Redacción El País
El "pensamiento positivo" se refiere a una actitud mental que se enfoca en hallar lo bueno en cada situación, aunque la situación en cuestión sea dramática o trágica. Algunas personas parecen tener una predisposición a ver "el vaso medio lleno", en vez de lo opuesto, y no sorprendería a nadie que ese tipo de persona tuviera como uno de sus lemas de vida "No hay mal que por bien no venga".
Del lado opuesto—aquel que se resume de manera perfecta en la frase "no soy pesimista, soy realista"— se critica esa actitud y se le acusa de ser "panglossiana", denominada así por el personaje de la novela Cándido, del filósofo francés Voltaire. En dicho relato, Pangloss es el tutor de Cándido, y en la visión de ese mentor, cualquier cosa se justifica. Pangloss no solo acepta al mundo tal cual es, sino que además lo exalta: "Tout est pour le mieux dans le meilleur des mondes possibles", o "Todo está bien en el mejor de los mundos posibles".
Sin embargo, el pensamiento positivo no es un pasaporte hacia una vida en Narnia. Es una actitud que puede adquirirse y cultivarse. Para eso, es necesario conocer sus principales características:
—Foco en lo positivo.Se presta atención a las oportunidades, los logros y las soluciones en lugar de los problemas y las dificultades.
—Optimismo: Creer en un resultado favorable.Se tiende a esperar lo mejor en diferentes situaciones y a confiar en que las cosas saldrán bien.
—Resiliencia: el pensamiento positivo está asociado con la capacidad de recuperarse rápidamente de los contratiempos y las adversidades. Las personas con esta mentalidad ven los desafíos como oportunidades de crecimiento y aprendizaje en lugar de dejarse abrumar por ellos.
—Autoempoderamiento: El pensamiento positivo fomenta una sensación de control sobre la propia vida. Se reconoce la capacidad personal para influir en las circunstancias y se adopta una mentalidad proactiva para alcanzar metas y superar obstáculos.
Saludable
Cultivar el pensamiento positivo puede tener beneficios concretos, tanto en el plano físico como en el mental. A saber:
—Bienestar emocional: El enfoque en lo positivo puede mejorar el estado de ánimo y reducir los sentimientos de ansiedad, estrés y depresión. Las personas que practican el pensamiento positivo suelen experimentar mayores niveles de felicidad y satisfacción con la vida.
—Salud cardiovascular: Se ha observado que el pensamiento positivo se asocia con un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares. La actitud optimista puede tener efectos beneficiosos en la presión arterial, los niveles de colesterol y otros factores relacionados con la salud del corazón.
—Fortalecimiento del sistema inmunológico: Existe evidencia que sugiere que el pensamiento positivo puede fortalecer el sistema inmunológico, lo que puede conducir a una mejor respuesta del cuerpo frente a enfermedades y una recuperación más rápida.
—Mayor longevidad: Estudios han encontrado una asociación entre el pensamiento positivo y una mayor longevidad. Se cree que una actitud optimista promueve hábitos de vida saludables, como una alimentación equilibrada, ejercicio regular y una menor propensión a conductas de riesgo.
¿Todo esto quiere decir que hay que meter la cabeza bajo la tierra como un avestruz y hacer de cuenta que, por ejemplo, no tenemos una sequía histórica y que en el área metropolitana no hay agua potable? Por supuesto que no. El pensamiento positivo es útil para encarar, en particular, aquellas situaciones sobre las que uno puede llegar a tener algún tipo de incidencia. Piénselo así: Arabia Saudita no iba a salir campeón mundial en Qatar, pero sí pudo ganarle a Argentina. En otras palabras: para resolver los grandes temas sociales, mejor organizarse y cooperar con otros. Para poder resolver temas individuales, como la organización cotidiana, los deseos de cumplir ciertas metas o intentar encontrar la rendija por la cual puede surgir una oportunidad de progresar, ahí sí.