Ningún soporte narrativo o informativo muere. Por más que la tecnología avance, por más que todos en algún momento vamos a estar conectados a una gran matriz de contenidos y entretenimiento, el libro va a seguir estando. Hay un cuento del argentino Hernán Casciari (del cual El País ya ha lanzado una colección) titulado "El turista original" que narra las cavilaciones de un personaje que, mientras viaja en tren, va leyendo un libro que es un mamotreto, una voluminosa y pesada masa de papel y cartón, de más de mil páginas.
A su alrededor, todos andan con celulares, tablets y libros electrónicos, y el protagonista se siente un anacronismo bípedo. “En el libro que leo ahora hay miles de notas al pie y repeticiones argumentales (...) Cada vez que necesito conocer un dato debo poner el señalador, cerrar el libro, manipularlo con fuerza y revisar las páginas finales. Me siento un neandertal curioso y frustrado”.
Pero esa frustración, alimentada por el brillo titilante de la revolución digital, no dura mucho.
El protagonista visita a un vidente, que le augura un oscuro futuro a cualquier experiencia vivida en carne y hueso. “Alguien, por ejemplo, hace un viaje a Filipinas y lo graba con sensores táctiles y visuales. Después pone el viaje en la carpeta ‘Incoming’. Entonces otro, que no tiene dinero para viajar a Filipinas, o que no tiene ganas de subir a un avión, descarga las sensaciones del viaje, lo revive segundo a segundo”, le dice al protagonista, retomando una idea que también se explora en la literatura de Philip K. Dick (en el cuento "Podemos recordarlo por usted al por mayor", que dio lugar a la película "El vengador del futuro", o "Total Recall" en inglés).
Al protagonista, esto no le gusta mucho. Le pregunta al vidente si eso no es vivir la vida de otro, y este asiente: “¡Pues claro! Ahora tú escuchas la música que ha comprado otro, y ves la película que ha comprado otro, y dentro de poco leerás el libro que ha comprado otro. En algunos años harás el viaje que ha hecho otro… ¡Enhorabuena!”.
El protagonista del cuento ya no se siente tan mal por andar cargando ese ladrillo hecho en base a celulosa . Cuando emprende el regreso a su casa, también en tren, ese libro ya no le pesa tanto, y en su memoria rebota una frase del vidente: “Hay libros y también hay viajes, que debemos hacer nosotros mismos, con nuestros propios esfuerzos”.
Esto podría parecer una elegía a un tiempo perdido, el canto de cisne de una época idealizada por la memoria y la nostalgia, pero aunque las librerías, las bibliotecas y los libros a veces se nos pueden antojar unas antiguallas, lo cierto es que han sobrevivido a siglos de profecías que aseguraban su desaparición.
No solo eso. Es cada vez más evidente de que el mero acto de leer nos hace bien.
En abril de este año, informábamos que “Varios estudios científicos han analizado los efectos de mantener el hábito de la lectura y han demostrado que no solo es una fuente de placer, sino que también previene el declive cognitivo, como la enfermedad de Alzheimer y otras formas de demencia, reduce el estrés, genera más empatía e incluso tiene un impacto en la mortalidad en general” (nota completa acá) .
Y cuanto antes se estimule el hábito de la lectura, mejor. La especialista Valeria Schappapietra contaba en una nota que “La lectura compartida, importa. Esa que se hace aúpa, conversando sobre lo que leemos, comentando las imágenes, o simplemente la que escuchamos atentos disfrutando de ese abrazo que nos rodea y nos envuelve en las palabras, en la voz, de la abuela, de mamá, de papá”.
Y agregaba: “A través de esas lecturas en voz alta que compartimos con los niños y las niñas los bañamos de lenguaje, de cultura, es en esos momentos donde los pequeños aprenden que las palabras tienen sonoridades, matices, cadencias, que el lenguaje tiene usos, para preguntar, para enfatizar, para argumentar, entre muchos otros”.
Leer en papel versus leer en pantalla
Y aunque hoy muchos lean en distintas pantallas, la experiencia de leer en papel no solo no ha desaparecido sino que es señalada por los expertos como una cualitativamente diferente a la que se hace en un celular, libro electrónico o tablet.
“La lectura, una competencia esencial para el aprendizaje y la adquisición de conocimiento, no ha escapado al impacto de esta revolución digital. Aunque los dispositivos electrónicos facilitan el acceso a un extenso acervo bibliográfico, también introducen distracciones que pueden perjudicar nuestra comprensión lectora y retención de información. Estudios comparativos entre la lectura en pantalla y en papel indican que la segunda podría favorecer una mayor inmersión y concentración, posiblemente debido a una menor incidencia de interrupciones y a la interacción táctil con el material”, dice un artículo que se puede leer íntegramente acá.
Por eso queremos recomendar la nueva serie de literatura infantil que El País ya puso en circulación “Luna Nueva”, una colección de Santillana - Loqueleo para compartir en familia.
Se trata de una serie de diez volúmenes, todos de autoras y autores (más o menos) nacionales, y de los cuales tres ya han salido a la venta: "Ahora no puedo" de Evelyn Aixalá (escritora catalana que vive en Canelones) y Virginia Piñón (ilustradora); "¿Y si somos amigos?" de Verónica Lecomte con ilustraciones de Genoveva Pérez y "Fermín el genio", de Karina Macadar con ilustraciones de Eduardo Sganga.
Todos los libros vienen con ilustraciones a color de destacados dibujantes e ilustradores, para que la experiencia sea no solo literaria sino también visual. Luna Nueva puede ser una de las primeras experiencias de lectura compartida entre padres e hijos, para que estos se nutran de lo que la palabra puede provocar en la imaginación y creatividad.
La serie se completa con:
- Un fantasma contra el aburrimiento, de Ruth Kaufman y Diego Bianki (saldrá el 27 de octubre).
- La vaca astronauta, de Karina Macadar y Valentina Echeverría (3 de noviembre).
- La fuerza de mamá/La fuerza de papá, de Evelyn Aixalá y Denisse Torena (10 de noviembre)
- Tres estrellas, de Fernando González y Matías Acosta (17 de noviembre).
- La llegada de Sol, de Evelyn Aixalá y María Lavezzi (24 de noviembre).
- El descubrimiento, de Verónica Lecomte y Genoveva Pérez (1° de diciembre)
- Cualquier niño del norte, de Sebastián Pedrozo y Clau Degliuomini (8 de diciembre).
Toda la información de precios y descuentos se puede consultar en la web de Club El País o al 2900 4141.