Por qué Steve Jobs odiaba las reuniones: sus consejos para mejorar productividad, innovación y concentración

El líder de Apple optaba por solucionar las inquietudes de sus trabajadores antes de discutir los temas.

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Steve Jobs

Sofía Martínez/El Tiempo GDA
El empresario, inventor e inversor Steve Jobs fundó Apple en 1976 y dejó un legado impresionante. El estadounidense transformó su empresa en un líder mundial en telecomunicaciones. Además, compartió valiosas lecciones sobre la productividad.

De acuerdo al libro Insanely Simple: The Obsession That Drives Apple’s Success, escrito por Ken Segall, director creativo publicitario de la compañía, Steve Jobs odiaba las reuniones en el trabajo. Pensaba que quitaban tiempo y eran un obstáculo para el progreso, pues tenían un impacto negativo en la creatividad.

Por lo tanto, decidió implementar algunas estrategias para evitar que estas reuniones interfirieran con la productividad de Apple. Principalmente, seguía una regla de oro: limitar al máximo posible el número de asistentes en estos encuentros y no convocar a quienes no consideraba absolutamente imprescindibles.

Oficinista, edadismo
Uno de los mayores sesgos que impiden la contratación de personas de más 45 es que estas no tendrían habilidades digitales.
Foto: Getty.

“Las reuniones son una de las peores cosas que existen en la empresa actual. Son terribles. Interrumpen el trabajo, rompen el impulso, matan la creatividad. Y son horas y horas de tiempo desperdiciado”, dijo en una entrevista de 1997 para ‘BusinessWeek’.

Similarmente, el libro ‘Trillion Dollar Coach’, sobre la historia de Bill Campbell, el mentor de Jobs, reveló otros consejos que el magnate empresarial utilizó para mejorar la eficiencia y rendimiento de sus trabajadores.

En primer lugar, recomendaba estar dispuesto a ser vulnerable. Poder entablar conexiones con los demás era la clave para compartir ideas y opiniones sobre las nuevas estrategias.

Para conseguir esto, comenzaba sus reuniones con la misma pregunta: ‘’¿Tienen algo en mente?”, cuestionaba Steve Jobs.

De esta forma, abría las puertas para que su equipo compartiera inquietudes, problemas y otras cosas. Así, podrían lidiar y solucionar los inconvenientes para que no interfirieran en el proceso del encuentro.

Además, hacía que los integrantes del equipo pudieran estar presentes sin que otras preocupaciones invadieran sus mentes. Según Campbell, esto llevaba a más concentración, participación y éxito.

En segundo lugar, Campbell dijo que era importante ganarse la confianza de los demás al escuchar y formular preguntas. “Cuando confías en la persona con la que estás hablando, abordas los problemas desde la perspectiva de la resolución de problemas en lugar de tomar algo como algo personal. Por lo tanto, la confianza no sólo conduce a una comunicación más abierta y bidireccional, sino también a una mayor productividad”, explicó.

Finalmente, habló sobre la importancia de abrir espacios para desahogarse y solucionar problemas.

Al crear un entorno de trabajo abierto donde las personas pudieran compartir sus problemas, buscar soluciones innovadoras y generar confianza con los gerentes, los trabajadores se sentían validados.

En general, esta forma de proceder aumentaba la concentración y la productividad en el lugar de trabajo.

Según se relata en su biografía autorizada, escrita por Walter Isaacson, Steve Jobs tenía varias reglas de oro para que las reuniones no interfirieran en la productividad de su equipo.

El líder de Apple prefería los encuentros cortos que no superaran los 10 minutos y era un seguidor del teletrabajo. También decía que optaba por trabajar con un equipo más pequeño para no afectar la calidad.

“Es mejor tener menos personas, incluso si significa hacer menos. Construyamos nuestra empresa lentamente y con cuidado”, mencionó.

Así era el formato de trabajo en Apple:

- Reuniones reducidas, con entre tres y cinco participantes. Un número mayor puede generar malentendidos, desvíos en la conversación y caos.

- Agenda concisa con un máximo de tres temas. Es preferible tratar tres puntos y resolverlos bien que abordar cinco y no concretar.

- Encuentros breves, de no más de 30 minutos, con una estructura bien definida.

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