En tiempos de mensajes instantáneos y modo efímero, vale la pena recordar en qué consiste el intercambio epistolar. Se trata del envío de cartas, una forma de comunicación que ha existido durante siglos y que sigue siendo una forma valiosa de conectarnos con otras personas, aunque ha evolucionado con el tiempo (con la llegada del correo electrónico y otras plataformas digitales, por ejemplo).
Más allá de que la correspondencia puede tener un tono formal o informal, entre sus características principales se destaca que es asincrónica, personalizada y duradera.
En cuanto a sus ventajas, podemos mencionar que escribir una carta fomenta la reflexión porque le dedicamos tiempo a la organización de nuestros pensamientos y a la expresión de nuestras ideas de manera clara y concisa. De esta manera se potencia nuestra capacidad de fortalecer nuestros lazos afectivos y las relaciones interpersonales. Las misivas nos dan una valiosa oportunidad de expresar emociones y experiencias de forma personal y auténtica.
Además de ser una forma de comunicación rica y significativa, una carta puede ser también una herramienta para historiadores e investigadores de diversas disciplinas porque pueden proporcionar una visión necesaria y profunda acerca de la vida en cierto lugar durante cierto período histórico.
Como género literario han sido utilizadas por célebres autores como Goethe en Las penas del joven Werther o Víctor Hugo en Los Miserables, y puede decirse que emplean recursos que revelan las ideas y emociones de los personajes y ofrecen una perspectiva íntima y subjetiva.
Por otra parte, si bien las reglas de la comunicación epistolar pueden variar según la época, la relación entre el remitente y el destinatario, y el contexto cultural, existen algunas pautas generales que han guiado la escritura de cartas a lo largo de la historia. Conocer estas reglas puede ayudarnos a desarrollar habilidades de escritura.
La correspondencia epistolar ha dejado una huella duradera en la cultura y -aunque la comunicación digital ha revolucionado la forma en que nos conectamos- el intercambio de cartas no ha desaparecido por completo.
Si bien es cierto que su frecuencia ha disminuido considerablemente, aún hay personas y grupos que mantienen esta práctica. Hay quienes valoran el carácter personal y tangible de una carta escrita a mano, y disfrutan del proceso de elegir el papel, la tinta, el sello y de la espera para recibir una respuesta. Y más allá de que la mayoría de la comunicación corporativa y comercial se realiza por correo electrónico, algunas organizaciones aún envían cartas formales para ocasiones especiales o para establecer relaciones a largo plazo.
¿Por qué no pasan de moda las cartas?
• Permiten expresar sentimientos y emociones de una manera más personal y profunda que un mensaje de texto o un correo electrónico.
• Son objetos físicos que se pueden guardar y releer.
• En un mundo digitalizado, una carta escrita a mano se percibe como algo único y especial.
• La correspondencia en papel puede generar lazos afectivos y un sentido de pertenencia a una comunidad.
La carta escrita a mano sigue siendo una forma de comunicación valiosa para muchas personas, a pesar de haber perdido terreno frente a los medios digitales. Tal vez porque los avances tecnológicos no convierten en obsoleta la necesidad humana de conexión y expresión personal.
Ejercicio
Escribir cartas es una actividad que puede ser entretenida y gratificante, y al mismo tiempo nos puede aportar muchos beneficios para nuestro bienestar emocional y cognitivo.
• Cuando escribimos ejercitamos diversas habilidades como la memoria, la atención, el lenguaje y la capacidad de organizar ideas.
• La escritura creativa, como la que se utiliza en las cartas personales, estimula nuestra imaginación y nos ayuda a encontrar nuevas formas de expresar nuestros pensamientos y sentimientos.
• La manifestación de nuestras emociones a través de la escritura puede ser una forma saludable de canalizar el estrés y la ansiedad.
• Al buscar las palabras adecuadas para expresarnos, enriquecemos nuestro vocabulario y mejoramos nuestra capacidad de expresión.
• Cuando escribimos una carta nos enfocamos en el destinatario y ejercitamos nuestra capacidad para comprender los sentimientos del otro y compartir los nuestros.
¿Cómo podemos ejercitar el cerebro escribiendo cartas?
• Intentemos escribir cartas de forma habitual a amigos, familiares o incluso a nosotros mismos.
• No nos limitemos a temas cotidianos. Escribamos sobre nuestros sueños, miedos, recuerdos o reflexiones sobre el mundo.
• Evitemos las frases hechas y exploremos un vocabulario variado para expresarnos de manera original.
• Leamos nuestras cartas en voz alta. Escuchar nuestras propias palabras nos permitirá identificar aquellas áreas que se pueden mejorar.
• En la medida en que nos resulte cómodo, podemos compartir nuestras cartas con alguien de confianza para recibir comentarios y continuar en nuestro proceso de mejora de la escritura.
No importa si escribimos cartas personales a nuestros seres queridos, cartas que expresan nuestra gratitud o nuestras disculpas, cartas de motivación o incluso cartas a personajes históricos o ficticios. Si lo deseamos, podemos escribirle a nuestro Yo futuro para establecer metas y reflexionar sobre nuestras circunstancias presentes.
Tomemos lápiz y papel y probemos este arte inmemorial en el que pueden convivir lugares y tiempos diversos.
¿Podés resolver estos tres acertijos?
1.
¿De qué continente es originaria la berenjena?
· África.
· América.
· Asia.
2.
¿Con qué otros nombres se ha conocido la ciudad de Estambul?
· Bizancio.
· Constantinopla.
· Nueva Roma.
3.
Una de estas no es una auténtica flor:
· Girasol.
· Lirio.
· Petunia.
Respuestas
1.
Asia (India).
2.
Con todos ellos.
3.
Girasol (en realidad es un conjunto de muchísimas flores).