Por Tatiana Scherz Brener
Este año se estrenó una precuela de la serie Bridgerton y sus protagonistas están ganándose el cariño de miles de espectadores. La reina Charlotte: Una historia de Bridgerton es un relato de drama, pero sobre todo de amor, que muestra claramente la inestabilidad mental que padecía el rey George III de Inglaterra.
La locura del rey.
George III nació el 4 de junio de 1738 y ocupó el trono de Inglaterra en 1760. La página oficial de la realeza británica señala que, a pesar de sus logros, el monarca “es ampliamente recordado por dos cosas: perder las colonias americanas y volverse loco”.
Al comienzo de su reinado, sus problemas de salud mental derivaron en episodios aislados, pero a partir de 1810 quedó permanentemente trastornado. En consecuencia, su hijo mayor actuó como príncipe regente desde entonces.
Pero, ¿Qué enfermedad tenía el rey George III de Inglaterra? De acuerdo a la realeza británica, algunos historiadores médicos han dicho que se trataba de un trastorno físico hereditario llamado porfiria.
Esta enfermedad se produce cuando una parte importante de la hemoglobina (llamada ‘hemo’) no se produce adecuadamente, indica DITEC Uruguay, una asociación civil sin fines de lucro que busca mejorar la calidad de vida de las poblaciones vulnerables —entre ellas, personas con enfermedades poco frecuentes (EPOF).
Los pacientes con porfiria carecen de ciertas enzimas necesarias para la producción de hemo. Como resultado, se acumulan en el cuerpo sustancias intermedias llamadas porfirinas, además de los precursores ácido delta aminolevulínico (ALA) y porfobilinógeno (PBG), explica el hospital de la Universidad de Navarra.
Los síntomas pueden ser estreñimiento o dolor abdominal, sensibilidad a la luz que causa erupciones, ampollas y cicatrización de la piel, y problemas en el funcionamiento del sistema nervioso y muscular, como convulsiones y daño neurológico. Hay diferentes tipos de porfiria y algunos causan más síntomas que otros.
Actualmente, es posible diagnosticar esta enfermedad con análisis de orina y sangre. Según la Clínica Universidad de Navarra, los ataques leves pueden tratarse con fármacos analgésicos y un seguimiento de la dieta, en tanto un consumo adecuado de carbohidratos puede ayudar a reducir la acumulación de los precursores mencionados.
A su vez, los ataques intensos se regulan con administración de hemo por vía intravenosa.
La doctora Delia D’Avola, especialista de la Unidad de Hepatología de la Clínica Universidad de Navarra, afirmó que los pacientes que tienen ataques frecuentes de porfirias agudas “presentan una reducción de su calidad de vida y precisan ingresos hospitalarios frecuentes para el tratamiento de sus síntomas”.
Asimismo, la experta subrayó que al día de hoy no existe una forma de curar la enfermedad. “Lo único que curaría realmente la porfiria aguda sería el trasplante de hígado”, aseguró.
Nada de esto se sabía en la época del rey George III. De hecho, el monarca fue perdiendo sus facultades físicas y mentales en sus últimos años de vida, e incluso quedó ciego. Falleció el 29 de enero de 1820 tras un reinado de casi 60 años, el tercero más largo en la historia británica.
Otra teoría.
La realeza británica maneja otra posibilidad —menos probable— para explicar qué sucedía con el rey George III: hipomanía. Se trata de un estado característico de las personas con trastorno bipolar, una enfermedad mental que provoca cambios extremos en el estado de ánimo.
Según la Clínica Mayo, una ONG dedicada a la práctica clínica y la investigación, los episodios hipomaníacos pueden implicar sensación de euforia, menor necesidad de dormir, hablar desenfrenadamente y un aumento del nerviosismo y la agitación, entre otros síntomas.