En base a La Nación - GDA
“Para desarrollar la empatía se debe cultivar el hábito de estar genuinamente atentos a las personas que nos rodean y conectar nuestras experiencias internas con lo que podemos observar de los demás”, explica el psicólogo Sebastián Ibarzábal.
Pero, ¿qué es realmente la empatía, un aspecto de la personalidad que no se desarrolla en el mismo grado en todas las personas y que contribuye a construir relaciones saludables con los demás? La palabra proviene del griego y significa "sentir dentro". "Implica compartir la emoción y está relacionada con la capacidad de comprender al otro y establecer una conexión emocional de sintonía afectiva", comenta el psiquiatra Ricardo Corral.
Irazábal destaca que esta habilidad puede relacionarse tanto con sentimientos negativos como positivos. "Es la capacidad de conectar emocionalmente con la experiencia del otro. Implica poder reconocer ese estado, entenderlo e integrarlo a nuestra propia experiencia. Esta capacidad, "en términos coloquiales, sería ponerse en el lugar del otro".
En lo que respecta al desarrollo de la empatía, es una cualidad que puede cultivarse y fomentarse desde los primeros años de vida. En esta etapa es cuando se puede observar que el niño muestra una preocupación genuina por el sufrimiento de los demás. Esto está relacionado con varios aspectos del neurodesarrollo, específicamente con un tipo de neuronas llamadas "espejo", que permiten conectarse con las acciones o sentimientos de los demás, incluso cuando uno mismo no está realizándolos o sintiéndolos.
Corral señala que la familia y la escuela desempeñan un papel crucial en este desarrollo temprano. Según el psiquiatra, "se aprende desde la infancia en el entorno familiar y escolar. Se desarrolla al compartir cosas, al aprender a ponerse en el lugar del otro, al conocer el sufrimiento ajeno. Esto ocurre de manera natural, como parte del proceso educativo". De esta manera, se produce un avance en la comprensión del otro, que no se limita únicamente a la infancia.
Aquellas personas que hayan llegado a la edad adulta con poca empatía pueden aumentarla de diversas maneras. "Existen ejercicios como la introspección, la reflexión sobre uno mismo y sobre el sufrimiento de los demás, que pueden influir positivamente en su desarrollo", asegura Corral. El psiquiatra destaca también la práctica de actividades altruistas o el enfoque espiritual o religioso como impulsores de la capacidad empática. "Prácticamente todas las religiones llevan a ponerse en el lugar y comprender al otro, desde el budismo hasta el cristianismo", señala.
Según un estudio realizado en la Universidad de Miami, la empatía es un concepto comúnmente utilizado pero poco comprendido, a menudo confundido con simpatía, lástima e identificación. El artículo sugiere que el acto de empatizar no puede enseñarse, pero puede facilitarse, como sugiere la fenomenóloga alemana Edith Stein.
Sin embargo, nunca puede forzarse. "Cuando surge la empatía, nos encontramos experimentándola en lugar de causarla directamente. Esta es la característica que hace que el acto de empatía sea imposible de enseñar. En su lugar, se sugiere fomentar actitudes y comportamientos como la autoconciencia, la consideración positiva sin prejuicios hacia los demás, las habilidades de escucha y la B en uno mismo".
Herramientas para desarrollar la empatía
- Escuchar sin juicio y de manera abierta, respetando las diferencias incluso cuando no se comparten.
- Comunicación consciente. Antes de hablar, preguntarse para qué se va a decir algo y cómo puede afectar al otro. Ser auténticos no significa decir todo sin filtro", añade, ya que la autenticidad implica poder expresar lo que se necesita o siente, pero con consideración.
- Practicar mindfulness o atención plena especialmente en el ámbito interpersonal, que se centra en las relaciones. Esta práctica también contribuye al desarrollo de la compasión, que impulsa a actuar para aliviar el dolor del otro.
- Potenciar la amabilidad hacia uno mismo. Esto permitirá luego transferir estas cualidades a los demás. La amabilidad está estrechamente relacionada con la empatía: una persona empática suele ser amable.
Cuatro rasgos de las personas empáticas
1. Alta sensibilidad: las personas empáticas se conectan fácilmente con sus propios sentimientos y los de los demás a su alrededor.
2. Capacidad para interpretar el lenguaje no verbal de los demás.
3. Saben escuchar de manera activa, sin juzgar.
4. Hablan de forma consciente. Las personas empáticas eligen cuidadosamente sus palabras al expresarse, mostrando habilidad para no herir ni tener un impacto negativo en los demás.