La felicidad ha sido objeto de interés de los seres humanos durante siglos. La mayoría de las personas estamos constantemente en la búsqueda de la felicidad, por lo que es concebida como una de las metas de vida más importantes. Además, hay una creciente comprensión de que no se trata solo de estado de ánimo, sino que también tiene efectos positivos en la salud mental y física.
En las últimas décadas ha habido un notable aumento de las investigaciones científicas sobre la felicidad y el bienestar, especialmente, por la rama de la psicología positiva. Diversas instituciones de renombre sumaron esfuerzos para ahondar más sobre el tema. La Universidad de Harvard, por ejemplo, realiza desde hace 80 años un estudio sobre la felicidad, en la que asegura que todo el mundo puede hacer cambios positivos en su vida y lo que garantiza una “vida feliz” es la calidad de las relaciones.
¿En qué consiste el estudio de la felicidad de Harvard?
El estudio cuenta con la participación de dos generaciones de individuos de las mismas familias de Estados Unidos, que han sido sometidos a una serie de entrevistas en el transcurso de los años. Además se ha recopilado tubos de ensayo con su sangre, información con respecto a su salud física y mental, así como también se han recibido donaciones de algunos cerebros.
En concreto, tanto el psiquiatra Robert Waldinger y Marc Schulz expresaron que ni la predisposición natural ni el lugar en donde crecimos determinan nuestro destino, sino que depende más de vivir rodeado de relaciones cariñosas que protegen nuestro cuerpo y mente.
¿Cómo influye la edad en nuestra felicidad?
Los expertos concluyeron que a partir de los 60 años las personas somos más felices: “Creemos que es porque tenemos el sentido de los límites de la vida y de que la muerte es algo real, y eso nos hace más felices porque cambiamos nuestras vidas. Además, nos quitamos obligaciones de encima, amistades que no nos hacen felices o reuniones que no nos gustan”, indica Waldinger.
De la misma manera, sostienen que la edad influye, ya que a medida que somos mayores somos más sabios emocionalmente, pues el cerebro le da más valor a lo positivo que a lo negativo, priorizando así lo que nos agrada en un periodo en el que aún quedan cosas por aprender y desarrollar.
El Comercio / GDA