Milenka Duarte, El Comercio GDA
Cada uno de nosotros tiene su propia historia de vida, su personalidad y sus fortalezas y oportunidades de mejora. Estos, entre otros aspectos, suelen determinar nuestra forma de percibir al entorno y a nosotros mismos, lo que impacta en la autovaloración.

Este término hace referencia a las características que cada persona logra ver en sí misma, es decir, son aquellos atributos que nos hemos autoasignado tras una evaluación subjetiva con respecto a nuestro propio valor. Sin duda, una autovaloración saludable nos permite tener un mayor sentido de autoconfianza y un autoconcepto positivo.

Se trata de un componente fundamental en la salud mental y el bienestar. Nuestras experiencias pasadas, interacciones sociales y creencias pueden influir significativamente y, en muchas ocasiones, nos impulsan a no valorarnos lo suficiente.

1. Baja autoestima. Cuando nos enfocamos en nuestros errores o defectos y nos comparamos constantemente con el resto, creemos que no somos lo bastante buenos y capaces, por lo que solemos minimizarnos y perpetuar esta creencia equivocada de no ser suficiente.

2. Aceptar malos tratos. Cuando permitimos que las personas nos traten mal, internalizamos estos comentarios negativos que emiten los demás sobre nosotros y empezamos a construir nuestro valor en base a ellos.

3. Dificultad para recibir cumplidos. Cuando tenemos una visión negativa sobre nosotros, nos resulta casi imposible creer que realmente somos merecedores de recibir elogios. Simplemente nos resulta muy difícil concebir la idea de que ese comentario positivo está relacionado con nosotros.

Al trabajar en fortalecer la autovaloración, nos sumergiremos en un proceso de autodescubrimiento, aceptación, crecimiento personal y mejora continua.