El sábado pasado, la planta industrial de El País recibió una visita súper especial. Alrededor de veinte jóvenes integrantes de AmigosUy, junto a sus coordinadores, conocieron el lugar donde el diario cobra vida y aprendieron sobre su historia y funcionamiento. La salida fue una de las tantas propuestas recreativas y psicoeducativas de AmigosUy para jóvenes y adultos en situación de discapacidad intelectual.

“El objetivo es que puedan tener su grupo de amigos, como cualquier persona de su edad”, sostuvo Cindy Cohn, su fundadora, que es magíster en Educación Especial por la Universidad Complutense de Madrid y certificada por la Universidad de Los Ángeles en el programa PEERS de habilidades sociales. Seis grupos en Montevideo y uno en Maldonado se suman a la propuesta; cada uno se reúne una vez a la semana para conversar, divertirse y, en el camino, reforzar su autonomía y autoestima.

Desde bowling, karaoke y guitarreadas hasta talleres de cocina o escritura son algunas de las variadas salidas y actividades. A veces, solo basta con juntarse en una casa y contar cómo estuvo su semana, porque el foco siempre está en el encuentro y el compartir. Este año también incorporaron cursos, uno de habilidades sociolaborales y otro de manejo de dinero. Según detallan, se centran en lo que los participantes sí pueden hacer; porque el diagnóstico no define ni determina a la persona.

Para muchos de los jóvenes y adultos que asisten a los grupos, la experiencia les ha cambiado la vida. Sus familias los ven más felices, comunicativos y con más energía. Algunos se llevan tan bien que se juntan por fuera de AmigosUy, e incluso hay quienes formaron parejas.

“Una madre nos contó que ahora su hijo se afeita, y por más que pueda parecer superficial, significa que empezó a importarle más su presencia”, resaltó Cindy. Y añadió: “Varios, a raíz de nuestros grupos, empezaron a tener más autonomía; por ejemplo, empezaron a moverse en taxi”.

El espacio, sin dudas, es enriquecedor, mas no está libre de desafíos. “Muchos de ellos nunca estuvieron en grupos de amigos y es importante enseñarles los códigos sociales para que se sientan cómodos acá y con otras personas”, señaló la fundadora. Otro desafío es reforzar la autoestima y la autoconfianza, porque muchas veces llegan con miedos: “La mayoría sufrió bullying anteriormente, entonces tratamos de reforzar que acá es un lugar seguro, que pueden expresarse y compartir lo que deseen”.

Los grupos no solo influyen en el bienestar de los participantes, sino también en el de sus familias, porque les da un rato para dedicarse al autocuidado, hacer actividades sociales o descansar.

“Una madre nos dijo que antes eran una pareja de tres, porque siempre estaban con su hijo o preocupados de llevarlo y traerlo, y ahora muchas veces arreglan para ir y venir con otros chicos”, contó Cindy. Y, lo más importante: “Al ver a sus hijos más felices, ellos son más felices”.

El año pasado organizaron la primera jornada interdepartamental en la que todos los grupos fueron por el día a Maldonado, donde se encontraron con los participantes que están allá. En diciembre será la segunda jornada; esta vez, a modo de campamento. Finalmente, la fundadora sostuvo: “Para los coordinadores y el equipo de trabajo, es hermoso. Te devuelven mucho amor, entonces es muy gratificante, y estando con ellos cada semana se aprende más que con cualquier libro”.

Los visitantes llegaron a la planta industrial de El País en la tarde del sábado, entusiasmados y expectantes. Guiados por Marcelo Oliva, del área de Preimpresión, aprendieron cómo es el proceso de elaborar un diario y cómo fue cambiando en los 105 años de historia de El País. Además, conocieron varios de los premios que ha ganado la empresa, como el Morosoli y la Campana de Oro, y pudieron levantarlos al igual que algunas copas de fútbol que hay de selecciones del interior del país.

Foto: Freepik.

Al recorrer la planta, “les impresionó la parte de las bobinas, que son depósitos muy grandes”, contó Marcelo. Allí vieron máquinas de impresión y tuvieron la experiencia de desenrollar bobinas de papel en el suelo e imprimir con sellos de los que se usaban antes. La parte más divertida vino al final con ‘la fiesta del papel’, que consiste en tirar recortes de papel hacia arriba. “Los vi muy muy sonrientes e interesados, y antes de irse se llevaron de regalo libros de cuentos y revistas, y el diario, por supuesto”, concluyó.

Las visitas a la planta industrial son guiadas y gratuitas. Para coordinarlas, basta con comunicarse al 099 229 493.