"Relativiza los problemas si quieres vivir con ánimo”, dice el conferencista holandés Víctor Küppers, que en noviembre llegará a Uruguay de la mano de Mentes Expertas. “Mis conferencias tienen que ver con vivir con alegría, con ir de buen humor por la vida”, adelantó en charla con El País, y aclaró que no habla de la “alegría artificial” que hoy es negocio, sino de alcanzar “una satisfacción auténtica”.

El fenómeno de las conferencias Mentes Expertas nació en 2010, en España, de la mano de Pedro “Perico” Cornejo y su esposa Marina Zambrana, y este año, por primera vez, cruza el Atlántico. Küppers está con ellos desde el inicio y comparte su “optimismo realista” y su propósito de ir por la vida con actitud.

Foto: Mentes Expertas

Küppers habló con El País antes de llegar a Uruguay para presentarse el 1° de noviembre, en el Teatro El Galpón, en dos charlas que ya tienen entradas agotadas. Para la tercera -que será el 2 de noviembre, en el Centro de Convenciones de Punta del Este- todavía quedan entradas en Redtickets.

-¿Cómo fueron tus inicios en esto de dar conferencias buscando que la gente viva su vida con propósito, valores, optimismo?
-Desde niño me ha gustado leer libros sobre actitud. Siempre recuerdo que, con ocho años, me saqué una foto con un libro de Napoleón Hill que se llamaba La actitud mental positiva. Luego, cuando tenía que ir a la universidad, hice Administración de Empresas porque es lo que hacía la gente que no sabía qué hacer. Y cuando terminé me di cuenta de que no me gustaba, entonces hice el doctorado en Humanidades, que es lo que de verdad me gusta. Lo descubrí tarde.
Empecé dictando conferencias porque quería trabajar por mi cuenta. Trabajaba en una empresa de consultorías, estuve allí diez años, pero quería tener las mismas vacaciones que mis hijos y ninguna empresa me contrataba con calendario escolar. Entonces, se dio que tuve un accidente, estuve seis meses de baja y como seguía leyendo muchos libros de este estilo, publiqué un artículo desde la cama en una revista de marketing. Tuve la suerte de que alguien que lo leyó me contrató y así empecé, en 2004.

-¿Sobre qué fue esa primera conferencia?
-Me contrató un director de un grupo de concesionarios de coches y me pidió si podía hacer una conferencia sobre la importancia de la actitud. Y luego me llamó otro y otro y otro. Luego conocí a Perico y a Marina y estoy con ellos desde el inicio de Mentes Expertas.

-Uno de tus libros se llama Vivir una vida con sentido. ¿Encontrarle el sentido de la vida es lo más importante?
-Ese es el libro que más me gusta y sí, efectivamente. Mis conferencias tienen que ver con vivir con alegría, con ir de buen humor por la vida y para que alguien vaya con esa alegría auténtica, uno tiene que saber qué sentido tiene la vida; uno tiene que encontrar cuál es su propósito. Si no, es muy difícil vivir motivado.

- Perico dijo en entrevista con El País que Mentes Expertas practica el “optimismo realista”, ante lo que puede ser definido por algunos críticos como un positivismo naif. ¿Cómo te paras frente a eso? Si alguien te dice: ‘tengo problemas, no puedo ir sonriendo por la vida’.
-Llevo desde 2004 trabajando en esto y soy consciente de que hay una especie de “burbuja de felicidad”, porque eso también es un negocio. Y se dice que todos tenemos que ser felices, estar contentos, riéndonos, pero la vida no va de eso: la vida no va de ser feliz, va de vivir con valores. La vida no va de estar siempre contento, va de ser buena persona. No va de estar siempre riéndote, va de conseguir tu satisfacción personal. Y uno se puede sentir muy contento con el tipo de persona que es, pero no estar pasando por un momento de felicidad.
Muchas veces no podemos estar felices: la vida tiene dramas, hay fallecimientos, enfermedades graves, hay personas que no llegan a fin de mes... cuando uno tiene un drama, puede perder el ánimo y tiene todo el derecho a no estar alegre. Pero hay otro tema: ¿cuántas personas pierden la alegría porque se les ha estropeado la impresora o se retrasó el avión? ¡Cosas absolutamente menores! Tenemos que ser conscientes de que la vida tiene sufrimiento, por supuesto, pero hay cuatro o cinco cosas para perder la alegría. El resto, no lo son.

Foto: Mentes Expertas

-Tiene que ver con el concepto que manejás en tus conferencias sobre relativizar.
-Exacto. Hay que aprender a relativizar. Las personas que han tenido un drama real relativizan automáticamente; saben lo que es un drama y saben qué es una tontería. Pero nos cuesta mucho hacerlo.
‘¡Ay, me he roto el pie, tengo que estar una semana en cama!”. Pues puedes enfadarte, pero no puede perder la alegría. O el ejemplo de la impresora, que no lo he inventado: tengo un amigo que ha perdido la alegría porque se le ha estropeado la impresora. Le he dicho: “Eso no es un problema para tí, ni es un problema para nadie si lo comparas con los problemas reales que hay en esta vida”.

-Es como menciona el psicólogo español Rafael Santandreu: tenemos una tendencia a “terriblizar” lo que nos ocurre.
-Sí, la “terriblitis”. “Todo es una agonía, todo es un drama”, pero no. La vida tiene dramas y tiene circunstancias a resolver, pero hay que aspirar a vivir con alegría. Y desde luego que no hablo de alegría artificial, ruidosa. Es esa alegría de que te vas a dormir por la noche y tienes la conciencia tranquila; ese orgullo de pensar que estás siendo la persona que quieres ser y estás teniendo la vida que quieres tener, que estás ayudando a los demás. Esa es la satisfacción auténtica.

-No es eso que fomentan las redes sociales de estar mostrándonos constantemente como perfectos y felices.
-No tengo redes sociales. Estoy seguro de que allí hay cosas buenas, pero son la minoría. La mayoría de lo que ves en las redes sociales genera frustración, amargura, fomenta el culto al ego, al materialismo. Por eso soy muy contrario a las redes sociales.

-Si tuvieras que dar tres puntos clave para vivir esa vida de la que hablamos, ¿qué dirías?
-Son ideas de sentido común; es lo que ya decía Aristóteles y son también las ideas de nuestra abuela. Tiene que ver con centrarte en lo que está en tus manos y no darle muchas vueltas a lo que no puedes cambiar. Aceptar que la vida no siempre es justa, ni bonita; relativizar; valorar las cosas positivas; vivir con ilusión. Querer mucho a las personas que quieres, intentar ser buena persona.