"¡Qué estúpida!” “¡Siempre lo mismo, nunca hacés nada bien!” “¿Para qué, si sabés que te va a ir mal?”. Frases que no decimos, pero que nos decimos. Una letra solamente. Una “s” que cambia todo y puede destruir la autoestima y hacernos infelices. Porque es claro: jamás le diríamos algo así a un amigo o familiar que atraviesa una complicación o cometió un error. Pero a nosotros mismos, por supuesto: lo hacemos a diario y en reiteración real.

“Cuando hablamos de maltrato, tendemos a pensar que es a otro o que otro nos maltrata, pero nosotros somos nuestros principales maltratadores”, dijo a El País Valeria Francia, psicóloga, especializada en terapia cognitivo conductual y diplomada en Neurociencia Cognitiva y TEA. “Y tenemos que cambiar la perspectiva, adoptar una más positiva y equilibrada, promover la gratitud y reconocer nuestros logros”, agregó.

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La profesional analizó la problemática del automaltrato y la autocrítica dañina y apuntó en primer lugar al escaso cuidado que le damos a nuestro cerebro. “En este ajetreo diario de multitasking, redes y muchos trabajos, le exigimos a nuestro cerebro cosas para las que no está preparado ni anatómica ni fisiológicamente”, enfatizó.

“El multitasking es una mentira, uno no puede ser productivo haciendo mil cosas a la vez”, remarcó Francia y agregó: “Estamos dividiendo nuestra energía, nuestra atención y nuestro cerebro no puede más, está en cortocircuito”. “Cuando alguien dice: ¡Te admiro, trabajás todo el día, hacés un montón de cosas! Ahí, tenés que abrir los ganchos, porque todo eso significa que te estás maltratando”, apuntó.

La experta remarcó que es importante entender que la energía vital tiene que ver con alimentarse bien, dormir bien y hacer alguna actividad física. Si no está esa base, empezamos mal y no podemos construir encima. El maltrato, en definitiva, tiene que ver con la autoexigencia y con tratar todo el tiempo de ser perfectos, de no fallar. Pero a esa zanahoria nunca se llega. Y remarcó: “La verdadera perfección es abrazar lo imperfecto. Reconocer lo que necesitamos y empezar a trabajar sobre nuestro crítico interno”.

Hay que enfrentar a esa vocecita que nos marca los errores, que nos lanza insultos que no permitiríamos a nadie o que nos compara con otros e invariablemente nos devuelve un saldo negativo.

“Ese verdugo, ese crítico que creamos, criamos y alimentamos, es el peor de todos. Ahora está muy en boga hablar de cambiar el crítico interior por el sanador interior y ¿cómo lo cambiamos? Empezando a perdonarnos, en darnos una segunda oportunidad, en ser autocompasivos y decir ‘ok, la próxima vez me va a salir bien’”, explicó Francia.

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Un problema común es la costumbre de “anticipar en negativo” y lo ideal es “empezar a cambiar ese pensamiento automático”. Tampoco se trata de decir “ay, la vida es linda, todo es perfecto”. No se trata de positividad porque sí, sino de pensar que la mayoría de las cosas negativas que pensamos son incomprobables y nos autoconvencemos de que son ciertas o de que van a ocurrir.

“Por ejemplo: si subo un avión y pienso que se va a caer, es incomprobable. ¿Qué pruebas tengo? Ninguna. Entonces, ante una opción incomprobable positiva y una negativa, vayamos por la positiva, que es más inteligente emocionalmente”, dijo la psicóloga.

“No se trata de un optimismo naif, pero tampoco de pensar que lo peor va a pasar todo el tiempo. Es como ecualizar la vida. Buscar mi punto medio, que será diferente al de los demás, y que tiene como base el autoconocimiento”, complementó.

Francia brindó una serie de ocho estrategias para enfrentarse al automaltrato y fomentar una relación más saludable con uno mismo.

1. Reconocer y desafiar al crítico interno: la autocríticapuede ser devastadora para la autoestima. A menudo, nos enfocamos solo en errores y fracasos y nos criticamos. Conviene identificar esos momentos, atenderlos y preguntarnos: ¿Seríamos tan duros con un amigo en una situación similar? Desafiar esos pensamientos y cambiarlos por afirmaciones más compasivas y realistas.
2. Aceptar nuestras imperfecciones: es un paso crucial hacia el bienestar. La perfección es una meta inalcanzable y tenerla como norte solo genera frustración y ansiedad. Lo que sí suma: reconocer nuestros logros y cualidades. Autoaceptación no es conformarse, sino entender que uno es valioso tal y como es.
   

   

3. Poner límites: decir “no” -en lo personal y lo laboral- sin culpa. Cuidar nuestro tiempo y energía es fundamental. Seamos asertivos al comunicar nuestras necesidades y evitar lo que no queremos.
4. Practicar la autocompasión: tratarse a uno mismo con la misma amabilidad y comprensión que ofrecería a un ser querido. En lugar de castigarse, reconocer el dolor y permitirse vivirlo, sin juzgarse.
5. Fomentar hábitos saludables: bienestar físico y mental van juntos. Alimentación equilibrada, ejercicio regular y sueño adecuado son la base de un buen estado emocional.
   

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6. Cultivar la gratitud: poderosa herramienta para cambiar el enfoque de lo negativo a lo positivo. Tomarse unos minutos cada día para reflexionar sobre lo que agradecemos puede mejorar nuestro estado de ánimo. Ya sea escribiéndolo en un diario de gratitud o haciendo una lista mental. ¿Qué cosas de mi vida agradezco hoy?
7. Establecer metas realistas: ir por cosas alcanzables ayuda a mantenerse motivado y enfocado. Poner objetivos específicos, medibles y ajustables, y cuando haya logros, por más pequeños que sean, celebrarlos. Además, recordar: los contratiempos son aprendizaje y no justificaciones para el automaltrato.
8. Buscar apoyo: no tenemos por qué enfrentar los problemas en soledad. Hablar con amigos, familiares o un terapeuta puede ayudar a encontrar la salida.