La miniserie Adolescencia (Netflix) trajo de nuevo a los “incel” al centro de la atención y la discusión pública, y acá va el único spoiler que tendrá esta nota: ya en el primer capítulo se revela que Jamie, de 13 años, efectivamente mató a una de sus compañeras de clase. ¿Jamie es un incel? Sí. Pero a los 13 años, casi todos los varones son incel, si tomamos el significado literal de esa abreviación.
Para quien todavía no esté al tanto: incel viene de la unión de las palabras “Involuntary” y “Celibate”, o sea célibe involuntario. Otra manera de decirlo es “Un varón que quiere tener relaciones sexuales pero no lo consigue”. Y como ya se ha dicho, a esa edad —13 años-— gran parte de los varones está en esa situación: quieren. Pero no pueden (la edad promedio del debut sexual para los varones en Uruguay, según cifras oficiales, los 15 años).
Sin embargo, la connotación de la palabra incel va más allá de la constatación de que existe un deseo que no puede ser satisfecho. Lo que distingue a estos varones es lo que empieza a ocurrir después del surgimiento de ese deseo, que en casos extremos llega a lo que hace Jamie en la serie, matar a quien lo rechaza, o salir a matar al azar, como hizo Elliot Rodger en 2014 en la ciudad de Isla Vista, en Estados Unidos.
Rodger mató a seis personas (tanto mujeres como hombres), fue herido de bala por la Policía y luego se suicidó de un disparo en la cabeza. Dejó entre otras cosas un diario personal en el cual expresaba una una frustración aguda por no poder tener un vínculo sexoafectivo con una mujer: “Y allí estaba, atrapado en el vacío de la desesperanza otra vez; exactamente en la misma posición en la que había estado a los 14, 15, 16 y 17 años. A pesar de todos los esfuerzos que hice por mejorar mi vida durante mis 18 años, no tenía nada: ni amigos, ni chicas, ni vida.”
El médico internista Santiago Cedrés —expresidente de la Sociedad Uruguaya de Sexología (SUS)— dice que este fenómeno no tiene antecedentes, y que son múltiples factores que se conjugan para dar como resultado una mentalidad o subjetividad incel: “Es un grupo particular, por características como la falta de habilidades sociales, y por algunos rasgos psicológicos que se expresan en las actitudes hacia la sexualidad, la baja autoestima, la autoimagen, resentimiento y complejo de inferioridad”.
También hay otra particularidad: la idea de que un género es superior a otro. “Todo eso puede llevar a la depresión, y a que se ‘refugien’ en grupos de pares online, en los que se refuerzan sus creencias”, ya que en esos espacios no hay discusiones y contraargumentos, sino, como dice Cedrés, una consolidación de creencias ya presentes.
¿Hay alguna manera de contrarrestar esa influencia para contribuir a una subjetividad menos teñida por el resentimiento y la frustración?
“Depende un poco de la estructura psíquica de cada persona. Hay gente más rígida que otra. Pero a nivel social, se debería ir hacia una educación emocional y social, fomentar el desarrollo de habilidades sociales”.

La corriente 4B
Nacida en Corea del Sur a fines de la década pasada, la corriente (o movimiento) 4B es radicalmente feminista, y plantea un rechazo total a cualquier contacto con hombres. Cada una de las cuatro B representan un repudio, a saber: no al matrimonio, no a la maternidad, no a las relaciones románticas con hombres y, por supuesto, no a las relaciones sexuales con hombres.
No se trata de una respuesta que guarda equivalencia a la cultura misógina y violenta de los incel, porque no se trata de mujeres que —como han hecho algunos incel— salen a matar dejando tras de sí “manifiestos” que intentan justificar dicha acción. Pero sí se trata de un rechazo total a pilares del patriarcado como el matrimonio, y a condiciones específicas de la sociedad surcoreana contemporánea, condiciones que también están presentes en muchas otras sociedades, como la desigualdad laboral (brecha salarial), la violencia machista y los mandatos sociales que todavía persisten (casarse, tener hijos).
Tal como la cultura incel, el movimiento 4B no tiene un anclaje local, al menos por ahora. Sin embargo, en otros países las 4B han encontrado eco. Luego de la victoria de Donald Trump en las últimas elecciones presidenciales en Estados Unidos, muchas mujeres empezaron a expresarse a favor de los cuatro postulados básicos del movimiento 4B, si bien hasta ahora esas expresiones no se han concretado en por ejemplo, un movimiento dentro del Partido Demócrata (el único partido que en teoría podría albergar una corriente feminista), como lo fue el Tea Party hace unos años dentro del Partido Republicano.
Pero del dicho al hecho, el trecho es complicado de recorrer, como señala la médica sexóloga Vivian Dufau, actual presidenta de SUS . La socialización es un camino que a muchos les puede resultar arduo de transitar, en el cual hay rechazos, bullying, insultos y hasta violencia. Y ahora todos llevamos a Internet en el bolsillo: el smartphone es el camino de menor resistencia. Con él en la mano, podemos ahorrarnos la incomodidad de tener que aprender a convivir y comunicarnos con otros. “Y a eso se le agregó lo que fue la experiencia de la pandemia”, agrega Dufau, “que para muchos adolescentes implicó, por ejemplo, no poder festejar un cumpleaños de 15”.

Dufau también resalta, tal como se desarrolla en la miniserie, el rol de los padres. “Si como adulto responsable ves que el niño es sumamente retraído y no socializa, eso es un llamado de atención. Hay que poder pedir ayuda lo más temprano posible”, dice pero también vuelve a señalar la influencia del celular: “Las pantallas destrozaron a nuestros chiqulines. Muchos aprendieron a través de redes sociales y videojuegos, y cuando tienen a un ser humano que respira en frente no saben qué hacer”.
Dufau, además, destaca que el fenómeno incel no aún no ha penetrado en la cultura uruguaya, que tiene temas más urgentes a atender respecto de los roles de género, como los femicidios. Pero el muchas veces cuestionable papel que ejercen influencers en las redes sociales —en particular aquellos que dan consejos sobre “cómo conquistar a una chica”— debería ser algo a discutir y, posiblemente, regular.
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