CRECIMIENTO PERSONAL

Qué es la kabalá y cómo podemos aplicar sus enseñanzas ancestrales en nuestra vida cotidiana

Este sistema de conocimiento con más de cuatro mil años de antigüedad nos ayuda a comprender el Universo y a nosotros mismos.

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Taller de Kabalá Viva.
Foto: Kabalá Viva.

Por Tatiana Scherz Brener

Más allá de sus preceptos y tradiciones, la religión judía, como muchas otras, tiene un lado espiritual que es universal y apunta al desarrollo personal. Ese costado se conoce como kabalá, un sistema de conocimiento ancestral que tiene más de 4.000 años de antigüedad y que enseña a las personas cómo pueden mejorar sus vidas.

Sabiduría ancestral.

Para la psicóloga Dafna Curiel, la kabalá es “un camino de crecimiento personal”. Hace más de 15 años trabaja junto a Graciela Epstein, también psicóloga, guiando grupos donde trabajan con textos de diferentes cabalistas para integrar esta sabiduría a la vida cotidiana. También utilizan herramientas de autoconocimiento como la meditación y la visualización creativa.

Los grupos de crecimiento inspirados en la sabiduría de la kabalá —tal como los denominan las psicólogas— están dirigidos a todas las personas, sin importar el credo, la edad o el género. “Uno no tiene que creer en nada para venir, es solo abrirse a experimentar”, señaló Curiel, y agregó que, de hecho, la mayoría de los participantes son personas no judías.

Existen varias maneras de conectar con la kabalá, como la numerología, el estudio de los nombres sagrados, la meditación cabalística y el Árbol de la Vida. “Nos identificamos con el camino del Árbol de la Vida”, aclaró Curiel. Es uno de los símbolos más influyentes dentro de la kabalá y está compuesto por diez esferas (en hebreo: sefirot) y 22 senderos que procuran ayudarnos a entender el Universo y a nosotros mismos.

“Al investigar y meditar sobre el Árbol de la Vida encontramos respuestas a nuestras inquietudes y planteos existenciales”, sostuvo Curiel.

Para la kabalá, es importante llevar los aprendizajes de las ideas a la acción. “No se trata de quedarnos solamente meditando, sino de crear un cambio en nuestra vida”, enfatizó la psicóloga. Y añadió: “El objetivo de la kabalá, al igual que el del judaísmo, es el tikún olam, que se traduce como la reparación o el mejoramiento del mundo, pero para eso primero tenemos que enfocarnos en la reparación personal”. En este sentido, afirmó que “no hay forma de aportar un cambio al mundo si ese cambio no pasa primero por nosotros”.

Como terapeutas, tanto Curiel como Epstein aprecian “la posibilidad que da este mapa para trabajar desde lo espiritual hacia la acción cotidiana”. Por eso, su propuesta lleva el nombre de ‘Kabalá Viva’. Esta sabiduría ancestral pasa por el corazón de los participantes, cobra vida en ellos y se manifiesta en cada sensación, cada pensamiento y cada acto.

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Taller de Kabalá Viva.
Foto: Kabalá Viva.

Dinámica de trabajo.

Los grupos de Kabalá Viva (www.centrotiferet.uy) funcionan una vez al mes de forma híbrida (presencial y online) y cada encuentro tiene cuatro horas de duración. Son diez talleres al año, porque cada mes se trabaja una esfera diferente del Árbol de la Vida.

El trabajo siempre se hace sentados en círculo. “En Kabalá Viva manejamos la consciencia de unidad, es decir, todos somos uno, y la experiencia circular habilita eso”, explicó Curiel, y agregó: “Estamos juntos, vengamos de donde vengamos, mirando el mismo centro para trascender nuestros egos y conectarnos con nuestras almas”.

El último encuentro del año se hace en un centro de retiros ubicado en el departamento de Colonia, donde hay un Árbol de la Vida diseñado con piedras sobre la tierra. Allí, el grupo camina por los senderos del Árbol y conecta con respuestas que van apareciendo en un nivel sutil. Luego, hay cantos medicina en hebreo o en español y también meditaciones.

La clave de acercarse a la kabalá está en “dejarse sorprender”. “A veces vamos con una idea muy racional y nos sorprendemos con experiencias y sensaciones. De repente, lo que uno comparte es justo lo que estoy necesitando escuchar, o lo que yo comparto es lo que el otro está necesitando”, expresó la psicóloga. Y concluyó: “Conectar con la kabalá desde esta perspectiva nos lleva a una vida más amorosa con nosotros mismos y nuestro entorno”.

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