El Comercio / GDA
La autoestima es crucial para nuestro bienestar mental y emocional. No obstante, hay comportamientos que, aunque parezcan ser un indicativo de una autoestima saludable, en realidad suelen ser señales de problemas subyacentes, por lo que cuando son malinterpretados, pueden llevar a la perpetuación de actitudes y hábitos negativos.
En la búsqueda constante por alcanzar una mejor versión de nosotros mismos, la autoestima es uno de los pilares fundamentales para lograr un bienestar emocional e integral. Sin duda, esta necesidad inminente por desarrollar un amor propio, aprender a autovalorarnos y poder proyectar confianza en cada uno de los aspectos de nuestra vida, es un trabajo individual permanente que requiere de ciertos elementos, como la autoaceptación, la autocompasión y mucho autoconocimiento. Sin embargo, en este proceso de crecimiento personal y mejora continua, a veces podemos perdernos y confundir algunos comportamientos nocivos con señales características de una autoestima alta y saludable.
¿Qué sucede cuando la autoconfianza se convierte en arrogancia? ¿o cuando la autoafirmación se trasforma en un comportamiento narcisista? Si bien a primera vista, ciertas actitudes pueden parecer el epítome de una autoestima robusta, en realidad, son comportamientos poco saludables que suelen esconder profundas inseguridades, razón por la cual, en lugar de enriquecer nuestra vida, la desgastan y nos alejan de nuestro verdadero ser.
¿Qué significa tener una autoestima alta?
La autoestima se podría definir como la percepción o la evaluación positiva y saludable que una persona tiene de sí misma. Básicamente, como explicó Milagros Barrantes Rodríguez, psicóloga clínica y educadora a Bienestar, esta implica una autopercepción realista y equilibrada de nuestras capacidades, valor y méritos, así como también de nuestras imperfecciones o habilidades para establecer límites saludables en las relaciones con los demás.
“En definitiva, la autoestima es una combinación de creencias, emociones y comportamientos relacionados con cómo nos vemos a nosotros mismos y nuestro sentido de valía. Por consiguiente, una autoestima alta se caracteriza por una confianza genuina en uno mismo, lo que quiere decir que, existe una aceptación personal y la capacidad para enfrentar cualquier desafío de manera positiva”.
Por este motivo, como refirió el doctor Alberto Alegre Bravo, psicólogo y coordinador académico de la carrera de psicología de Continental Univerisity of Florida, es importante tomar en cuenta que, una autoestima alta y auténtica tiene como base los siguientes elementos:
- Autoconcepto equilibrado: Un individuo con una autoestima alta y saludable tiene una visión realista y positiva de sí mismo, por lo que es capaz de aceptarse tal y como es, con sus diversas fortalezas, oportunidades de mejora, al igual que, con sus habilidades únicas.
- Autovaloración realista: Una persona con autoestima alta tiene una valoración realista de sí misma, por lo que puede reconocer sus fortalezas y debilidades sin exagerarlas.
- Autoconfianza: Aquellas que se sienten seguras de sus habilidades y decisiones, pero están abierta a aprender y mejorar.
- Resiliencia: A menudo, las personas que tienen una buena autoestima, son capaces de manejar las críticas y fracasos sin que estos afecten profundamente su autoconcepto.
- Relaciones saludables: Ciertamente, son individuos que tiende a establecer relaciones basadas en el respeto mutuo y la autenticidad.
- Autocompasión: Son persona que se suelen tratar a sí misma con amabilidad y, son capaces de perdonarse en momentos de dificultad o ante un fracaso.
¿Cuáles son los comportamientos poco saludables que se suelen confundir con una autoestima alta?
De acuerdo con la psicóloga clínica, aquellos comportamientos que aparentan una alta autoestima, pero no lo son, generalmente enmascaran una serie de inseguridades y una autovaloración bastante frágil. Entre los más destacados se encuentran:
- Arrogancia y superioridad: La persona suele manifestarse con una actitud de creerse mejor o más importante que los demás. Este comportamiento puede ser una forma de proteger la propia inseguridad o el miedo a ser vulnerable, pues suele emplear esta soberbia como un mecanismo de defensa para ocultar sus sentimientos de inferioridad, razón por la cual, a menudo viene acompañada de la necesidad de mantener una imagen de infalibilidad.
- Necesidad constante de atención y validación: Busca constantemente la aprobación de los demás para sentirse valiosa, en otras palabras, tiene la necesidad de estar recibiendo elogios y reconocimiento externo. Esta actitud puede ser agotadora para aquellos que rodean al individuo, ya que nunca es suficiente la atención que recibe. Sin lugar a duda, esto puede revelar una falta de autoaceptación y una baja autoestima interna.
