El miedo a envejecer —ligado, sin dudas, al miedo al fin de la vida— es común a la mayoría de las personas alrededor del mundo. Al respecto, la reconocida presentadora de televisión estadounidense Oprah Winfrey, tiene algo que decir: “Vivimos en una cultura obsesionada con la juventud que constantemente trata de decirnos que si no somos jóvenes, no brillamos y no somos atractivos, no importamos. Me niego a permitir que un sistema, una cultura o una visión distorsionada de la realidad me digan que no importo. Cada año debería enseñarnos algo valioso”, declara en su libro “What I know for sure”.
Sus palabras representan lo que le sucede a millones de personas a medida que van sumando años a su vida. Hay características físicas que se modifican y surge la reflexión sobre la finitud de la vida.
Como consecuencia, aparecen crisis de la edad, angustia, tristeza y una necesidad desmedida de hacerse retoques estéticos para revertir la apariencia. Pero, ¿Qué tiene el envejecimiento que hace que a la gente se le ponga la piel de gallina? ¿Será que envejecer le recuerda a las personas que son mortales? ¿Qué hay detrás de este miedo y cómo se lo puede afrontar?
“En la actualidad, la sociedad de consumo impone a la juventud como ideal y se la asocia a la belleza, a la inmediatez, al éxito, que se convierte en condición para la felicidad”, explica la psicóloga Ailin Gomez Mari. De esta manera, se sobreentiende que si la conquista de la felicidad está en la juventud, uno debería estar dispuesto a hacer cualquier cosa para conseguirla.
Sin embargo, el cuerpo biológico que nada entiende de procesos sociales y culturales, se hace notar, y es un recordatorio constante del paso del tiempo. Según Gomez Mari, esto provoca en muchas personas una angustia profunda.
“En la actualidad es común encontrar en el consultorio pacientes de diferentes edades que llegan alegando temor a envejecer, con muchas preguntas y pocas respuestas acerca de cómo atravesar el momento que les toca”, relata.
Por esto, algunas personas se exponen a tratamientos estéticos invasivos o programas de entrenamiento físico intenso de forma excesiva, implicando un riesgo para su salud. “Esto puede llevar a confundir el límite entre la búsqueda de hábitos más saludables con conductas riesgosas”, advierte la licenciada.
La palabra con la que se justifica el miedo: midorexia.
Se denomina midorexia a esa obsesión que aparece en la adultez y que tiene como objetivo mantenerse joven. De hecho, la primera aparición del término fue en el 2016, en un artículo que publicó The Telegraph, en el que definieron este término como “el afán que tienen ciertas personas mayores de 50 años por estar más atractivas que nunca y la necesidad de mostrarlo”. Al no existir un consenso sobre este concepto, algunas personas lo identifican como un posible trastorno y otras, con una actitud que puede traer muchos beneficios para la persona, detalla el escrito.
“Envejecer se asocia a la pérdida y a no poder seguir disfrutando de la vida, de las experiencias, algo que es totalmente errado”, dice Gomez Mari. Para apropiarse de la nueva identidad es importante entender que esta etapa seguramente traiga nuevas oportunidades para disfrutar, recalca.
Hacerle frente al problema.
Para desafiar el estigma que hay respecto a envejecer, Gomez Mari propone revisar la propia historia y permitirse cuestionar las creencias construidas acerca de la juventud y la vejez. Hay que comprender que la vida implica diferentes ciclos que permiten enfrentarse a cambios, y que éstos son necesarios para seguir creciendo.
Por último, añade que en los casos en los que el miedo, la ansiedad o los pensamientos negativos en relación a envejecer se vuelven excesivos e interfieren con la vida diaria, es recomendable buscar la ayuda de un psicólogo o profesional.
(Por La Nación GDA)