¿Qué pasa cuando se termina una amistad? ¿Qué mundos se pierden con estas rupturas? ¿Cómo son esos duelos ocultos, subestimados, inhabilitados y con pocas referencias en la cultura popular? Es hora de hablar de estos dolores y que se reconozca y habilite el duelo para las amistades perdidas.

A menudo, recibimos mucho apoyo externo para enfrentar la muerte de un familiar, un divorcio o la ruptura de una relación de pareja. Pero, ¿qué pasa cuando una amistad termina? ¿Existe un nombre para ese tipo de pérdida? ¿Hay tiempo y espacio para atravesar este duelo? ¿No te parece que se suele minimizar el sufrimiento que genera la pérdida de un amigo o amiga?

Las amistades se rompen, y no hay nombre ni lugar para ese duelo. Distanciarse, separarse o cortar un vínculo de amistad, siempre que sea fuerte, implica un duelo. Un duelo poco reconocido, poco aceptado o hablado, como el de una pareja, pero que también existe. Hay que atravesarlo, y necesitamos las claves para hacerlo.

El dicho popular reza que “quien tiene un amigo tiene un tesoro”. La Universidad de Harvard va un poco más allá al afirmar que nuestras relaciones de amistad influyen, en gran parte, en nuestra felicidad y, por lo tanto, en la posibilidad de vivir más años. Si queremos vivir una vida plena, debemos rodearnos de gente valiosa que nos aporte.

Decimos que nuestros amigos son la familia que elegimos, y es cierto. Son las personas a quienes confiamos nuestros secretos más íntimos, con quienes lloramos cuando algo anda mal, y con quienes celebramos si algo sale bien. Por eso, distanciarse de algunos amigos puede ser equivalente a alejarse de un hermano.

Cuando nos distanciamos de algún amigo, sobre todo si no hubo una pelea concreta, el duelo por ese distanciamiento se da de manera inconsciente. No reflexionamos sobre ello. Es un duelo que no está reconocido, como lo está el duelo por la ruptura de una pareja. Hay varias claves para entender por qué esto es así.

Por qué razones el duelo por una amistad no está reconocido:

• Jerarquización de los vínculos: Según la autora catalana Brigitte Vasallo, vivimos en un sistema conformado por vínculos con distintas jerarquías. Primero está la pareja, luego los vínculos sanguíneos como la familia, y después, en un nivel inferior, los amigos. Por ende, parece que perder una amistad tiene poca importancia, porque en la escala jerárquica, las amistades son vínculos secundarios. Por eso, cuando una amistad muere, nadie espera que te sientas mal, que llores o que aparezcan emociones intensas. Esto puede hacer que sintamos que nadie nos entiende, o incluso nos haga dudar de nuestros sentimientos.
  
• Falsa Dicotomía entre Cantidad y Calidad: Como tenemos más de un amigo o amiga, parece que perder a uno no es tan importante. “¿Por qué te sentís tan mal de que haya terminado esta relación si tenés otros amigos?”

Cada relación es única e irrepetible, y no se puede reemplazar. Cada persona saca a la luz versiones de nosotros mismos que probablemente no mostramos a otras personas, y cuando una relación termina, esa versión de nosotros muere simbólicamente, lo cual puede ser doloroso.

Foto de Louis Galvez en Unsplash

• La creencia en amistades eternas: Existe la idea de que los amigos son para siempre. Los novios y novias pueden ir y venir, pero los amigos deberían durar eternamente. Este mito, alimentado por la cultura popular, nos hace creer que una amistad que termina es un fracaso. Pero las relaciones de amistad, como cualquier otra relación, sufren altibajos y cambios. Las personas evolucionan y cambian, y no hay nada de malo en eso.

Cada relación que llega a su fin es una oportunidad de aprendizaje sobre los vínculos que queremos en nuestra vida y cómo cuidarlos. Toda crisis trae consigo un nuevo inicio que nos permite hacer un balance sobre qué queremos repetir y qué dejar atrás.

• Evalúa por qué se rompió la amistad: ¿Fue una traición? ¿Ya no compartían los mismos valores? ¿Simplemente sus caminos se distanciaron? Analizar las razones del distanciamiento te permitirá aprender para tus futuras relaciones. Si luego de este análisis decides que quieres retomar la relación, comunícalo y trabaja para reconstruir el vínculo.
• Aceptá lo que sentís: Aunque todo tu entorno te diga que no importa, que ya pasó, aceptá que te duele que esa relación se haya terminado. Es normal sentir tristeza, enojo o miedo cuando un vínculo importante se termina. Lo raro sería que no te pase absolutamente nada.