Se trata de un período en el año en el que encontramos más oportunidades de recreación, pero también podemos dedicarlo a pasar más tiempo de calidad con nuestros afectos, mientras refrescamos nuestra mente con nuevos temas y actividades.

Cuando le preguntamos a personas de diferentes edades y ocupaciones cuál es el valor primordial de las vacaciones, obtenemos respuestas como estas:

—Descansar y recargar energías. Es un momento esperado durante todo el año para alejarnos de la rutina diaria y relajarnos. Es el momento de recargar nuestras baterías y volver al trabajo o la escuela con mayor motivación y disposición.

—Reducir el estrés. Al estar libres de las presiones y obligaciones de la vida cotidiana, sentimos que disminuye el agobio y mejorar nuestro bienestar emocional.

—Reforzar hábitos saludables. En vacaciones encontramos tiempo suficiente para las actividades al aire libre, recuperar una dieta adecuada para nuestra edad y nuestro estado físico, y hacer ejercicio. Nuestro estado general mejora y eso aumenta nuestra autoestima.

—Fortalecer nuestros vínculos. Cuando estamos lejos de la agenda y el reloj, el tiempo compartido con familia y amigos aumenta en cantidad y calidad. Es el tiempo de generar experiencias y construir recuerdos.

—Aprender cosas nuevas. Si tenemos la oportunidad de conocer nuevos lugares, experimentar diversas culturas, o incluso si nos quedamos en casa y exploramos la oferta de cursos y talleres en nuestra comunidad, este es un momento ideal para expandir nuestros horizontes.

En resumen, las vacaciones son el periodo de descanso que todos los trabajadores esperan cada año, procurando un respiro en la rutina laboral y para fomentar la convivencia familiar. Pero también es importante para niños y adolescentes, ya que les proporciona un espacio de distracción y recreación que resulta indispensable para su desarrollo. En este período suelen darse momento de mayor interrelación social y se viven nuevas experiencias, con horarios y normas más flexibles.

Nuestro cerebro experimenta una serie de cambios cuando estamos de vacaciones. Estos cambios son en parte físicos y en parte psicológicos. Durante las vacaciones, nuestro cerebro experimenta una disminución de la actividad cerebral. Esto se debe a que estamos menos expuestos a los estímulos estresantes de la vida cotidiana. Por ejemplo, no tenemos que preocuparnos por ir al trabajo, hacer deberes o resolver los problemas que nos presenta la rutina habitual. Como resultado, nuestro cerebro no necesita trabajar tanto y puede relajarse.

Este estado de relajación puede tener muchos beneficios para nuestra salud. Puede ayudarnos a reducir el estrés, mejorar nuestro estado de ánimo y aumentar nuestra creatividad. También es propicio para dormir mejor y para tener un mayor rendimiento en las tareas (por mínimas que sean) que aún debamos desempeñar.

Hay algunas cosas que podemos hacer para aprovechar al máximo los beneficios de la disminución de la actividad cerebral en este período:

—Tomar un descanso de la tecnología. Los dispositivos electrónicos pueden ser una fuente de estrés, por lo que es importante tomar un descanso de ellos durante las vacaciones. Esto significa apagar nuestros teléfonos, dejar de revisar las redes sociales y pasar más tiempo interactuando con el mundo real.

—Pasar tiempo al aire libre. El aire fresco y el sol pueden ayudar a reducir el estrés y mejorar nuestro estado de ánimo. Por lo tanto, es importante pasar tiempo al aire libre durante las vacaciones.

—Hacer cosas que nos gusten. Las vacaciones son una oportunidad para hacer aquellas cosas que nos gustan y postergarnos porque interfieren en nuestras obligaciones. Asimismo, contamos con tiempo para explorar nuevos intereses y preferencias, no sólo en busca de regocijo sino también para descubrir fortalezas y talentos con los que contamos y aún no ponemos en práctica.

Esta sustancia es un neurotransmisor que está relacionado con el placer y la recompensa, y es la responsable de que experimentemos distensión y alegría cuando estamos de vacaciones.

Hay varias razones por las que la producción de dopamina aumenta durante las vacaciones. Por un lado, estamos expuestos a más estímulos positivos, tales como pasar tiempo con nuestros seres queridos, hacer las cosas que nos gustan y experimentar cosas nuevas. Estos estímulos positivos activan los centros de recompensa de nuestro cerebro, lo que libera dopamina.

Por otro lado, la producción de dopamina aumenta durante las vacaciones porque estamos menos expuestos a los estímulos estresantes que suelen pautar nuestra agenda. La razón es que el estrés puede inhibir la producción de dopamina así que, al estar más relajados, nuestro cerebro puede producir más dopamina. Como consecuencia de todo esto:

—Nuestro ánimo es más positivo y alegre.

—Dado que la dopamina está involucrada en el aprendizaje y la memoria, su aumento ayuda a mejorar nuestra capacidad de aprender y recordar información.

—Aumenta la creatividad, junto con nuestra motivación y la búsqueda de nuevas experiencias.

En resumen, dado que en vacaciones nuestra mente suele liberarse de la sobrecarga de información que caracteriza el ritmo de vida actual, podemos experimentar una mejora de nuestras habilidades cognitivas y una mayor satisfacción con nuestra vida.

Nuestra columnista

Ana Abbona Santín

Espacio Rejuvenate de Entrenamiento Cognitivo.

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