The conversation*
Ernesto es el responsable económico de una gran empresa multinacional. Como todos los años, las semanas previas a las vacaciones de Navidad se le acumulan las tareas y empieza a sentir ansiedad cuando llega al trabajo. El cierre del año laboral implica también cumplir con plazos ajustados, reuniones interminables y completar la lista de tareas pendientes.
A todo eso se le suman deberes y compromisos sociales como las compras navideñas y las cenas con amigos, compañeros de trabajo o familiares. Ignacio vive estresado y agotado en esos días previos a las vacaciones, lo que incrementa la probabilidad de que cometa errores en el trabajo. ¿Qué ocurre en nuestro cerebro que nos hace más propensos a equivocarnos durante este periodo?
La multitarea
La vida moderna ya es un caldo de cultivo para la multitarea o multitasking, pero en la temporada navideña este fenómeno se exacerba. Intentamos cuadrar reuniones, ultimar regalos, planificar menús y organizar viajes, todo al mismo tiempo. Este intento de “llegar a todo” activa el proceso conocido como cambio de contexto, en el que el cerebro alterna rápidamente entre tareas diferentes. Pero este cambio tiene un costo significativo: consume energía mental, reduce la eficiencia y aumenta la probabilidad de cometer errores.
Estudios en neurociencia han demostrado que la multitarea puede reducir la productividad hasta en un 40% y afectar negativamente nuestra capacidad para tomar decisiones. Esto ocurre porque el cerebro no está diseñado para manejar varias labores complejas de manera simultánea: cada cambio de enfoque requiere un reajuste mental que consume recursos cognitivos.
Durante los días previos a las fiestas, esa fragmentación de la atención es especialmente perjudicial, ya que el cerebro también está lidiando con la anticipación de eventos sociales y las expectativas que conllevan.
Sobrecarga cognitiva
La sobrecarga cognitiva es un estado en el que la cantidad de información que procesamos supera nuestra capacidad mental para gestionarla de manera efectiva. Durante este estado, las funciones ejecutivas del cerebro, como la planificación, la resolución de problemas y la memoria de trabajo, se ven gravemente afectadas.
A medida que se va acercando la Navidad, el estrés generado por los compromisos sociales y laborales llega al organismo, liberando hormonas como el cortisol y la adrenalina. Aunque útiles en situaciones de emergencia, estas hormonas pueden volverse perjudiciales cuando el estrés es prolongado. En el contexto laboral, esto se traduce en una mayor reactividad y una menor capacidad para reflexionar, lo que aumenta la propensión a cometer errores y tomar decisiones impulsivas.
Estrés
Uno de los efectos más evidentes del estrés prenavideño es el deterioro de la atención. Es un recurso limitado, y cuando intentamos dividirla entre múltiples tareas, se reduce la cantidad de información que podemos procesar y retener. Esto a su vez impacta en la memoria de trabajo, directamente vinculada con la atención y fundamental para realizar actividades que requieren concentración y toma de decisiones.
Por ejemplo, en los días previos a una cena de empresa, es común intentar gestionar simultáneamente las tareas laborales y los preparativos para el evento. Ese exceso de demandas no solo deteriora la calidad del trabajo, sino también nuestra capacidad para recordar detalles importantes.
Además, el estado de hiperalerta generado por el estrés y la ansiedad afecta los procesos de consolidación de la memoria, impidiendo que la información relevante pase de la memoria a corto plazo a la de largo plazo.
Emociones navideñas
El cerebro se desarrolló para dar prioridad al procesamiento de la información relacionada con amenazas o preocupaciones. Es un fenómeno conocido como sesgo de negatividad que tiende a intensificarse en situaciones de estrés crónico o ansiedad, según indican numerosas investigaciones. Este sesgo puede generar una percepción distorsionada de la realidad, inclinando nuestra atención hacia problemas o situaciones que nos generan inseguridad.
En el contexto navideño, puede traducirse en emociones negativas como tristeza, enojo o desesperanza, exacerbadas por la presión de “quedar bien” en eventos sociales o cumplir con las expectativas de otros.
Estrategias
Aunque la época navideña trae consigo muchas demandas y consecuencias cognitivas, es posible adoptar estrategias para gestionar el estrés y la ansiedad y reducir así la probabilidad de errores en el trabajo:
- Planificación y priorización: Establezca una lista de tareas y priorice las más importantes. Delegar responsabilidades también puede ser de gran ayuda.
- Técnicas de mindfulness: Practicar la atención plena puede ayudar a reduciendo la ansiedad y mejorar la concentración.
- Desconexión digital: Limite las notificaciones y dedique momentos del día a desconectarse de dispositivos electrónicos.
- Tiempos de descanso: Incorporar pausas regulares durante el día puede prevenir la sobrecarga cognitiva y mejorar el rendimiento general.
- Autocuidado: Dormir lo suficiente, mantener una alimentación equilibrada y realizar ejercicio físico son fundamentales para una armonía mental y emocional.
La clave está en reconocer nuestros límites y no exigirnos más de lo que podemos manejar siendo asertivos y organizando nuestras prioridades de manera consciente y realista. Con una buena gestión del tiempo y estrategias para aliviar el estrés, es posible afrontar las demandas de la temporada navideña sin comprometer la calidad del trabajo ni el bienestar emocional.
*María J. García-Rubio, Sandra Hoyos.