O. Sánchez, F. Méndez, F. Martínez/The Conversation
El desánimo no es cosa de la madurez. Lejos de eso, en las últimas décadas hemos visto incrementarse el riesgo de depresión a edades cada vez más tempranas. La adolescencia es un periodo de especial vulnerabilidad y, por tanto, es necesario investigar y prevenir los problemas emocionales desde este periodo evolutivo.
En esta línea, hace poco publicamos un estudio destinado a analizar la relación del sexo y la edad con la sintomatología depresiva en adolescentes. Los participantes fueron 1 212 adolescentes, de 1º (53,9 %) y 2º (46,1 %) curso de la Educación Secundaria Obligatoria, pertenecientes a siete centros educativos de la Región de Murcia (España). Participaron también 104 madres y padres.
Llegamos a dos conclusiones fundamentales: que las chicas adolescentes presentan más sintomatología depresiva que los chicos, y que a partir de los 12 años se produce un aumento significativo de dicha sintomatología.
Más rumiación y pensamientos desesperanzados en las chicas
No es la primera vez que un estudio sugiere que las chicas adolescentes presentan más síntomas de depresión que los chicos. Pero ¿a qué se debe?
Se ha barajado que un estilo de pensamiento más pesimista y desesperanzado podría explicar la diferencia. Los datos indican que los chicos adolescentes que adoptan este tipo de actitud ante situaciones muy adversas pueden acabar desarrollando depresión. Sin embargo, una chica que presenta un estilo de pensamiento desesperanzado puede llegar a deprimirse incluso sin que se produzca un evento negativo estresante (o por sucesos objetivamente leves).
Dar vueltas a pensamientos negativos y obsesivos, una y otra vez, es lo que en psicología se denomina rumiación. Y se ha sugerido que podría ser la causa de la aparición de mayor porcentaje de depresión en las chicas. Por el contrario, en chicos no suele ser la causa, sino una consecuencia de la depresión. Esta diferencia debería tenerse en cuenta en el diseño de programas de prevención de la depresión en adolescentes.
Otro factor diferencial identificado por los investigadores tiene que ver con la exposición a compañeros deprimidos. Se ha comprobado que la exposición de las chicas adolescentes a compañeros deprimidos favorece la depresión propia en la adultez, además de afectar negativamente a la probabilidad de asistir a la universidad y de trabajar. Incluso se asocia a una reducción en los ingresos de las mujeres adultas. En los chicos, sin embargo, no se halló ni rastro de este efecto.
Cerebros distintos, respuestas distintas
Uno de los grandes errores a la hora de abordar la depresión es dar por sentado que el cerebro de los hombres y las mujeres funciona igual. Todo lo contrario: existen diferencias sexuales en los procesos neurobiológicos que hay detrás de aspectos de la depresión como el procesamiento del miedo, la excitación, la evitación social o la indefensión aprendida –sensación de que no podemos hacer nada para cambiar la situación y sentirnos impotentes por experiencias previas de situaciones incontrolables, solo presente en hombres–.
Otro estudio de 2022 detectó que en los cerebros de hombres deprimidos existía una pérdida de proteína claudina-5 en el llamado núcleo accumbens, una estructura cerebral relacionada con el placer y la recompensa. En el caso de las mujeres, esa pérdida de claudina-5 se produjo en otro área del cerebro; concretamente en la corteza prefrontal, implicada en la regulación del humor, la toma de decisiones, la planificación, la motivación y la autopercepción, entre otras funciones.
Los adolescentes son más vulnerables
No hay duda de que la transición a la adolescencia es un período de desarrollo particularmente vulnerable a la depresión. Según nuestro estudio, el momento óptimo para realizar intervenciones de prevención de problemas emocionales y fomento de la salud mental y bienestar psicológico sería a los 12 años. Porque es a partir de esta edad cuando se produce un aumento significativo de la sintomatología depresiva.
En la misma línea, otra investigación reciente encontró que alrededor de los 13 años aumentan significativamente los síntomas de depresión, y este incremento suele ser mayor en las chicas.
Otro interesante hallazgo parece indicar que los traumas tempranos son un factor dominante que eclipsa los acontecimientos de la vida más recientes al inicio de la depresión entre los adolescentes. Intervenir pronto en estos casos es importante, sobre todo teniendo en cuenta que la depresión es uno de los factores de riesgo más importantes para el suicidio.
La opinión de padres, madres y profesorado
Un punto fuerte del estudio es que no sólo se evaluó la sintomatología depresiva con autoinformes de los adolescentes, sino que también se les pidió a madres y padres que evaluaran el estado de ánimo que observaban en sus hijos. En futuros estudios sería interesante incluir también la perspectiva de los profesores.
Por último, hay que señalar que existen intervenciones eficaces para tratar y prevenir la depresión en adolescentes y jóvenes que deberían ofrecerse a la población junto a la implementación de políticas sensibles al género para promover la igualdad de género en la salud.