Tu cerebro tiene una serie de habilidades que están interrelacionadas y trabajan en forma combinada para que funciones en el mundo y cumplas con tus responsabilidades cotidianas. En un rápido punteo podemos mencionar las principales capacidades y lo que te permiten hacer:

· Percepción: recibes y procesas información de tu entorno a través de tus sentidos.

· Memoria: almacenas y recuperas información.

· Aprendizaje: adquieres nuevos conocimientos y habilidades.

· Emociones: experimentas sentimientos y los manifiestas.

· Motivación: diriges y mantienes tu comportamiento hacia una meta.

· Control motor: mueves el cuerpo de manera voluntaria.

· Lenguaje: comunicas y expresas ideas.

· Pensamiento: razonas, reflexionas y resuelves problemas.

Por ejemplo, la percepción te permite obtener información del entorno, la almacenas gracias a la memoria, el aprendizaje te brinda la oportunidad de adquirir nuevas herramientas para procesar este conocimiento, mediante tus emociones reaccionas a la realidad percibida, la motivación dirige tu actitud y tus acciones hacia un objetivo relacionado con esta comprensión, el control motor contribuye con el alcance de tu meta, el lenguaje promueve la comunicación con otras personas para el tratamiento de esta información y el logro de tus propósitos y por medio de tu pensamiento analizas, razonas y resuelves los problemas que la realizad te va proponiendo.

Además de estas habilidades básicas, el cerebro también está involucrado en una serie de funciones más complejas, como la creatividad, la resolución de problemas, la toma de decisiones, el juicio moral, la autoconciencia y la espiritualidad.

El cerebro es un órgano complejo y dinámico que está en constante cambio. A medida que aprendemos y crecemos, nuestro cerebro se adapta y cambia para ajustarse a nuestras nuevas experiencias. Esto significa que nuestras habilidades cognitivas pueden mejorar con el tiempo, incluso en la edad adulta.

La capacidad de razonamiento evoluciona a lo largo de la vida de una manera compleja y multidimensional. Esta evolución se puede medir por un aumento de la velocidad, la fluidez y la precisión del razonamiento, así como por un aumento de la capacidad para utilizar esta habilidad en situaciones nuevas y desafiantes.

Esta habilidad mental se desarrolla rápidamente en la infancia. Cuando somos pequeños aprendemos a razonar sobre conceptos básicos, como la causalidad, la identidad y la pertenencia. A medida que crecemos, nuestra capacidad de razonamiento se expande para incluir conceptos más complejos, como la lógica y la abstracción.

En la adolescencia, el razonamiento alcanza su punto máximo. En esa edad somos capaces de razonar de manera compleja y sofisticada, y podemos utilizar nuestro razonamiento para resolver problemas y tomar decisiones.

Al llegar a la edad adulta, nuestro razonamiento sigue desarrollándose, pero a un ritmo más lento. Tenemos la capacidad de aplicar nuestro razonamiento a situaciones más complicadas y exigentes, y podemos aprender y adaptarnos a nuevas situaciones.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que la capacidad de razonar no es fija, sino que puede verse afectada por una serie de factores, como la educación, la experiencia, la salud y el estilo de vida:

· La educación nos proporciona la oportunidad de aprender sobre el mundo y desarrollar nuestras habilidades cognitivas.

· Experiencias o vivencias previas nos brindan mayores elementos de análisis y discernimiento.

· El bienestar físico, emocional y mental pueden afectar nuestra capacidad de razonamiento.

· El estilo de vida (dieta, ejercicio físico y consumo de tabaco, alcohol y drogas), puede afectar la salud de nuestro cerebro y, por lo tanto, nuestras habilidades cognitivas (incluido el razonamiento).

El razonamiento en la vejez

En general podemos decir que la capacidad de razonar disminuye en las personas mayores y esto tiene diversas causas:

· Cambios físicos en nuestro cerebro. A medida que envejecemos, perdemos neuronas y conexiones neuronales, lo cual puede afectar a la capacidad de procesar información y de razonar.

· Cambios en nuestra forma de pensar o en nuestra perspectiva del mundo y de la vida. A medida que envejecemos podemos ser menos propensos a asumir riesgos y a buscar nuevas experiencias. Esto puede limitar nuestras oportunidades de aprender y ejercitar el razonamiento.

· Algunas enfermedades. Ciertas patologías, como la demencia, pueden causar un deterioro significativo de la capacidad de razonamiento.

Por supuesto, es importante recordar que la capacidad de razonamiento varía de una persona a otra. Muchas personas mayores conservan su capacidad de razonamiento hasta edades avanzadas, mientras que otras experimentan un deterioro que puede ser leve, moderado o severo.

Los síntomas específicos que se pueden observar en la capacidad de razonamiento en la vejez son:

· Disminución de la velocidad de procesamiento, demoras al procesar información y llegar a conclusiones.

· Descenso de la fluidez, dificultad para generar nuevas ideas y soluciones.

· Mengua de la precisión, propensión a errores y equivocaciones.

No obstante, y aunque presenten estos síntomas, las personas mayores son capaces de pensar y realizar análisis válidos y significativos. Toman decisiones, resuelven problemas y participan en actividades complejas. Es fundamental que sus familiares y personas cercanas tengan esto presente a fin de respetar y preservar su autonomía.

¿Cómo mantener nuestra capacidad de razonamiento?

Ya hemos visto que la capacidad de razonamiento disminuye con la edad, pero existen ciertos comportamientos que podemos adoptar desde la juventud (y en cualquier momento de nuestra vida) para mantenerla en un buen nivel:

· Aprender cosas nuevas constantemente, ayuda a mantener el cerebro activo y a desarrollar nuevas habilidades cognitivas.

· Resolver problemas, es una excelente manera de practicar el razonamiento.

· Pensar críticamente, implica evaluar la información de manera objetiva y llegar a conclusiones bien fundamentadas.

· Ser creativos, requiere el uso de razonamiento para generar nuevas ideas y validarlas.

En conclusión, la capacidad de razonamiento evoluciona de una manera compleja y multidimensional y puede mejorar a lo largo de toda nuestra vida. La buena noticia es que -en gran medida- ¡depende de nosotros!