Redacción El País
Los hijos e hijas de hogares en los que se habla mucho, tienen luego un relativamente alto desarrollo del lenguaje. Así concluyó un reciente estudio de la Universidad de Cambridge.
En dicha investigación, los científicos estudiaron grabaciones de 1.000 bebés y niños de hasta cuatro de varios países de todos los continentes de la Tierra. A todos los participantes del estudio se les proporcionó un chaleco que incluía micrófono y grabadora.
En total, se estudiaron más de 40.000 horas de grabaciones de los infantes y esos archivos de audio fueron analizados por un algoritmo. Pero no fue únicamente las vocalizaciones y palabras de los bebés y niños que se estudiaron, sino también cuánto y qué estos oían de padres, hermanos y otras personas de su entorno.
El factor decisivo que indicaba desarrollo idiomático fue cuánto hablaban los padres. Si estos eran locuaces, la descendencia adquiría un habla más sofisticada y compleja, tanto en lo que hace al vocabulario como a las habilidades lingüísticas.
Este estudio relativizó el componente de clase que algunas investigaciones anteriores, en particular estadounidenses, habían propuesto como incidencia en el desarrollo de la lengua de bebés y niños. En esta investigación, que tomó en cuenta la pertenencia de clase de las madres, ese factor no fue concluyente.