Síndrome del espejo retrovisor: qué es este fenómeno que es tendencia y afecta cada vez a más personas

Es un cuadro subconsciente en el que todo el tiempo se revive y se recrea el pasado. Especialistas dan claves para hacerle frente.

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Transito en Montevideo
El síndrome del espejo retrovisor nos hace revivir y recrear el pasado.
Estefania Leal/Archivo El Pais

Melanie Shulman/La Nación GDA
El síndrome del espejo retrovisor (SER) es una manera de ver la vida. Lejos de ser un diagnóstico médico, este término suele ser acuñado por los profesionales de la salud para referirse a las personas que se enfocan en su pasado y tienen dificultades para vivir el momento presente y proyectar a futuro.

Marcos Apud, psicólogo y wellness coach explica que el apodo de esta condición actúa como una metáfora: “Se refiere a la tendencia de quedarse atrapado y obsesionado con el pasado, incapaz de dejar de mirar hacia atrás. Es similar a cuando alguien está conduciendo un auto y se concentra únicamente en el espejo retrovisor, sin prestar atención al camino por delante”.

Por lo general, dice el psicólogo, quienes padecen este síndrome, suelen tener dificultad para superar situaciones traumáticas o vivencias no del todo gratas de su pasado. Por su parte, Sol Buscio, licenciada en Psicología, señala que “si algo nos provoca un trauma y no logramos iniciar un proceso para atender, escuchar y trabajar eso que estamos viviendo, ese pasado seguirá vigente, impidiéndonos soltarlo y avanzar hacia lo nuevo”.

Este escenario, “puede generar angustia, cuadros de depresión, nostalgia y melancolía e impide disfrutar el presente y plantear proyectos a futuro”, señala Apud. Aquellos que padecen el síndrome del espejo retrovisor “notarán que son invadidos por pensamientos intrusivos y perturbadores, y tendrán dificultades para detenerlos”, comenta el especialista y aclara que aunque la mayoría de las personas recuerdan hechos del pasado, “una cosa es quedarse atrapado en ellos de manera que afecten la calidad de vida, y otra muy distinta es no darles demasiada importancia”.

Apud añade que quienes padecen el síndrome del espejo retrovisor también podrían llegar a creer que el pasado “fue mejor que su presente y que no hay nada bueno esperando en el futuro, lo que da lugar a emociones como la tristeza, la ira y el resentimiento”. Además, el experto considera que las personas afectadas por esta condición tienden a idealizar momentos pasados y compararlos con su vida actual, lo que inhibe la vivencia de nuevas experiencias y censura las etapas de cambio e innovación.

Tristeza
Persona triste o desmotivada
Foto: Freepik.

¿Por qué cuesta soltar el pasado?

Desprenderse de lo que ya pasó y enfocarse en vivir a pleno el momento actual, a muchos no les resulta fácil. Para Apud, no poder soltar el pasado depende de varios factores que en ocasiones son inherentes a la persona. La primera razón que brinda tiene que ver con que el pasado trae una carga de contenido emocional muy significativa, tanto buena como mala, “aunque tendemos a recordar y fijarnos más en los acontecimientos que son emocionalmente negativos”, señala. “Cuando pasamos por situaciones traumáticas, lamentablemente quedan grabadas en nuestra memoria y solemos volver a ellas”, profundiza Apud.

En este contexto, Apud hace referencia a una frase del célebre filósofo Nietzsche para ilustrar esta situación: “‘Ten cuidado al mirar fijamente al abismo, porque el abismo empezará a mirarte a ti’”. “Observar las mismas cosas una y otra vez no solo priva a alguien de desarrollar nuevos recursos, sino que también condiciona al cerebro a regresar constantemente al pasado, descuidando así la experiencia del presente”, precisa Apud.

Por otro lado, el psicólogo suma que a muchos les cuesta deshacerse del pasado porque “forma parte de nuestra identidad, de nuestra historia y cada uno de los eventos que atravesamos nos transformaron en la persona que somos actualmente”. Soltarlo, “puede llegar a sentirse como perder una parte de uno”, añade.