- Competitividad excesiva: Es el resultado de una mentalidad de escasez, donde la persona siente que tiene que demostrar constantemente su valía superando a los demás. Esta actitud puede ser dañina en entornos de trabajo o relaciones interpersonales, puesto que genera un clima de competencia desleal. Detrás de este comportamiento suele estar presente el miedo al fracaso y a ser percibido como insuficiente.
- Incapacidad para aceptar críticas constructivas: Esto puede estar relacionada con la fragilidad del ego de la persona, que se siente amenazada por cualquier comentario que ponga en duda su valía o competencia. Esta actitud puede dificultar el crecimiento personal y profesional, dado que esta se cierra a la posibilidad de aprender y mejorar.
- Perfeccionismo extremo: Esta es una forma de buscar la validación externa a través de la excelencia en todo lo que se hace. Sin embargo, esta actitud puede llevar a altos niveles de estrés, ansiedad y perfeccionismo paralizante, ya que la persona nunca se siente satisfecha con sus logros y se autoimpone permanentemente estándares inalcanzables.
- Crítica excesiva a los demás: Tiende a señalar y exagerar los defectos de las otras personas, por lo que suele criticar a los demás, con la finalidad de desviar la atención de las propias inseguridades.
- Comportamientos dominantes o controladores: Intenta controlar a los demás y a las situaciones para sentirse poderoso. Definitivamente, aquellos que son controladores a menudo temen la incertidumbre y la vulnerabilidad, por lo que el control les proporciona una falsa sensación de seguridad y superioridad.
- Exhibicionismo o necesidad de ser el centro de atención: Tiene el deseo constante de estar en el centro de atención y ser admirado. Este comportamiento puede reflejar una necesidad de afirmación externa, pues actúa como un sustituto temporal de la autoestima interna.
- Autoalabanza excesiva: Hablar constantemente y de manera excesiva de los propios logros y cualidades puede ser una forma de compensar sentimientos de inferioridad. Con frecuencia, se busca la validación externa para sentirse seguro y valioso.
“Por lo general, la interpretación errónea de estos comportamientos como señales de una alta autoestima se debe a una combinación de apariencias superficiales, valores culturales y falta de compresión psicológica profunda. Por lo tanto, es importante mirar más allá de las apariencias y siempre considerar las motivaciones subyacentes para entender verdaderamente la autoestima de una persona”, recalcó el especialista de Continental Univerisity of Florida.
¿Qué papel juega el narcisismo en esta confusión?
El narcisismo se caracteriza por un sentido exagerado de autoimportancia, falta de empatía y necesidad constante de admiración. Por ello, como señaló Barrantes Rodríguez, este suele confundirse con una alta autoestima debido a su exceso de confianza, pero en realidad estamos hablando de un trastorno que refleja inseguridad y mucha vulnerabilidad subyacente.
“En concreto, la diferencia entre estos dos conceptos radica en la naturaleza y la manifestación de la autovaloración y cómo se relaciona con los demás, ya que, por un lado, la autoestima es una valoración personal equilibrada y saludable, mientras que, el narcisismo es una autovaloración distorsionada y exagerada, que a menudo escode una autoestima frágil y depende en gran medida de la validación externa”, sostuvo el doctor Alegre.
¿Qué señales indican una baja autoestima disfrazada de una alta autoestima?
Una baja autoestima se manifiesta a través de varios comportamientos, pensamientos y sentimientos negativos que una persona tiene sobre sí misma. Si bien las señales de una baja autoestima pueden variar de un individuo a otro; no obstante, todas reflejan una autopercepción negativa y una falta de confianza en las propias capacidades.
Entre las características más comunes de una baja autoestima, se encuentran las siguientes:
- Autocrítica constante.
- Miedo al fracaso.
- Necesidad de aprobación.
- Dificultad para aceptar los elogios.
- Perfeccionismo.
- Sentimientos de inutilidad.
- Comparación negativa.
- Aislamiento social.
- Falta de asertividad.
- Pensamientos negativos recurrentes.
- Baja resiliencia.
- Problemas de autoimagen.
- Falta de metas y ambiciones.
“Generalmente, las personas con una baja autoestima, pero que quieren aparentar lo contrario, suelen actuar de manera dominante o arrogantes, así como también están constantemente esforzándose por impresionar a los demás, con la finalidad de evitar mostrar cierta vulnerabilidad”, mencionó la psicóloga.
