turnos. Esta modalidad laboral implica una amplia gama de horarios, incluyendo trabajo vespertino o nocturno, turnos irregulares o rotativos y labores de fin de semana o de guardia.
Se calcula que entre un 15% y un 20% de los trabajadores trabajan a turnos en las sociedades industrializadas, abarcando sectores clave como la manufactura, la atención médica y el transporte.
En España, por ejemplo, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), afecta a aproximadamente un 18% de la población activa. Y esta cifra ha experimentado un incremento paulatino en los últimos años.
Aunque son esenciales para muchos sectores, estos horarios presentan algunos inconvenientes, especialmente en términos de salud y bienestar.
Así, varios estudios han demostrado que están asociados con un mayor riesgo de trastornos metabólicos como por ejemplo el sobrepeso o la obesidad.
Los trabajadores a turnos presentan un aumento del porcentaje de grasa corporal, dislipemia (alteración en los niveles de lípidos en sangre), hipertensión y diabetes tipo 2, entre otros problemas.
Para explicar estos efectos nocivos se manejan principalmente dos razones: el desajuste de los ritmos circadianos y los estilos de vida poco saludables.
Descontrol del reloj biológico
Los ritmos circadianos –los ciclos naturales que regulan el sueño, la vigilia y otras muchas funciones vitales en nuestro cuerpo– están desajustados en los trabajadores a turnos, especialmente en los que tienen horarios de noche.
Durante el sueño nocturno, nuestro cuerpo normalmente se recupera y realiza funciones importantes para mantenernos sanos. Estar despierto a esas horas significa que el organismo no puede realizar dichas funciones como es habitual. Los trabajadores a turnos comen, trabajan y tratan de dormir en momentos que van en contra de su reloj natural, provocando impactos negativos en su estado de salud.
Estilos de vida poco saludables.
Pero además del desajuste de los ritmos biológicos, los horarios laborales irregulares favorecen que los trabajadores sigan patrones alimenticios desorganizados y poco saludables, duerman peor, tengan una vida más sedentaria, experimenten un aumento de los síntomas de estrés e, incluso, padezcan depresión.
Se sabe que sus dietas son notablemente diferentes a las de los trabajadores con horarios regulares. Incluyen comidas más frecuentes y un mayor consumo de tentempiés o snacks poco saludables. En lugar de disfrutar de comidas completas y ricas en nutrientes, es más probable que recurran a bocadillos y comidas que requieren poco tiempo de preparación.
Varios estudios han demostrado que, efectivamente, los trabajadores a turnos consumen una mayor cantidad de calorías y tienen preferencia por bebidas azucaradas y alimentos con una mayor proporción de azúcares y grasas saturadas.
Respecto a la salud mental, los hábitos desordenados pueden intensificar el estrés y aumentar el riesgo de ansiedad y depresión, en gran medida a causa del aislamiento social y la falta de apoyo. El cansancio prolongado y los horarios cambiantes también disminuyen la motivación para realizar actividades físicas, contribuyendo así al sedentarismo y las consiguientes complicaciones de salud.
Además, los trastornos del sueño son comunes en este grupo de población, muy especialmente entre las personas que trabajan de noche. Esta falta de descanso nocturno no solo conlleva problemas físicos y mentales, sino que también afecta a la seguridad en el lugar de trabajo.
*Carmen Rodrigo Carbó, Irene Gracia Rubio, Itziar Lamiquiz Moneo, Rocío Mateo Gallego, Sofía Pérez Calahorra
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