La ansiedad patológica que deriva en distintos trastornos de ansiedad constituye una de las pandemias de este siglo. La dificultad para conectar con el momento presente, el aquí y ahora, y la focalización constante en el mañana generan un impacto sumamente negativo en nuestra psiquis.
Por momentos parecería que ser ansioso es tendencia y está de moda, fundamentalmente entre adolescentes y jóvenes. Aprender a identificar los síntomas que la caracterizan es imprescindible para lograr la autorregulación emocional en ese sentido.
Definición
La ansiedad es una emoción, como lo es la tristeza, la alegría o el enojo. Todos los seres humanos necesitamos de un nivel basal (básico) de ansiedad para sobrevivir en situaciones límite o de emergencia donde nuestra vida se vea amenazada, sería el motor que nos impulsa y nos conduce a la “acción”.
Convengamos que actualmente, los tiempos que corren y la aceleración y vorágine del tiempo en el que vivimos, favorece naturalmente la exacerbación de la ansiedad y el estrés, categorías que debemos aprender a gestionar adecuadamente para evitar sus consecuencias nocivas a nivel bio-psico-socio-físico.
Ocurre que, en determinados perfiles de personalidad este nivel que de ansiedad se encuentra en niveles superiores, (por causas multifactoriales) invadiendo en ocasiones la vida del paciente, inhabilitándolo en su desempeño laboral y personal.
En estos casos hablamos de un tipo de ansiedad patológico, mientras que cuando hablamos de la ansiedad basal o de “sobreviviencia” se cataloga como “buena” o “saludable”. Cuando nos enfrentamos a un paciente cuyo motivo de consulta es la ansiedad, la misma puede presentarse de diversas maneras:
• Generalizada
• Fobias específicas
• Ataque de Pánico
• Ideas Obsesivas
• Trastorno Obsesivo Compulsivo.
Todos estos trastornos, presentan un mismo denominador común, ya que todos provienen de la ansiedad de tipo patológico. Estos se caracterizan por ir incrementando su intensidad, duración y frecuencia de las crisis o episodios agudos y si no intervenimos clínicamente el paciente termina aislado e inhabilitado en relación a su dinámica y funcionamiento diario.

Mindfulness
Este término proviene del inglés y su traducción sería “conciencia o atención plena” y se vincula con estar conectados con el tiempo presente, con “nuestro aquí y ahora”. Es un concepto similar al del latín “Carpe-diem”, que nos invita a disfrutar del día a día sin pensar en el futuro.
Se trata de una filosofía de vida oriental, donde los cinco sentidos están conectados con el momento que estamos viviendo o con la actividad que estamos realizando.
Es fundamental poner en práctica la autocompasión, es decir perdonarse por aquellas cosas que no pudimos lograr, cosas que no salieron como esperábamos y/o por actitudes o acciones de las cuales hoy no nos sentimos orgullosos.
Resulta de vital importancia para el Mindfulness, el hecho de cuidarnos, respetarnos, querernos, ser autocomplacientes con nosotros mismos, dedicarnos un tiempo para nosotros mismos para conectar con nuestras emociones y nuestro tiempo presente.
Vivenciar y disfrutar cada cosa, actividad y momento desde nuestros cinco sentidos y con consciencia plena. Dicho esto, cabe destacar que si bien suena muy lindo desde lo verbal y desde el lenguaje escrito, a la hora de llevarlo a la práctica no resulta tan sencillo, forma parte de un proceso y de un aprendizaje nuevo para nuestro cerebro que por lo general no está habituado a este tipo de prácticas ni de estilo de vida.
En los pacientes con ansiedad patológica crónica o que se encuentran transitando un episodio agudo de ansiedad resulta hasta complejo la puesta en práctica de las acciones detalladas anteriormente, pero si es cierto que lo logran y esto es una de los elementos que contribuye eficazmente al tratamiento en este tipo de casos.
El Mindfulness constituye una de las herramientas privilegiadas a la hora de trabajar los trastornos de ansiedad complementando otros abordajes y metodologías psicoterapeúticas.
La clave radica en ubicar el pensamiento en el aquí y ahora e identificar cada vez que ese pensamiento de dirige hacia el futuro o hacia el pasado para re direccionarlo al “aquí y ahora”.
Los beneficios del Mindfulness trascienden el tratamiento específico de la ansiedad; su práctica genera beneficios significativos globales, impactando positivamente en la calidad de vida del paciente y de su entorno.
Esta técnica de atención plena no solo ayuda a gestionar el estrés y la ansiedad, sino que promueve una mayor conexión con el momento presente, favorece la regulación emocional y reduce las reacciones impulsivas.
Además, el Mindfulness potencia la capacidad de resiliencia, lo que permite enfrentar de manera más efectiva los desafíos diarios, mejorando la interacción con los demás y generando un ambiente más armonioso en el hogar y el trabajo. Su práctica refuerza la toma de decisiones más conscientes y una mayor empatía, favoreciendo relaciones más profundas y saludables.
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