La noción de que el ser humano es una “tabula rasa” y que aprende a medida que crece —dicha noción postula que uno poco menos que va vertiendo conocimientos sobre el educando y este los recibe de manera pasiva— ha sido interpelada.
Puede que una de varias razones por las cuales hoy se entiende que uno también participa activamente en su propio proceso de educación, sea la existencia de la experiencia pedagógica Reggio Emilia.
Varios expertos en esta metodología se darán cita en Montevideo los próximos 27 y 28 de octubre en la escuela y liceo Elbio Fernández, para —en un marco académico— disertar e intercambiar conocimientos de la ya mencionada experiencia, como explica Gabriela Cary coordinadora de educación inicial y quien habla por Red Solare, la organización que difunde esta metodología en América Latina.
La génesis de esta experiencia pedagógica se remonta a los primeros años luego del fin de la Segunda Guerra Mundial en Italia. La pérdida en vidas había sido grande y muchas mujeres habían perdido a parejas y maridos en el conflicto. Esas mujeres tenían que hacerse cargo de muchas cosas, entre ellas la crianza de hijos propios y ajenos.
En ese complicado contexto un periodista y pedagogo italiano —Loris Malaguzzi— se acercó a esos grupos de mujeres, con la idea de implementar una metodología que permitiera salir de la situación de crisis en la cual se encontraba la educación como resultado de la guerra. Eso ocurrió en la ciudad de Reggio Emilia, que forma parte de la región Emilia Romaña, geográficamente al norte del país en forma de “bota”.
Las ideas de Malaguzzi, construidas sobre lecturas e interacciones con esas madres y mujeres, eran innovadoras. En vez de replicar el modelo del alumno sentado pasivamente en un aula esperando por los conocimientos, Malaguzzi contemplaba a este como un sujeto activo y capaz de desenvolverse en contextos y situaciones diversas.
Cary lo explica así: “La experiencia Reggio Emilia pone al niño en el centro del aprendizaje, como parte de las ‘pedagogías activas’. Porque al niño se lo considera potente, con capacidad de tener su propio punto de vista y como un ciudadano activo. La propuesta pedagógica tiene que acompañar esa imagen”, sostiene la experta y divulgadora quien agrega que este enfoque está destinado a la educación de aquellos niños y niñas que están en la primera infancia (de 0 a 6 años) . Cary relata que hay una única excepción a esto: una escuela de Primaria, en la propia Reggio Emilia.
Cary aclara, además, que se trata de una experiencia pedagógica, no una pedagogía hecha y derecha. “Nos expresamos en esos términos, porque partimos del concepto constructivismo social, basándonos en autores como Jean Piaget y Lev Vygotsky, entre otros. Malaguzzi era un pedagogo de práctica”, comenta Cary dando a entender el origen concreto y pragmático de este abordaje.
Desde entonces ha corrido mucha agua bajo el puente y a lo concreto y pragmático se le ha sumado un corpus de teorías que aportan cada vez más elementos académicos a los postulados fundacionales, y sobre muchos de los cuales versarán los disertantes durante las conferencias del 27 y 28 de octubre.
Aún así, aquellos primeros fundamentos mantienen su vigencia, que hace hincapié en el carácter protagónico y proactivo del niño en su proceso de aprendizaje, y en la confianza depositada en él para que desarrolle todas sus capacidades y habilidades. “Malaguzzi empleaba la metáfora de los lenguajes, y fomentaba que los niños aprendieran a desarrollar y potenciar los ‘cien lenguajes’ que poseían”, concluye la experta.
El ambiente como tercer educador
Otro aspecto fundamental de la Reggio Emilia es la preponderancia que se le otorga al ambiente en el cual el niño se mueve cuando adquiere conocimientos: “De acuerdo a este enfoque el niño tiene la capacidad de construir su aprendizaje, en la interacción con otros y con el ambiente que los rodea”, explica Gabriela Cary de la Red Solare.
En otras palabras, en colaboración con otros e incidiendo sobre el ambiente —por ejemplo pintando o construyendo algo— el niño incorpora conocimientos y experiencias gracias al contacto directo con lo que lo rodea, e incides obre la materia que tiene a su alrededor. Eso, que suena muy teórico, se podrá apreciar concretamente en la muestra que se inaugarará el 27 en la sala del IMPO (Germán Barbato 1379), con muestras de aquellos proyectos o tareas que alumnos de la experiencia pedagógica Reggio Emilia han realizado.