El fenómeno del aprendizaje es otro factor que impide soltar el pasado. “Cuando uno mira de forma constante para atrás y piensa por ejemplo en lo que pudo haber sido, te terminás acostumbrando y aferrando a un pasado que aunque sea doloroso, se siente familiar y nos resulta más seguro. En este sentido proyectar a futuro asusta, aparece el temor al cambio y a la incertidumbre”, explica Apud.

Las consecuencias de quedarse en lo que pudo haber sido.

Para los especialistas consultados, cuando una persona no suelta el pasado, se verá limitada en varios aspectos de su vida cotidiana. El primero que menciona Buscio es que se frena el desarrollo personal y muchas veces se deja de evolucionar. “Quedar anclado en ese pasado impide el crecimiento propio y dificulta proyectar qué se quiere hacer y qué se quiere ser”. En este sentido, Apud, señala que esta situación no permitirá adquirir nuevas herramientas para mejorar cada día un poco más.

El segundo punto que desmantela el psicólogo es que se dificulta aprender de lo nuevo, “conectar con el presente y entregarse a la novedad, se vuelve mucho más difícil". Quienes viven de forma constante en los recuerdos del pasado, dice Apud, les cuesta salir de su zona de confort y suelen repetir siempre las mismas acciones con temor a entregarse a lo que les resulta desconocido.

Otra de las consecuencias de quedarse atado en las situaciones del pasado son los posibles problemas en las relaciones sociales y amorosas, resalta Apud y explica: “Si, por ejemplo, te quedas enganchado en una relación pasada, todas esas vivencias, inseguridades y conflictos los proyectás en las relaciones actuales, lo cual podría generarte trabas a la hora de construir nuevos vínculos”.

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Foto: Archivo El País

Sumado a ello, el síndrome del espejo retrovisor “nos puede generar alteraciones psíquicas: así como la ansiedad está relacionada con el futuro, la depresión es un signo de que se está anclado en el pasado. Mirar todo el tiempo para atrás, limita la salud mental”, añade Apud.

Además el especialista subraya que vivir en el pasado puede, en ocasiones, dificultar la toma de decisiones, ya que “la visión del pasado podría infundir miedo a la hora de establecer metas para el futuro o de aprovechar nuevas oportunidades”.

Estrategias para vivir en el presente.

Cuando el síndrome del espejo retrovisor persiste y afecta la calidad de vida, se puede atacar y revertir a través de distintas técnicas:

  • Buscar ayuda profesional: el acompañamiento terapéutico, dice Apud, le permite a las personas identificar y modificar los pensamientos rumiantes relacionados con el pasado. Al realizar un trabajo de introspección “se puede aprender a soltar el pasado, generar habilidades nuevas y desarrollar la motivación para encarar el futuro con optimismo”, comenta el psicólogo.
  • Meditar: “No hay mejor herramienta para enfocarse en el momento presente que la respiración consciente, especialmente el mindfulness”, señala Apud. La atención plena en el aquí y ahora, “te conecta con las emociones actuales y limpia de alguna manera las preocupaciones o problemas pasados”, destaca el psicólogo. De todas maneras aclara que para alcanzar el éxito, la meditación se debe practicar de forma cotidiana.
  • Establecer objetivos: fijar metas a corto y largo plazo “desvía la atención del pasado y la orienta hacia lo que viene”, dice Apud. Esta es una vía para darle un sentido y propósito a la vida, cultivar la motivación y salir del estancamiento que produce vivir en el pasado.
  • Escribir: “La escritura es un excelente recurso para lidiar con las emociones. Poder expresar aquello que sentimos permite procesarlo y dejarlo ir. Escribir es un hack cerebral porque nos ayuda a conectar con áreas de la mente relacionadas con la ejecución y los pensamientos positivos”, cuenta Apud. Al respecto Buscio recomienda plasmar en papel “Comparar las cosas que nos sucedieron con el presente y analizar aquello que todavía no hemos sanado. La escritura nos ayuda a conectar con nuestro ser interior”, relata.

Aun así, “muchas veces el pasado también nos va a proteger porque nos viene a recordar en qué situaciones o en qué cosas tenemos que estar atentos de no volver a repetir”, dice Buscio y finaliza con una advertencia: “De todas maneras tenemos que estar atentos a que estos recuerdos no se vuelvan disfuncionales ni distorsionen el presente”.

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