¿Cuál es el impacto de una autoestima poco saludable en la salud mental a largo plazo?
Ciertamente, como destacó Alberto Alegre, una autoestima poco saludable puede repercutir significativamente de diversas maneras en la salud mental, pues no solo afecta a la percepción personal, sino que también tiene una serie efectos profundos a largo plazo, desde problemas de ansiedad y depresión hasta dificultades en las relaciones interpersonales y profesionales.
“Una falsa autoestima alta puede tener un impacto complejo en las relaciones, pues, aunque puede resultar inicialmente atractiva y generar percepciones de competencia y éxito, con el tiempo dificulta la formación de relaciones auténticas y profundas. Por ejemplo, en el ámbito profesional, puede llevar a desafíos en la colaboración y reacciones negativas a la crítica. Además, mantener esta fachada puede desencadenar estrés emocional y dificultades para manejar la presión constante por sostener una imagen perfecta”.
¿Cómo se puede cultivar una autoestima genuinamente alta y saludable?
En primer lugar, como indicó Barrantes, es fundamental poder identificar y corregir aquellos comportamientos poco saludables que han sido interpretados erróneamente como una autoestima alta. Básicamente, podemos lograrlo mediante una reflexión personal, una autoevaluación honesta, una exploración de motivaciones profundas y una retroalimentación constructiva, lo cual no únicamente nos ayuda a promover una autoimagen más auténtica y saludable, sino que también fortalece las relaciones interpersonales y el bienestar emocional general.
“De igual manera, es importante priorizar la autenticidad y la honestidad, las cuales son dos piezas claves para el desarrollo de una autoestima genuinamente alta y saludable, ya que facilitan una autoimagen coherente y relaciones interpersonales más saludables. Además, combinadas con la autoaceptación, el desarrollo de habilidades personales, el establecimiento de límites saludables, el manejo del estrés y la celebración de logros, estas cualidades promueven una autoestima robusta y equilibrada que contribuye positivamente al bienestar emocional y personal”, expresó el psicólogo.
Asimismo, Milagros Barrantes recomendó las siguientes estrategias para poder cultivar una autoestima saludable:
- Practicar el autocuidado: Dedicar tiempo a actividades que nos hagan sentir bien, como hacer ejercicio, mantener una dieta equilibrada, dormir lo suficiente o realizar nuestros hobbies favoritos, es fundamental para trabajar en nuestra autoestima.
- Practicar autocompasión: Es primordial aprender a tratarnos con amabilidad y comprensión, especialmente, en los momentos de dificultad. Por consiguiente, debemos evitar ser demasiado autocríticos y, en su lugar, hablarnos como lo haríamos con un amigo.
- Desarrollar el autoconocimiento: Es importante dedicar un tiempo para reflexionar sobre nuestras fortalezas, oportunidades de mejora, valores y metas. Una vez realizada esta introspección, es necesario que poco a poco vayamos aceptando nuestras imperfecciones y entendiendo que todos tenemos áreas donde podemos seguir mejorando y creciendo.
- Establecer y alcanzar metas realistas: Tenemos que asegurarnos de que nuestras metas sean específicas, medibles, alcanzables, relevantes y con un tiempo definido. Para ello, podemos dividir las metas grandes en tareas pequeñas y manejables para no sentirnos muy abrumados.
- Aprender a aceptar el fracaso como parte del crecimiento: En lugar de verlo como algo negativo, debemos tratar de percibirlo como una oportunidad para aprender y crecer, pues los errores son parte natural de cualquier proceso de aprendizaje y desarrollo. Por esta razón, es importante que, después de un fracaso, reflexionemos sobre lo que sucedió de manera objetiva y compasiva con nosotros mismos, con el fin de identificar en qué podemos mejorar y qué aprendimos de la experiencia.
- Cultivar relaciones positivas y de apoyo: Es primordial estar rodeados de personas que nos apoyen y nos animen, lo cual no quiere decir que, únicamente nos van a estar adulando, sino que son individuos que nos pueden brindar una retroalimentación objetiva y constructiva. En este sentido, practicar una comunicación asertiva y honesta con los demás, es sumamente necesario.
- Buscar ayuda profesional cuando sea necesario: La terapia proporciona un espacio seguro para explorar y desafiar creencias y patrones de pensamiento negativos, promoviendo así la aceptación personal y el desarrollo de habilidades para mejorar la autoestima. Desde luego, el apoyo terapéutico puede ayudarnos a construir una base sólida de autoaceptación y confianza en uno mismo.
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